publicado el 16 de noviembre de 2012
Pau Roig | Cada año aparecen en Sitges una o dos películas precedidas de una polémica perfectamente orquestada desde los despachos de la productora y / o distribuidora de turno, películas presuntamente “gamberras” y provocadoras de las que a los pocos meses de su estreno ya nadie se acuerda ni quiere acordarse. Ocurrió con títulos tan lamentables como Grace (Paul Solet, 2009) o A serbian film / Srpski film (Srdjan Spasojevic, 2010) y es probable que ocurra también con el que ahora nos ocupa, debut en la dirección de Richard Bates Jr. y extensión / derivación de un cortometraje de idéntico título original filmado por él mismo cuatro años atrás. Excision tiene, de hecho, todos los ingredientes de un filme indie destinado ya antes de su estreno a convertirse en una obra de culto: la presencia de un variopinto grupo de actores secundarios de indudable reclamo (Ray Wise, Malcolm McDowell, la exactriz porno Traci Lords, el realizador John Waters) y una trama diseñada a partir de los más groseros patrones de la explotación comercial, incluidos plagios torpes y muy mal asimilados del cine de Todd Solondz. La historia de una adolescente desquiciada y de su familia aparentemente perfecta pero en realidad tan desquiciada o más que ella, incapaz encima de asumir su propia ineptitud, se articula a partir de la efectista sucesión de escenas de impacto concebidas como una boutade alrededor del “American way of life” y de algunos de sus símbolos más preciados (la religión, los buenos modales, el “qué diran”, la doble moral, la represión sexual), carece de trasfondo y sólo puede contemplarse como un chiste malo (y encima escatológico).