publicado el 16 de noviembre de 2012
Marta Torres | The weight, de Kyu-hwan Jeon, podría definirse como el reverso tenebroso del cine coreano. Es un catálogo de todos los clichés del cine más extremo de Chan-Wook Park o Bong Joon-ho, armados sin gracia y con más mecánica que alma en una suerte de vodevil de aires almodovarianos que reúne en un mismo filme a cadáveres, transexuales, boleros, necrofilia y cuerpos mutilados.
La historia, sin embargo, prometía: un jorobado trabaja en una morgue y establece con los cadáveres una relación de extraña naturalidad, hasta el punto en que se convierten en sus únicos amigos, por otra parte, está su hermano transexual, su alter ego que prefiere enfrentar el mundo aunque se sepa rechazado por él. La sinopsis de Sitges hablaba de delirio, desazón y belleza, pero el filme es un catálogo de horrores lanzados al espectador con el desapego de un trámite funcionarial. Lo único destacable es la escena final que, aunque hermosa, no puede salvar una película de más de una hora y media de duración. Profundamente insustancial y aburrida.