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publicado el 12 de noviembre de 2005

Fantasmas del pasado

Lluís Rueda | Jaume Balagueró es el realizador de género fantástico con el discurso más personal y el universo propio más reconocible de la actual cinematografía española. El realizador catalán ha sabido construir a partir de ciertos retazos lynchianos y toda una simbología inspirada en el bondage y en la iconografía dark todo un magma de pulsiones estéticas bien anidadas en un discurso clásico y efectivo. En Frágiles, el director ha marcado distancia respecto a sus primeros trabajos y ha construido un filme que busca un equilibrio casi matemático entre un discurso emocional y una sofisticación del suspense cuyo más inmediato referente es el thriller clásico de directores como Jack Clayton o Alfred Hitchcock. Pero Balagueró tampoco ha perdido de vista las reglas imperantes en el nuevo cine de terror asiático y, de un modo más determinante en Frágiles que en cualquiera de sus anteriores filmes, pone en práctica un ejercicio de estilo que lo aleja de la recurrente batería de fórmulas videocliperas imperante en los noventa, sus perímetros formales son ahora mucho más elegantes y precisos. Frágiles es una propuesta en la que el espacio (los decorados) y el tiempo, se dilatan y cada sonido, sombras o puertas entornadas se convierten de inmediato en unas presencias intangibles. El filme, ambientado en un viejo hospital infantil británico, administra con singular maestría el espacio fronterizo de ese viejo edificio que puede servir de puente o baliza entre aquellos que parecen muertos en vida (como la enfermera interpretada por Calista Flockhart) y las voces del pasado que toman cuerpo a través del horror colectivo. Y es que Frágiles hace referencia a un estado anímico y mental, se materializa a través de un traumatismo real (como ese hueso quebradizo que protagoniza el prólogo del filme) y de otro psicológico, mucho más peligroso y más irracional si cabe.

Frágiles es una apuesta ambiciosa, sin ser una gran superproducción ofrece un más que digno acabado en el que brilla la producción artística y la dirección de fotografía. Filmax parece haber encontrado en Balagueró un valor seguro que permite acelerar la maquinaria de producción hacia un modus operandi marcadamente internacional, por ello Frágiles es un paso adelante, un filme que deja atrás proyectos que hibridan la histórica serie B europea y demás concepciones exploit para subir un peldaño más.

Pero quizás el mayor acierto del filme se halle en aquello a lo que no renuncia, Balagueró no juega a ser quién no es, Frágiles es horror, miedo en estado puro, y esa es la mejor declaración de intenciones que puede ofrecernos.

El director de Los sin nombre ha adquirido una experiencia nada desdeñable en su trabajo con los actores, por ello Frágiles plasma con extraordinaria sutilidad los matices psicológicos femeninos y, aunque de tanto en tanto caiga en ciertas redundancias, no cabe duda de que sabe sacar partido como pocos a los primeros planos y los silencios. Frágiles ofrece un montaje milimétrico que permite que las secuencias respiren al ritmo prudencial que requiere el espectador, y eso es algo que en Darkness se echaba en falta. Pero quizás el mayor acierto del filme se halle en aquello a lo que no renuncia, Balagueró no juega a ser quién no es, Frágiles es horror, miedo en estado puro, y esa es la mejor declaración de intenciones que puede ofrecernos. Muñecas despedazadas, juguetes que cobran vida y demás objetos que nos remiten a Mario Bava o a Antonio Marghereti están tan presentes en el cine de Jaume Balagueró como sus adorados objetos quirúrgicos de épocas pretéritas. Cualquier objeto encontrado al azar puede provocar en la mente de Jaume Balagueró un mecanismo creativo que lo convierte en una historia, algo de ello tiene su nuevo filme, un escalofrío sugerido por el hallazgo de un viejo rollo de celuloide que, con ayuda del guionista Jordi Galcerán, ha acabado convirtiéndose en un guión brillante. El resto es puro talento tras la cámara y detalles tan exquisitos como la música de Roque Baños o el trabajo artístico de Alain Aimée.


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