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publicado el 10 de noviembre de 2004

Miserias humanas

Lluís Rueda | Álex de la Iglesia y su inseparable guionista Jorge Guerricaecheverría, han vuelto a encontrar su mejor tono: el de El día de la bestia (1995), el de La comunidad (2000) y muy especialmente el de su mejor película hasta la fecha (por sádica, por enfermiza y por desternillante): Muertos de risa (1999).

Poco tiene que ver Crimen ferpecto con el filme de Hitchkock al que alude el título, la propuesta hipervoltaica que nos propone De la Iglesia en este caso bebe de las mismas fuentes berlanguianas (los siempre caústicos retratos humanos y sociales de Los jueves milagro (1957), Plácido (1961) o El verdugo (1963) que tanto le gustan. Pero tampoco debemos olvidar las simpatías por la comedia clásica del realizador: filmes como Tienda de locos (The Big Store, 1941) de los Hermanos Marx o Lío en los grandes almacenes (Who's Minding the Store?, 1963) de Frank Tashlin, a buen seguro rondaron por su cabeza a la hora de planificar el filme. Tampoco podemos obviar la influencia de comedias "cafres" (por no decir negrísimas) que han llegado a nuestras pantallas en los últimos tiempos, y me refiero particularmente a Very Bad Things (1998) de Peter Berg, con la que el filme de De la Iglesia comparte cierta sinergia y alguna que otra escena calcada.

El director vasco nos regala para la ocasión el mordaz retrato de un tipo sin escrúpulos y con un ego desproporcionado (Guillermo Toledo), cuya unica aspiración en la vida es llegar a ser jefe de departamentos de unos grandes almacenes. "Yo he nacido aquí y moriré aquí", cita textualmente el protagonista. Pero la mirada paródica y deformante del realizador diversificará el conflicto poniendo en su camino al empleado de planta Luis Varela (un de aquellos secundarios con sabor añejo) que también aspira al puesto. Crimen ferpecto tiene un arranque algo vitriólico que acaba por cuajar principalmente en el momento de la aparición en pantalla de Mónica Cervera (esa extraña mezcla entre Rossi de Palma y Peter Lorre). A partir de ese instante el filme se dispara y durante una hora nos lleva por un carrusel de carcajadas y mala uva difícilmente superable.

El chantaje a que somete Lourdes (Mónica Cervera) a Rafa, tras presenciar el fatal accidente que ha acabado con su máximo rival de planta es de los más duros y crueles que uno pueda imaginar (sexo, boda, una familia…), y en cierto modo eso provoca que el espectador simpatice con el mentecato, machista y estúpido dependiente interpretado por Guillermo Toledo de una manera inconsciente. La ausencia de moral (gozosamente políticamente incorrecta) del guión de Gurricaecheverría encuentra su mejor aliada en la desacomplejada mirada XXL de Álex de la Iglesia, los gags se suceden con vigor efervescente y el ritmo no decae en ningún momento. El trabajo de bolillos en el discurso interno del filme es brillante y la puntual aparición de secundarios como Enrique Villén o Fernando Tejero no hacen si no enriquecer el producto.

Crimen ferpecto tiene un arranque algo vitriólico que acaba por cuajar principalmente en el momento de la aparición en pantalla de Mónica Cervera. A partir de ese instante el filme se dispara y durante una hora nos lleva por un carrusel de carcajadas y mala uva difícilmente superable.

Crimen ferpecto es una apuesta muy personal –aunque mucho mas humilde que Perdita Durango (1997) u 800 balas (2002)–, y el particular mundo iconográfico y las obsesiones de Álex de la Iglesia tienen una importancia capital: payasos tristes, coleccionables de quioscos, maniquíes y sótanos dantescos pueblan la imaginería del filme.

Tan sólo lamentar un apéndice final, algo forzado, en aras del buen gusto (casi una concesión al feminismo militante), que acaba siendo demasiado esperpéntico y gratuito. Por lo demás Crimen ferpecto es un bálsamo de inteligencia en tiempos de radical beodismo. Disfrútenla sin ningún tipo de carga de conciencia. Secuencias como la de la reunión familiar entre platos de garbanzos o el descuartizamiento del cadáver en los sótanos de los grandes almacenes, por sí solas, bien valen el precio de una entrada de cine.


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