publicado el 16 de noviembre de 2009
Después de un debut en Hollywood poco prometedor (Expediente 39), el director alemán Christian Albart presenta Pandorum, un oscuro thriller espacial, que es también un filme de terror y de acción con reminiscencias a Alien. La película es fruto de una historia del guionista Travis Milloy que fascinó a Paul W.S. Anderson, productor de Resident Evil y director de Horizonte Final. Por suerte, Pandorum guarda más relación con esta última película que con la primera, aunque en muchos casos se trate de una similitud más bien atmosférica y echada a perder a medio metraje por culpa de un guión demasiado confuso y una realización precipitada.
Marta Torres | La génesis de Pandorum, un siniestro thriller sobre viajes espaciales y supervivencia es algo alambicada y se produjo a raíz de la suma de circunstancias azarosas. Hecho que ha influido a mi entender en el resultado final. La idea surgió de una historia del guionista Travis Milloy (Just Like Mona) acerca de viajes espaciales que leyó el productor Paul W.S. Anderson, director de Horizonte Final, una interesante aproximación al terror y la soledad espaciales rodada hace diez años. El material era parecido y Anderson convenció a Jeremy Bolt, de Impact Pictures, y Robert Kulzer, de Constantin Film para producir el filme e hizo llegar el guión a Christian Albart. Por su parte, Albart, encontró similitudes con una historia de terror psicológico que él mismo estaba escribiendo llamada No Where, por lo que Albart y Milloy decidieron reescribir el guión fusionando elementos de ambas historias. El resultado se nota en el filme, que une elementos de un thriller psicológico con pocos personajes con las soluciones más trilladas de un filme de acción con monstruos mutantes, peleas y persecuciones.
El filme sitúa la historia en el terreno de un futuro nihilista y apocalíptico. La Tierra es un lugar inhabitable y superpoblado y es necesario emigrar a otros planetas para garantizar la supervivencia de la raza humana: los colonizadores viajan inconscientes e hibernados en el vientre metálico de una nave gigantesca perdida en el espacio profundo desde hace años, ignorantes del peligro que les acecha en su propia nave. Este es el escenario con el que se encuentran al despertar los astronautas Payton (Dennis Quaid) y Bower (Ben Foster): una nave gigantesca a oscuras, aparentemente vacía. Además, ninguno recuerda con exactitud las circunstancias que les llevaron a esta situación a causa del Síndrome Orbital Disfuncional (o Pandorum), que provoca desorientación, pérdida de memoria y alucinaciones. Esta primera parte, rodada con buen pulso para el suspense y centrada únicamente en dos personajes, es lo más interesante que nos propone Albart en su película. El director consigue inquietar al espectador gracias a un buen uso del fuera de campo –lo que no muestra al espectador – y a un dominio pasable de los mecanismos del thriller que poco a poco irá virando hacia el terror. Esta transición, de lo mejor del filme, nos presenta la nave casi como una cueva suspendida en el espacio, habitada por ruidos extraños y figuras blanquecinas entrevistas en la oscuridad que tienen bastantes puntos en común con las criaturas subterráneas de The Descent y mucho que agradecer al estupendo diseño de producción de la película, que ha optado por el escenario real en detrimento de los decorados generados por ordenador.
No obstante, muy pronto la acción tomará otros derroteros y abandonará parte de la atmosfera fantasmal de esta primera parte para adentrarse en los caminos más trillados de las películas de acción. La película se convierte entonces en una persecución rodada a trompicones y el guión se pierde en explicaciones confusas y en giros innecesarios pensados para contentar a una industria que solo cree en los finales felices y en entretener a un público adolescente. A Pandorum, que contaba a priori con una idea interesante y medios para llevarla a cabo, le pierde el exceso: de ideas, de elementos, de situaciones y la absurda obsesión por introducirlas todas en poco menos de dos horas de metraje además de la poco disimulada intención de lanzar a la fama a la actriz alemana Antje Traue en un papel que recuerda muchísimo al que hacía Milla Jovovich en Resident Evil.