publicado el 4 de abril de 2011
Lluís Rueda | Jonathan Liebesman, responsable de la mediocre cinta de horror En la oscuridad (Darkness Falls 2003) es el realizador de la última incursión extraterrestre que llega a nuestras pantallas, en este caso beligerante y orquestada como una enorme batalla militar en la que un escuadrón comandado por un sargento veterano (Aaron Eckhart) debe luchar por liberar rehenes y desactivar el embate alien. Si nos atenemos a los últimos ejemplos que han llegado a nuestras carteleras sobre esta nueva ola de películas con invasión extraterrestre Invasión en la Tierra queda muy por debajo en parámetros cinematográficos tanto de la la ácida Distrito 9 (District 9, 2009) de Neill Blomkamp como de la muy irregular Skyline (Id.,2010) de Colin Strause. Sobre este último filme cabe decir que pese a su inoperancia general, como poco aportaba algunas ideas estimulantes: véase ese arranque en el que la ciudad de Los Angeles se ve invadida por unas extrañas luces que arrastran al suicidio a aquellos que caen bajo su embrujo.
Invasión a la Tierra es una cinta de ambiciosa factura que traza su predecible devenir en una suerte de sucesión de misiones de videojuego que, a su vez, van precedidas de algunas vergonzantes escenas dramáticas que preceden al salto de pantalla. Hablamos de pasajes melodramáticos de exposición edulcorada que normalmente un jugador se saltaría para fajarse en una tormenta de balas y emboscadas. La estructura del filme es la de un videojuego bélico a la manera de Call of Duty y, por tanto, su mecánica, todo familiar y sencilla resulta aburridísima para un espectador-consumidor acostumbrado a ser protagonista en este tipo de adictiva actividad. Fíjense que ya ni cito a las posibles víctimas potenciales ajenas a la experiencia Arcade.
Acaso en la disposición de las batallas, bien orquestadas y con ese aroma shooter, podemos ubicar nuestra bouqué de espectador familiarizado con un cine bélico trapidante que pudiera evocarnos a Black Hawk Derribado (Black Hawk Down, 2001) de Ridley Scott pero bajo los parámetros de indefinición que maneja Liebesman acabamos en un territorio cinematográfico pantanoso que, en ocasiones, apunta guiños a Monstruoso (Cloverfield, 2008) de Matt Reeves cuando no la inmediatez y la desenvoltura de la citada Distrito 9. El cine de acción de esta década incipiente técnicamente resulta abrumador, eso es un hecho bastante irrefutable, y como no podía ser de otro modo las secuencias de brega del filme resultan apabullantes y atrapan nuestra atención sin remedio, pero más allá de esta premisa, Invasión a la Tierra es una película tan atascada en su pomposa concepción que acaba por agotarnos. De mérito, cabe señalarlo, es tanto su diseño de producción como su inabastable repertorio infográfico, acaso lo único que el filme promete y cumple. Todo lo demás resulta accesorio, incluso unos extraterrestres con unas motivaciones ambigüas, un sentido desnaturalizado y una causa peregrina.
Aguardaremos a la próxima horda alien disfrazada de producto mainstream con la esperanza de que la ubicación dramática en el devenir de la acción pueda aportarnos algo de empatía para con los personajes que manejan nuestra consola imaginaria. Quizá un nuevo visionado de ]La guerra de los mundos (War of the worlds, 2005) de Steven Spielberg pueda hacernos más llevadera la espera, tan sólo es una idea balsámica. La veda de caza de extraterrestres parece estar abierta, pónganse un casco para repeler los cascotes y ármense de paciencia.