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publicado el 12 de enero de 2010

El ultimo adolescente solitario vivo

Explicaba George Romero, el padre de los zombies modernos, que le interesa tratar el tema de los muertos vivientes en el cine por lo que tienen de anulación de las formas y parapetos sociales. No hay nada mejor para darle la vuelta al orden establecido que una sociedad entera dedicada en cuerpo y alma al canibalismo literal. De aquí que los filmes de zombies y muertos vivientes tengan un fuerte componente político y de crítica alegre y festivalera al orden social, los poderes fácticos, lo políticamente correcto, el militarismo o el racismo. Sin embargo, Ruben Fleischer, un joven formado en la televisión y las series de horror y fantasía para adolescentes y director de Bienvenidos a Zombieland, opina que no es el caso de su película. Zombieland, que pasa por ser una de las más taquilleras de la historia de temática zombie, toma como referencia los filmes norteamericanos sobre adolescentes e institutos de los años 80 y hace del fin del mundo el escenario apocalíptico apropiado para una historia típica del subgénero de institutos: el patito feo demuestra su valor y se queda con la chica.

Marta Torres | Queda por saber si la película es una perversión de las comedias ochenteras de instituto o una vuelta de tuerca más en el subgénero de zombies. En todo caso, queda fuera de toda duda que se trata de una apuesta postmoderna y descreída que sabe jugar muy bien sus cartas de disfrazarse de lo que no es para acabar siendo todo lo contrario. Zombieland juega a ser un filme de zombies al uso maquillado de comedia adolescente. En principio y en palabras del propio director, la película no pretende tener una honda dimensión política y rehúye tanto el tono corrosivo habitual en este tipo de películas como las aproximaciones más secas y duras a los muertos vivientes (El amanecer de los muertos, Dawn of the Dead, 2004, Zach Snyder), por poner un ejemplo; pero esto no significa que se aleje de la rica, y a veces algo repetitiva, tradición del cine de zombies. Para empezar, la excusa de Fleischer para aproximarse a los muertos vivientes es curiosamente parecida a la de Romero: la necesidad de un cataclismo que ponga del revés la vida de los protagonistas. En este caso un joven estudiante incapaz de relacionarse con el género humano y, en particular, con el femenino, que sobrevive felizmente solo hasta que encuentra a una chica “mala”, aunque humana, de la que cae perdidamente enamorado. Este punto de partida es el detonante cómico que quiere explotar la película: el humor es básicamente la inversión de los códigos sociales y no hay nada que los invierta más, recordaran, que una catástrofe zombie al uso. Además, ésta sirve al director para enfatizar el carácter solitario y extraño de los sobrevivientes. Parece que la gente normal ha caído en la barbarie y los únicos capaces de seguir siendo humanos son las personas con serios problemas de integración social (ya lo dice el protagonista: si quieres sobrevivir, no tengas amigos) y como el sobreviviente solitario de El ultimo hombre vivo, de Richard Matehson, se resisten a formar parte de la nueva y hambrienta humanidad que ha sustituido a la antigua.

Zombieland también se parece al cine de muertos vivientes más convencional: al más humorístico y festivalero, en el hecho de que es muy consciente de sí mismo y del espectador que ve la película -como lo son la mayor parte de las películas de género -. En el caso de Zombieland, este guiño está tomado de los cientos de guías de supervivencia de todo estilo y condición que ha dado de sí el subgénero de muertos vivientes y que los aficionados conocen muy bien [1]. El protagonista, como los aficionados-espectadores, tiene también su conjunto de reglas para sobrevivir y no duda en explicarlas directamente a la audiencia. El joven las enumera y el realizador las plasma mediante infografías, un recurso poco empleado en el cine y que aquí se convierte en un medio cómico eficaz, además de aportar el distanciamiento necesario para convertir el descalabro de Estados Unidos en materia humorística.

No obstante, la película estaría en las antípodas de otros filmes que también unen a los muertos vivientes con el humor, como Zombie’s Party (Shaun of the Dead, Edgar Wright, 2004) o la serie de televisión Dead set: Muerte en directo (Dead set, Charlie Brooker, 2008), ambas británicas, gamberras, socarronas y deliciosamente incorrectas. Nada que ver con la versión más acaramelada y juvenil de Fleischer. Zombieland es otra cosa. Es un filme de zombies digerible para estómagos delicados y accesible a todos los paladares. También es una comedia adolescente canónica, que respeta todos y cada uno de sus requisitos, incluido el optimismo y los valores familiares, y los casa con el subgénero más nihilista que existe en el cine sin que chirríe ninguna rueda del mecanismo (nada que no se haya hecho antes en otros subgéneros del horror, ¿recuerdan Teen Wolf?) Además, si excluimos al colectivo de los payasos de circo, cuesta encontrar un gag o situación que pueda ofender a nadie. Ruben Fleischer ha hecho un cine zombie familiar y para todos los públicos que evita las escenas desagradables y se centra en sacar punta a un humor suave e inocente como un chicle de fresa.

  • [1]. "Zombi - Guia de Supervivencia", publicada en España en 2008 y traducida de la "The zombie survival guide" (2003) de Max Brooks es la guía más conocida para instruir al ciudadano ante una hipotética catástrofe zombie.


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