publicado el 22 de noviembre de 2013
Lluís Rueda | Gonzalo López-Gallego es todo un ejemplo de cianeasta estatal trabajando dentro del sistema de producción estadounidense y obteniendo buenos réditos con filmes de género y clara vocación comercial, Tras se début con Nómadas (2000), a la que seguiría la muy interesante El Rey de la montaña (2007) y tras la excepcional Apollo 18 (2011), una inteligente mezcla de cine de austronautas, ciencia-ficción vintage y filme de terror, nos llega Open Grave. La cinta es un sugerente filme que arranca con un personaje amnésico entre la pila de cadáveres de una fosa, un arranque escalofriante que poco a poco nos dibuja un survival filme con extraños caminantes y una casa en el bosque donde nada es lo parece. Filme de factura impecable y una apuesta de guión sagaz que se desarrolla de un modo en el que la identidad, la memoria y los actos del grupo de protagonistas supervivientes se han de revisar a medida que avanza la trama. Estamos ante un filme de zombis estilizado y muy psicológico cuyos mimbres conforman una sugerente génesis: buenas dosis de acción, experimentos científicos, y una atmósfera irrespirable son la garantía de un filme donde la figura del mad doctor a la manera de La Isla del doctor Moreau o Herber West reanimador planean especialmente a partir del segundo acto. Una película que aporta matices muy estimables y que no es en absoluto acomodaticia en su planteamiento. Lástima que el pase en el presente festival de Sitges se viera muy lastrado por errores técnicos que privaron a los espectadores de una continuidad imprescindible en el visionado. El bueno de López-Gallego acató la problemática con resignación y defendió su producto como lo que es, un buen thriller terrorífico.