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sitges 2013 - películas

publicado el 21 de noviembre de 2013

Seres repudiados

Veinte años después de haber dirigido una de los filmes de vampiros más estimulantes de su época, Entrevista con el Vampiro, Neil Jordan regresa a la temática con una mirada sugestiva que lejos de imitar los esquemas del filme que adaptaba la novela homónima de Anne Rice busca un discurso más introspectivo, desencantado y en una línea mucho más deudora de Juego de Lágrimas (1992).

Lluís Rueda | En Byzantium el realizador retrata la odisea de unos vampiros que ejercen de seres repudiados en lo social y en lo existencial, y sabiendas de su marginalidad la supervivencia es una pura imitación de lo que fueron antes de convertirse en upiros. Clara y Leonor, madre e hija son dos modelos diferenciados de seres atormentados, mientras la primera, interpretada por Gemma Aterton, es una madre protectora pero sumida en la lascivia y la prostitución como armas de poder absolutamente terrenales, Leonor (Saoirse Ronan) es un sofisticado ángel de la muerte que se alimenta de los diezmados, de los sentenciados. Una extraña combinación de dos seres que perviven en un bucle sin esperanza que aporta a la idea del vampiro gótico unas dosis de realismo muy adecuadas. Pero Byzantium también es un filme que inyecta savia nueva al modus operandi del vampiro, al ritual de conversión y, en general, a la iconografía del terror con un simbolismo entre abstracto y metafórico muy de agredecer, ahí tienen para atestiguarlo la cueva de esa extraña isla entre dos mundos que evoca el famoso cuadro de Arnol Böcklin 'La Isla de los Muertos' (1986).

Trataré de justificar en todo caso de un modo breve la teoría de que este filme de horror gótico sostiene paralelismos con Juego de lágrimas. En este filme Jordan trazaba un intenso estudio sobre aspectos relacionados con la raza, el género, la sexualidad y la identidad teniendo como trasfondo el conflicto irlandés, y en Byzantium todos esos temas prevalecen en un orden u otro y son parte del devenir de los acontecimientos y del día a día de la relación madre y hija, una relación de una visceralidad grotesca e inimaginablemente densa fruto de siglos de imitación de unos roles que la condición de inmortales les otorga, pero que se han desnaturalizado. Como en Juego de lágrimas, los personajes impostan una vida a contracorriente y luchan contra los elementos con un juego de máscaras y de identidad. En particular, el caso de Eleonor, cuyo sistema de alimentación nos remite a la estética de un vampiro seminal, un Nosferatu sigiloso entre sombras. Su condición de adolescente eterna y en perpetuo conflicto de identidad aún la convierte en un ser más rico y con matices más inquietantes.

Por lo demás Jordan gestiona un trasfondo de sectas masculinas, una orden de infectados, que le permite dibujar un discurso de la femineidad austero y comprometido. Lo demás me perdonarán, deberán vislumbrarlo ustedes. Byzantium es emoción, peligro, una atmósfera densa y una imaginería acorde con las sombras. Ni se les ocurra pensar en este filme como en una especie de Crepúsculo para adultos, su alcance hipnótico puede competir con Déjame entrar (2008, Tomas Alfredson) y siempre mejora en prestaciones lo intuido en Entrevista con el vampiro. Si disfrutaron con las desventuras de la pequeña Claudia en aquel mítico filme de los años noventa, la joven Eleonor y su madre, la turgente vampiro prostituta, no les defraudará. Byzantium es un filme poderoso a pesar de que no conjugue todo lo que los fans del género de horror esperan hallar, esto no es únicamente una película de usar y tirar; instaura ideas, formula una génesis nunca vista y habla de la condición del vampiro desde un discurso sereno y desencantado.


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