publicado el 16 de noviembre de 2012
Lluís Rueda | A la manera de la mítica serie Twilingth Zone se nos presenta esta recopilación de historias que tienen como nexo común la incursión de una serie de sujetos en una casa ajena y el hallazgo de unas inquietantes cintas de video VHS. El filme, lastrado por su condición episódica resulta un tanto irregular pero en el común denominador ofrece como poco dos historias interesantes y una sencillamente superlativa (la última de la cinta).
Centrémonos en ellas: audaz en su manera de jugar con el punto de vista, y coordinando con inteligencia su condición mockumentary la primera historia nos sitúa en una fiesta estudiantil que se va de las manos cuando una de las chicas del grupo se transforma en una bestia sexual más hambrienta de lo recomendable. En la tradición de un filme La mujer pantera y con ingentes dosis de sangre y violencia aseguradas resulta, sin duda, un comienzo estimulante. Tras otro episodio intrascendente sobre una asesina en un motel de carretera que resulta cómplice y amante de la protagonista tenemos un relato que rompe la sintonía de la estricta grabación VHS para incorporar en su resolución visual pantallas de ordenador. Se trata de una historia de fantasmas en la que el arte de la manipulación psicológica está siempre presente aunque el relato queda abierto hacia un final incómodo, sádico y un tanto perturbador.
Tras otro intrascendente episodio de un asesino en un bosque cuya imagen siempre vemos como si en su radio de acción la cinta del de video estuviera arrugada (poco más aporta este sanguinolento pasaje), pasamos a la historia más potente de V/ H/ S. En la última de las cintas halladas un grupo de chicos son invitados a una fiesta de halloween a un caserón abandonado donde una serie de sujetos trtan de exorcizar a una bruja, creyendo que se trata de un episodio de violencia los jóvenes intentan socorrerla y se encuentran atrapados en una pesadilla en la que las puertas desaparecen, las ventanas menguan y extraños cuervos vuelan de estancia en estancia. Un tour de force poderoso a nivel visual y con escenas de levitación antológicas, lo mejor de una cinta colectiva en la que el relato que cohesiona es tan intrascendente como innecesario.