Jodidos extraterrestres

Lluís Rueda | Conectando con cierta tradición británica de comedia trufada de fantástico o viceversa, aterrizó en el pasado Festival de Sitges Attack the Block, un filme que recogió el Premio del público, el premio de la crítica y el de la Mejor BSO. La propuesta, guionada y dirigida por Joe Cornish, está formulada como un divertimento en estado puro que funciona como un reloj en cuanto a su naturaleza de comedia y como un interesante fresco de invasiones extraterrestres perfilado con imaginación, estética impecable y un presupuesto sorprendentemente menor. Uno de sus mayores aciertos reside en que el humor ácido siempre impera sobre el elemento terrorífico, que lo hay, de manera que el filme se concede ciertas dosis de irreverencia pero siempre dentro de un orden adecuadamente blanco. Attack the Block, si bien puede considerarse un filme de invasión extraterrestres oscuro y vitriólico a partes iguales, juega la carta de la crítica social y nos regala un fresco de los barrios marginales y residenciales del sur de Londres muy efectivo.

En una primera impresión, la premisa de que cinco adolescentes de barrio la tomen con un puñado de feroces aliens, como si fuera una cuestión territorial, se me antoja francamente sensacional; uno no puede dejar de empaparse, desde el arranque del filme, de un sinfín de referentes entre los que citaremos clásicos como Gremlins (Joe Dante, 1984) y Critters (Stephen Herek, 1986), amén de poseer ciertos elementos que la emparentan con clásicos modernos del survival-bizarre entre los que destacaríamos la espléndida y astracanada Planet Terror (Robert Rodrígez, 2007) o la francesa La Horde (Yannick Dahan, Benjamin Rocher, 2009), cuyo desarrollo básico se da también en un bloque de pisos en el que un grupo de indeseables se las ve, en este caso, con un ejército de infectados. Pero, Attack the Block, a la sazón, destila un sabor genuino y transita por cierta tradición de humor británico surrealista heredado directamente de series de éxito como The Youngs e incluso juega con cierta inflexión, esta sí puramente sci-fi, que pude llegar a sugerirnos algún capítulo de la mítica serie Dr. Who. En la parcela del reparto destaca la presencia en el filme de Cornish de Nick Frost, actor que, junto a Simong Pegg, ha abanderado una nueva generación de cómicos dispuestos a parodiar toda suerte de subgéneros, desde las películas de zombis, Zombies party (una noche... de muerte) (2004) a las body movies norteamericanas como Arma fatal (2007), ambas dirigidas por Edgar Wright. La clave de Attack the Block, precisamente se sitúa en esa órbita, la de reformular ciertos blockbusters norteamericanos con un distanciamiento sano y un sentido del humor negro / beodo que conecta perfectamente con el público de manera directa y sencilla.

Es, precisamente, la agilidad y el ritmo, magnífico, de Atack the Block lo que permite a sus actores, desde el el joven Jonh Boyega -lider de la banda de chicos inadaptados- a secundarios como el citado Nick Frost, lucirse en un conjunto en que cada gag está bien sujeto al gracejo cockney con el que se reviste cada secuencia, de manera que la combinación de acción, diálogos hilarantes y situaciones grotescas conforman un espectáculo de primera. En cierta manera, esa es la razón por la que Atack the Block se sitúa en las antípodas del último filme en el que participó Nick Frost junto a Simon Pegg (y del que fueron guionistas), Paul (2011, Greg Mottola), una cinta con extraterrestre y pretendidos aromas a los relatos de Frederick Brown que resulta tan naïf como cargante. Atención a la banda sonora de Steven Prince, Felix Buxton y de Simon Ratcliffe, de Basement Jaxx y a momentos impagables como aquel en que un alien se las tendrá que ver con el grupo de princesas de barrio que frecuentan nuestros menudos héroes callejeros, monstruos del espacio que, por cierto, sorprenden por su ferocidad y simpleza. Casi todo en Attack the Block funciona, y lo mejor es que se trata de una película familiar, mordaz y desacomplejada.