publicado el 16 de noviembre de 2012
Marta Torres | Comedia fantaterrorífica británica que prometía mucho más de lo que finalmente ha dado de sí, en parte por la presencia del genial actor Simon Pegg, conocido por obras tan sublimes en este subgénero que mezcla horror con comedia como Hot Fuzz o Shaun of the Dead. La película ha sido producida, escrita y dirigida por Chris Hopewell y Crispian Mills, músico muy influenciado por la cultura de los setenta, hijo de la actriz Hayley Mills, que se hizo famosa en los estudios Disney, y el director Roy Boulting.
La película se centra casi exclusivamente en un único personaje, un escritor neurótico interpretado por un histriónico, aunque efectivo, Simon Pegg, en pleno proceso creativo entorno a un libro sobre asesinos en serie, que se obsesiona con la muerte y los asesinatos, concretamente el suyo propio. Lo más remarcable de la película es su estilo visual, que recuerda a ratos al Tim Burton más humorístico y otras veces a Las Fantásticas aventuras de Lemony Snicket. La película es en buena parte de su metraje un gag recurrente que va repitiéndose con mínimas variaciones y que se aguanta gracias a un Simon Pegg muy entregado a la causa. El resto es una comedia amable ligeramente negra y diríamos que hasta convencional.