publicado el 18 de febrero de 2013
“Después de aparecer en La semilla del Diablo, de Roman Polanski, Elmer Modlin huyó con su mujer Margaret y su hijo Nelson a un país lejano.
Encerrados en un piso oscuro, Margaret se dedicó a pintar la llegada del Apocalipsis, tomando a Nelson y a Elmer como modelos.
Treinta años después, cientos de fotografías y documentos íntimos de la familia aparecieron tirados en la acera como un rompecabezas, esperando que alguien imaginara una historia para los Modlin.”
Este es el sugestivo punto de partida de Una historia para los Modlin, el ganador al Goya al mejor cortometraje documental que nació del hallazgo casual de unos documentos personales en un cubo de la basura en la calle Pez de Madrid. No era material convencional: mostraba fotografías de un hombre y un chico desnudos y en extrañas posturas e incluso había cartas manuscritas del escritor Henry Miller. Los encontró el fotógrafo Paco Gómez que empezó a investigar su origen junto a su amigo Jonás Bel. De este material extraño y hasta terrorífico, el director brasileño afincado en Madrid Sergio Oksman ha confeccionado un filme que juega a recrear la historia de esta oscura familia de artistas fracasados que llegó a Madrid en los años 70 procedentes de Estados Unidos y convirtió su casa de la calle Pez en un refugio para sus actividades artísticas. La historia es digna del mismo Polanski, relacionado sin saberlo con el destino de la familia Modli.
Sergio Oksman ya había jugado con los límites de la realidad y la ficción, un poco en la línea de Fraude de Orson Welles, en el documental Notes on the Other (2009), aunque es más conocido por Goodbye, America (2006). En Una historia para los Modlin, el contraste entre lo real y lo posible se muestra de forma casi literal, ya que el cortometraje muestra unas manos que van enseñando las fotografías y los documentos encontrados mientras una voz va contando su posible historia, “como un trilero que actúa en directo”, explica el director.