publicado el 11 de noviembre de 2010
El productor italiano Dino De Laurentiis ha fallecido en Los Angeles a los 91 años .
Agostino "Dino" De Laurentiis (Torre Annunziata, 8 de agosto de 1919 – Los Ángeles, 11 de noviembre de 2010) comenzó su carrera como productor en Italia sobre la década de 1940 pero la fama le llegaría de la mano de Federico Fellini con títulos tan inolvidables como La Strada (1954) o La noches de Cabiria (1956), En esa misma década dio un enorme paso en el reconocimiento de la marca De Laurentiis trabajando en la industria estadounidense (en sistema de co-producción) con títulos tan exitosos como Guerra y paz (1956) de King Vidor. Sin embargo, también continuó produciendo productos de alta calidad en Italia como demuestra un filme como Barrabás (1961) de Richard Fleisher.
Hijo de un fabricante de pasta, Dino De Laurentiis dejó su hogar siendo un adolescente para poder estudiar cine en el Centro Experimental De Cinematografía en Roma. Tras la Segunda Guerra Mundial el productor fundó su propia empresa, Dino de Laurentiis Cinematográfica, en 1946. En 1949 se casó con Silvana Mangano, que se había convertido en una celebridad gracias a su interpretación en Arroz Amargo (1946) de Giuseppe De Santis. Juntos tuvieron cuatro hijos. Dino y Ana Mangano permanecieron casados hasta la muerte de ella en diciembre de 1989.
En la década de 1970 construyó sus propios estudios cinematográficos de gran rendimiento en esa época, pero que ya entrados los años ochenta sufrirían una gran crisis financiera y supondría el cierre de los mismos. De cualquier modo, De Laurentiis, no dejó de producir en ninguna etapa, hubieran vacas flacas o abundancia y tocó todo tipo de géneros como el spaghetti western, el cine bélico e incluso una adaptación del cómic Barbarella (1968) con una joven Jane Fonda que convertiría a De Laurentiis en un sello popular que incluso marcaría una tendencia estética.
En la década de 1970, De Laurentiis se instaló en EE.UU. donde fundó la firma De Laurentiis Entertaining Group (DEG). La construcción de estos estudios en Wilmington (Carolina del Sur) serían un rotundo éxito. DEG sería una de las factorías de cine y televisión más activas de Estados Unidos. Durante esta etapa, De Laurentiis produjo filmes exitosos cómo Serpico (1973), Deseo de Asesinar (1974), Mandingo (1975), Los tres días del cóndor (1975), El Huevo de la serpiente (1977), Ragtime (1981) o Conan el Bárbaro (1982).
Pero la marca De Laurentiis se hizo popular especialmente con taquillazos como el remake de King Kong en 1976 con Jessica Lange, Orca, la ballena asesina (1977) con la aparición de una joven Bo Derek, El búfalo blanco (1977), Huracán (1979), la versión, muy camp, de Flash Gordon de 1980 o la pieza de culto Halloween II (secuela de la película de John Carpenter de 1978). También produjo películas de riesgo como Dune (1984) y Terciopelo azul (1986), de David Lynch que le han convertido en un mecenas del entretenimiento pero también en un respetado productor de culto. Curiosamente en esa parcela de riesgo, De Laurentiis, auspició varias adaptaciones de obras de Stephen King, por entonces muy popular. Ahi están La zona muerta (1985) o Los Ojos del Gato (1985).
Otro de sus grandes aciertos se dió en 1992 con El ejército de las tinieblas de Sam Raimi que fue producido conjuntamente por De Laurentiis, Robert Tapert y la estrella de la película, Bruce Campbell, una eleccción que le permitiría formar parte, tras su aventura de la mano de David Lynch, del ideario del Cine Fantástico por la puerta grande. Los trabajos para la gran pantalla más estimables en las últimas décadas se darían con diversas adaptaciones de las novelas sobre el psicópata Hannibal Lecter de Thomas Harris, la mejor de ellas, sin duda, Hannibal (2001) de Ridley Scott. Otro de esos filmes meritorios como productor es el excelente thriller Breakdown (1997) de Jonathan Mostow.
Dino de Laurentiis siempre mantuvo que se debía al gran público y que parte de su reconocimiento provenía de su intuición para adelantarse al espectador, pera preguntarse lo que éste quería ver y es que él... se sentía parte de ese público.