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publicado el 10 de noviembre de 2004

Delirios freudianos

Lluís Rueda | Una buena parte de las novísimos realizadores que han aparecido en el panorama cinematográfico español en los últimos años apuestan claramente por el fantástico. La mayoría provienen del mundo del cortometraje y otros como el caso del debutante David Carreras de la publicidad. Hipnos, su opera prima basada en una novela de Javier Azpeitia, apuesta claramente por un look visual que no solo la emparenta con tendencias más o menos hedonistas (al estilo de un David Fincher), si no que también con la elegante plasticidad del nuevo terror procedente del territorio asiático. El contenido altamente iconográfico de las imágenes y el sabio manejo de los silencios nos remiten claramente a trabajos como The Ring (Ringu, 1998) de Hideo Nakata o The Eye (Gin gwai, 2002) de los hermanos Pang.

Hipnos es una propuesta valiente que se aleja del terror fast-food made in Hollywood (me refiero a sofisticados bodrios como Ghotika) y pone cierta voluntad en recuperar los esquemas más provocadores de directores como David Lynch o David Cronenberg.

Para ello David Carreras nos sitúa en un recóndito centro de salud mental, donde una joven psiquiatra (Cristina Brondo) tratará de ayudar a una niña que ha quedado en estado de shock tras presenciar un brutal asesinato. Un taimado doctor y un enfermo mental peligroso entre otros inquietantes personajes, precipitarán a la joven hacia una teoría conspirativa donde nadie parece ser quién dice. Ese es el punto de partida argumental de un thriller que acaba mudando su piel para convertirse en algo más que una propuesta convencional.

Hipnos es un trabajo que asume riesgos poco comunes en el cine español, al igual que el Agustí Villaronga de Tras el cristal (1987) o 99.9 (1997), D. Carreras apuesta por la sordidez indisimulada en un discurso plagado de personajes al límite cuya decadencia moral se muestra en pantalla sin ningún tipo de tapujos. Pero la valentía de este trabajo –en las antípodas de medianías como Tuno negro (2001) de Pedro L. Barbero y Vicente J. Martíno o Más de mil cámaras velan por tu seguridad (2003) de David Alonso– no le exime de cierta crítica: pues su provocadora bajada a los infiernos a menudo queda gratuitamente edulcorada con forzadas piruetas videocliperas (como esas abruptas transiciones tan inecesarias).

Hipnos es un trabajo que asume riesgos poco comunes en el cine español, al igual que el Agustí Villaronga de Tras el cristal o 99.9, D. Carreras apuesta por la sordidez indisimulada en un discurso plagado de personajes al límite cuya decadencia moral se muestra en pantalla sin ningún tipo de tapujos.

Pero obviando estas nimiedades de principiante, cabe destacar el buen partido que David Carreras sabe sacar de los espacios vacíos, gélidos, irreales, del centro de salud mental, moviendo la cámara lo imprescindible y buscando la turbia belleza en cada encuadre. Ya en los títulos de crédito, donde la niña en estado de shock es sometida a una exploración genital, intuímos la mano alargada de Cronenberg. El universo glacial y provocador del director canadiense es asumido por Carreras sin tapujos e Hipnos acaba siendo un ejercicio esforzado que se mueve en los mismos patrones narrativos de la fenomenal Spider (2002) de David Cronenberg.

Sería una lástima que Hipnos pasase desapercibida por nuestra cartelera, hacía mucho tiempo que no veíamos una produccón española tan estimulante y radical. El acierto de David Carreras, más que su fijación por ciertas pautas de modernidad (a veces no del todo bien asumidas por su propensión al frenesí de la imaginería publicitaria), se haya en su desparpajo narrativo: en su renuncia a la facilona explotación de clichés y convencionalismos, y en su apuesta por el terror más descarnado y epidérmico.

En el plano actoral cabe mencionar el estupendo trabajo de la actriz catalana Cristina Brondo, y la de secundarios de lujo como Natalia Sánchez o Demián Bichir. Caso a parte es la presencia puntual del gran Carlos Lasarte, actor de voz seductora y rasgos inquietantes que va camino de convertirse en un todo un icono del cine fantástico español.


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