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clásicos modernos

publicado el 5 de febrero de 2011

Mater Lacrimarum

Juan Carlos Matilla | La razón última de un festival de las características de Sitges debe ser mostrar la complejidad del género fantástico actual y confeccionar un programa lo suficientemente heterogéneo y valiente como para facilitar al espectador la posibilidad de conocer los títulos que serán referencia absoluta en la evolución futura del fantastique. Pues bien, si me tuviera que quedar con sólo dos obras de las programadas en el festival que respondieran a este requisito, sin duda me tendría que quedar con REC y A l’intérieur, las dos mejores películas del certamen de este año que además encarnan a la perfección dos constantes temáticas y formales del cine de terror reciente: el hiperrealismo formal y la introspección tenebrosa. Así, si REC es el título definitivo de cierta corriente que pretende reflexionar sobre los límites de la representación del horror desde una perspectiva externa y plena de innovación visual (que incluiría títulos como El proyecto de la bruja de Blair, The Last Horror Picture o Diary of the Dead, entre otros), A l’intérieur es una de las obras cumbre de la tendencia actual que busca explorar los abismos de la psique humana a partir de la adopción de un exacerbado tono paroxístico no exento de elegancia visual (como podemos encontrar en obras como Calvaire, Alta tensión o Irreversible, todas ellas obras francófonas, un detalle que no debería pasar desapercibido).

Debut en el largometraje de los realizadores galos Julien Maury y Alexandre Bustillo, A l’intérieur es un filme brutal y excepcional que brilla por tres razones fundamentales: su inquietante visión de la maternidad como generadora de los más terribles instintos humanos, su poderosa puesta en escena y su apuesta por no centrarse sólo en la sordidez propia de un slasher sino además acompañarla de numerosos detalles visuales que invitan a ver el resultado final del filme con otra mirada más escudriñadora. En cuanto al primer aspecto, este redactor no recuerda un filme que haya tratado el tema de la maternidad de una manera tan lúgubre y desesperanzadora (quizás desde La semilla del diablo). Aquí, la gestación y concepción materna es contemplada como un motivo de aislamiento y de enfrentamiento con los propios temores internos y como un símbolo lúgubre cercano a un umbral que da acceso a la peor de las pesadillas imaginables: el triunfo de la muerte en un ámbito en el que debería reinar la más luminosa de las esperanzas. Si parte del triunfo del género de horror radica en truncar las expectativas de comodidad y seguridad del espectador, no cabe duda que A l’intérieur es un triunfo en toda regla.

En cuanto al entramado formal del filme, se podría mantener que el filme de Maury y Bustillo es una de las propuestas visuales más asombrosas del cine de terror de reciente. Soberbia en el retrato del horror más virulento, A l’intérieur aúna descaro y elegancia en una sugestiva combinación que sabe cómo extraer la malignidad de las situaciones al límite mediante el uso de una planificación elegante, un soberbio uso de las angulaciones, un dominio absoluto de los tempos de la narración y un sorprendente equilibrio entre la fisicidad y la sugerencia. Además, habría que destacar el excelente trabajo de montaje (firmado por el montador de los filmes de Alexander Aja) que sabe dotar de la cadencia necesaria a un relato que, con una estructura más precipitada, hubiera caído en una mera acumulación de sobresaltos.

Y, por último, me gustaría comentar que la mejor baza del filme radica en su atmósfera onírica y pesadillesca que se aparta de cualquier tipo de narración objetiva y cartesiana, y abraza las soluciones más líricas e irracionales. Existen muchos detalles del filme que apuntan a que todo los narrado en A l’intérieur puede verse como una proyección mental (o casi espiritual) de unos personajes atrapados en la antesala de sus infiernos personales: presencias fantasmales, recuerdos dolorosos, escenarios deshabitados donde no impera la lógica, apuntes sobre la zozobra emocional de los personajes y desconcertantes fugas narrativas, son sólo algunos apuntes que permiten vislumbrar un discurso ominoso que, de forma subrepticia, nos revela que A l’intérieur es una obra que habla más sobre los demonios interiores (como el título ya indica) que sobre las amenazas externas y que prefiere los escenarios contaminados por las percepciones del subconsciente que por las certezas racionales. En definitiva, una obra valiente, sorprendente y más compleja de lo que pueda parecer a priori.


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