publicado el 14 de junio de 2013
Marta Torres | El thriller y el cine negro suelen estar construidos entorno a un secreto, a menudo traumático, de manera que lo ausente, como en un agujero negro o un huracán, es el centro de gravedad de toda la historia. En Trance, de Danny Boyle, este recuerdo omitido, un cuadro robado, funciona como una puerta de entrada a la mente de nuestro protagonista, un ladrón que ha olvidado donde escondió la pieza sustraída, de manera que la resolución del enigma bebe directamente de los mecanismos del psicoanálisis. El cine negro se convierte así en un viaje mental de connotaciones freudianas.
Con el Hitchcock de Recuerda (1945), Origen (2011) de Christopher Nolan y el giallo como referencias, Danny Boyle desmonta el thriller psicológico y el mito del atraco perfecto y nos muestra un elaborado espacio de muñecas rusas y niveles interconectados que parece montado por asociación de ideas. La película parece estar siempre al borde de lo onírico y resulta fascinante en su forma, como si fuera un sueño lúdico sin mucho sentido o un envoltorio de colores. A este aire juguetón se añade el hecho de que Boyle, que siempre se muestra ambicioso y demasiado serio en sus trabajos, ha revestido su artefacto con un toque de sentido del humor (lo que no es muy freudiano) y de allí vienen los mejores hallazgos de la película (esa patética panda de ladrones o el pubis depilado que se convierte en una clave de guion).
Además del humor, Boyle opta por la sensualidad –y a veces por la sexualidad- para construir las relaciones de violencia y dominación de la película. La psicoterapeuta Elizabeth (Rosario Dawson) se convertirá así en el personaje dominante de la trama y desde él se establecerán las relaciones de poder que tiene sus vértices en el líder de la banda de ladrones (Vincent Cassel) y el subordinado que olvidó donde guardó el cuadro (James McAvoy).
Trance es una sofisticada y disfrutable golosina construida entorno al sexo, la sensualidad, la dominación, el psicoanálisis y el puro juego entorno al cine negro. Mi consejo es que se dejen llevar sin pensar demasiado y la disfruten. Les dejará el regusto de un sueño agradable que no pueden recordar del todo.