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publicado el 10 de diciembre de 2004

Bajo mínimos

Juan Carlos Matilla | Nueva incursión en el terreno del thriller del realizador estadounidense Joseph Ruben (autor de algunas obras estimables como El padrastro o El buen hijo, ambas tensas historias de suspense ambientadas en desestructurados núcleos familiares), Misteriosa obsesión (The forgotten, 2004) es un flojo y poco destacado producto de intriga que bebe a parte iguales del cine policiaco, el melodrama familiar y la ciencia ficción, para configurar una demencial y alucinada historia sobre niños desaparecidos, padres desesperados, espías malcarados y extraterrestres sádicos. Tal extraña combinación de temas y motivos provoca que el filme se convierta en una obra muy desequilibrada formal y temáticamente, un filme a la deriva que finalmente naufraga a causa de un final totalmente absurdo: una forzada (y alienígena) vuelta de tuerca que no casa ni con el tono de la trama ni con las posibilidades argumentales que apuntaba el inicio del filme, en el que se mostraba a una mujer (interpretada en su registro habitual por Julianne Moore) a la que quieren hacer creer que toda su familia ha sido producto de su imaginación (un estimulante punto de partida que podría haber derivado hacia perspectivas más sombrías). Así, el filme se convierte en un extravagante e injustificado híbrido que, incapaz de producir el más mínimo estímulo en el espectador, sólo puede conseguir la más absoluta indiferencia (o como mucho, el más profundo extrañamiento).

Pero, sin lugar a dudas, el principal problema del filme, más allá de la falta de verosimilitud del relato, es la nula capacidad del realizador por sugerir atmósferas sobrenaturales o inquietantes. El extremado naturalismo de la puesta en escena de Ruben no comulga con la concepción fantástica (e incluso abstracta) que se revela al final del relato, lo que provoca una terrible sensación de desajuste formal, de incoherencia y gratuidad en el desarrollo del filme.

Dotada de un guión absurdo y de una abúlica puesta en escena, lo más llamativo de Misteriosa obsesión radica en sus breves aciertos visuales (como la hermosa fotografía de tonos invernales, la misteriosa aparición del contorno de una nave espacial entre las nubes o la expresionista y ciertamente surrealista secuencia final en el aeropuerto); su estética modesta, propia de la más genuina de serie B; el uso de unos simpáticos efectos visuales, que saben suplir la falta de presupuesto con bastante gracia (sobre todo en los momentos de las abducciones alienígenas); y, por último, la incorporación de los elementos sobrenaturales en un ambiente cotidiano, marcado por múltiples conflictos familiares (un tema que hubiera hecho las delicias de Larry Cohen, un cineasta que, sin duda, se habría lucido con este heterogéneo material). Poca cosa, es cierto, pero, no lo duden, no hay mucho más.


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