publicado el 30 de enero de 2013
Marta Torres | Aunque se dio a conocer en occidente con Dos Hermanas (2003), filme de terror de carácter introspectivo, Kim Jee-woon tiene en su carrera extraordinarias películas de acción, como El bueno, el malo y el raro (2008) un acelerado remake de El bueno, el feo y el malo de Sergio Leone ambientado en Corea, o I saw the Devil (2010), un thriller sobre un asesino en serie, aunque en este caso trasciende los límites de la acción y aspira a crear un dilema de índole moral de consecuencias más oscuras. El realizador coreano, en su primera producción estadounidense, ha puesto su genio al servicio del relanzamiento de la carrera cinematográfica de Arnold Schwarzenegger, actor al margen de las pantallas desde que emprendió su carrera política como gobernador de California y que ahora vuelve con el estigma de ser un viejo héroe de acción con demasiados años en los huesos. Jugando con lo metacinematográfico, la película era el desafío final tanto para el director como, sobre todo, para el actor protagonista.
A grandes rasgos, el filme enfrenta dos maneras de ver el cine de acción y hasta dos épocas distintas. Una, la actual, de la mano del joven jefe de un cártel mexicano, Gabriel Cortez, encarnado por Eduardo Noriega, que emula la sofisticación de Drive, de quien hereda la atracción por los coches y algunos detalles fetichistas, como los guantes de cuero. Del otro lado, Arnold Schwarzenegger es el héroe de acción estadounidense clásico, un hombre con un pasado doloroso casi retirado en un pueblo de frontera donde nunca pasa nada. Las referencias son palpables, rudeza contra sofisticación, puños contra alta tecnología, dinero contra honorabilidad.
El filme tiene algo de la épica del Oeste de Asalto en la comisaria del distrito 13 (1976, John Carpenter) e incluso Rio Bravo (1959, Howard Hawks) sólo que esta vez el forajido conduce un coche de carreras y está acompañado por un ejército equipado con armas de última generación y el sheriff que le hace frente no es John Wayne sino Schwarzenegger. Como en las películas citadas, el sheriff y sus ayudantes recurren a una camaradería a prueba de bombas que nos lleva derechos a otro mito de la acción estadounidense, esta vez de los ochenta, El Equipo A (The A-Team, 1983), la serie sobre un comando del ejército perseguido acostumbrado a hacer frente a grupos muchos mejor equipados que ellos usando su imaginación. En este caso, hasta podríamos encontrar un alter ego del loco agente Murdock en el curioso propietario de un museo local especializado en armas antiguas que acabaran usando para defenderse.
En definitiva, El último desafío se ha dedicado a jugar, con mucho humor absurdo de por medio, con los tópicos americanos del cine de acción y, de paso, los ha adaptado al cine más sofisticado de Drive (la escena de la persecución de coches en el maizal es antológica) o al cine de Hong Kong (la fuga de Cortez del FBI)… al tiempo que se ha dado el gusto de volver a los orígenes: peleas de verdad, puñetazos y hasta el clásico, casi fundacional, duelo bajo el sol.