publicado el 16 de noviembre de 2012
Pau Roig | La tercera película del guionista Park Jeong-Woo se inscribe en la línea relativamente popular del thriller catastrófico-apocalíptico, aunque deriva demasiado pronto hacia el terreno del drama social y familiar y hacia la (previsible, fácil) denuncia hacia los tejemanejes de la industria farmacéutica actual, capaz de dejar morir a centenares de personas infectadas por una enfermedad nueva y desconocida para multiplicar los beneficios de la vacuna diseñada para combatirla. Estructurada de forma frenética a partir de diversos montajes paralelos que acabarán convergiendo al final, alterna las peripecias de un modesto vendedor de suministros médicos, obsesionado en conseguir a cualquier precio el fármaco que puede salvar la vida de su mujer y de sus dos hijos, con los de su hermano, un policía de pocas luces aquejado por las deudas por su mal ojo con las inversiones, sin olvidar la lucha de la prometida del segundo, una íntegra trabajadora del departamento de Salud que hará lo posible para salvar a los infectados de la terrible suerte que les espera aunque por ello tenga que enfrentarse a sus superiores. Deranged se ve tan rápido como se olvida, aunque hace gala de un progresivo y molesto aire “para todos los públicos”, de una ligereza, en definitiva, que reduce su potencial crítico y subversivo (algo evidente, por ejemplo, en un final feliz del todo inverosímil que desemboca en un epílogo apocalíptico que ni el mismo director parece tomarse en serio).