publicado el 30 de agosto de 2013
Semblanza: William Friedkin
Marta Torres |
![]() |
French Connection |
A William Friedkin le tocó vivir una de las épocas más apasionantes de la historia del cine, justo cuando los cambios que había sufrido la industria (el fin de la época de los estudios y la llegada de la televisión) empezaron a dar sus frutos. Eran los años setenta y la sensación general era que el cine debía abandonar los alambicados oropeles de los años cincuenta, abrir las ventanas y dejar que el aire de la calle entrara en los vetustos estudios de Hollywood. Como muchos otros realizadores, Friedkin llegó al cine después de formarse en la televisión. Trabajó en el serial Alfred Hitchcock Presenta y, mucho más importante, se fogueó en la realización de directos y dirigió documentales como The people vs. Paul Crump (1965), sobre un condenado a muerte en el estado de Illinois. De manera que cuando Friedkin empezó a dirigir cine, aportó al nuevo medio su experiencia en rodajes exteriores con cámaras más pequeñas y manejables y el gusto por un cierto realismo social que llevó al extremo en su aclamado thriller policíaco French Connection (1971). El filme, que consiguió cinco Oscars, entre ellos mejor película y director, sirvió de bisagra entre el cine policiaco y el thriller actual.
Si French Connection es tan importante es justamente por estos dos factores a los que hemos hecho referencia: por las ansias de realismo del director, casi documentales, y por la manera de filmar que adoptó Friedkin, totalmente revolucionaria en una producción estadounidense y enfrentada directamente con lo que había sido Hollywood. La película es una adaptación de un caso real relacionado con el tráfico de drogas desde Francia hasta Estados Unidos. La mayoría de las escenas de la película fueron filmadas según los testimonios de los policías en los que se basa la historia y se hicieron con cámara al hombro, en decorados naturales y a la luz del día. Además, lo más importante, muchas escenas fueron dejadas casi al azar, lo que genera grandes dosis de tensión y violencia en la película. Pondré un ejemplo. French Connection impactó en su época y aún se recuerda por una extraordinaria persecución en coche entre el detective Jimmy «Popeye» Doyle (Gene Hackman) y un delincuente. La secuencia fue una imposición del productor, Philip D'Antoni, que quería emular el éxito de la persecución en coche de Bullit (Peter Yates, 1968) que protagonizaba un Steve McQueen impertérrito. Rodar la escena fue lo más complejo de la película y requirió cinco semanas de trabajo con resultados espectaculares. Sin embargo, hay una diferencia fundamental entre ambas persecuciones. Si en Bullit la secuencia se planificó al milímetro, en French Connection ni siquiera se cortaron las calles lo que provocó que el coche del especialista chocara con otros vehículos, cosa que no se había previsto inicialmente aunque se aprovechó en la sala de montaje. Friedkin introdujo el peligro en su película de forma literal y se nota. En Bullit, un Steve McQueen muy tranquilo conduce sin mover un músculo de la cara mientras que en French Connection, Gene Hackman está literalmente muerto de miedo. La escena en cuestión le costó al productor un juicio por imprudencia temeraria.
Dos años después, Friedkin trasladó su particular mirada al cine de terror y volvió a firmar una obra maestra con El exorcista (1973). Cuando Friedkin la dirigió, el realismo ya había entrado en el cine de terror de la mano de Roman Polansky (La semilla del diablo, 1968) o el mismo George Romero (La noche de los muertos vivientes, 1968), si bien con El exorcista, Friedkin logró llevar este principio de veracidad hasta el extremo que algunos fanáticos religiosos aseguraron que el diablo en persona estaba en el celuloide. El director fue requerido por Warner Bros para llevar a la pantalla uno de los best-sellers más polémicos de su época: El exorcista de William Peter Blatty, después de que el mismo proyecto fuera rechazado por Stanley Kubrick y John Boorman. También fue rechazado por intérpretes como Shirley MacLaine, lo que favoreció los intereses del director que apostaba por un reparto de caras poco conocidas que incluía a Jason Miller y al actor sueco Max Von Sydow.
El principal acierto de la película es su atmósfera claramente siniestra. Incluye planos tan reconocibles en la historia del cine como la llegada del Padre a la casa de la niña poseída, o las espeluznantes escenas en la habitación de ésta, de un naturalismo sucio al que contribuyen unos efectos especiales nunca vistos hasta la fecha y un lenguaje soez, inimaginable en esa época en boca de una menor de edad. También es destacable el seguimiento minucioso –el documental otra vez– de la posesión de la niña, que no escatima en detalles macabros e incluso escatológicos y que escandalizaron a unos espectadores ávidos de escenas fuertes. Friedkin huyó de la sutilidad de Polansky y mostró el horror y la violencia sin matices. Para ello, se cuenta que llevó a los actores al límite e incluso les obligó a trabajar a temperaturas bajo cero para lograr el efecto de vaho que se ve en algunas escenas de la película. En todo caso y más allá de las habladurías, el filme fue un éxito y realmente marcó un camino en el cine de horror hacia películas más duras, violentas y naturalistas.
Después de estas dos películas Friedkin no volvió a gozar del mismo éxito comercial a pesar de dirigir filmes como A la caza (1980) con Al Pacino, que impresionó por su manera directa de abordar la homosexualidad pero que quizá era demasiado realista para la época. La comunidad gay la condenó y el filme fue un fracaso comercial y de crítica. Friedkin no se rehabilitó hasta que filmó Vivir y morir en Los Ángeles (1985), otra vez un thriller realista, una historia de venganza y violencia que recuperó el nervio del mejor Friedkin pero que tampoco consiguió devolverle el favor de la industria. Quizá por este motivo su último trabajo, Killer Joe (2011) es un ejercicio cínico, una broma sórdida que roza la violencia pornográfica. Un toque de atención, sonoro como una ametralladora. Esperemos que el León de Oro a su carrera que ahora ha recibido en La mostra de Venecia ponga de nuevo las cosas en su sitio.