Musarañas podría leerse como una reinterpretación del filme de Eugenio Martín bajo los parámetros estéticos de Alex de la Iglesia, aunque en esta película es solamente el productor y su huella está algo atenuada. La pobredumbre moral del franquismo y sus posibilidades gore ya habían sido explotadas por el cineasta bilbaíno en filmes como Balada triste de trompeta, una película que es capaz de hibridar la tradición de horror del cine estadounidense de los años 30 (La parada de los Monstruos), con el costumbrismo español (Los santos inocentes) y símbolos del horror franquista como El valle de los caídos. En Musarañas el enfoque es algo más femenino e intimista y quizá se deba a que la idea original proviene de Emma Tusell, una montadora de cine con ocasionales escarceos con la dirección (La habitación de Elias) y el proyecto es de dos directores debutantes en el largometraje, Juanfer Andrés y Esteban Roel, profesores ambos del Instituto del Cine de Madrid. En todo caso, después de muchos años de dar vueltas, el guion llegó a manos de Alex de La Iglesia que decidió producir la película hasta el punto que el resultado final parece una versión algo más clásica y depurada de su cine.