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publicado el 23 de diciembre de 2013

Apuntes para un paseo espacial. Un viaje metafísico

Marta Torres | He aquí algunas de las asociaciones de ideas que me provocó el visionado de la película:

1. 'La invención de Hugo' es una película en 3D de Martin Scorsese que rinde un sincero homenaje a la magia del cine original, encarnada en la figura de George Méliès. También es un canto nostálgico a una época inocente y abierta a lo maravilloso que el cine actual ha dado definitivamente por perdida.

2. No hay imagen más desoladora que la de un astronauta flotando en el espacio. La imagen tiene algo que nos recuerda a un bebe flotando en un vientre muy grande y muy vacío. Lo que nos lleva de inmediato a la imagen del recién nacido de Stanley Kubrick en '2001, Una odisea en el espacio'.

Durante los poco más de 90 minutos que dura la nueva película de ciencia ficción de Alfonso Cuarón, Gravity, es difícil sustraerse a la idea de que estamos asistiendo a un renacimiento. En primer lugar, al del astronauta que queda atrapado en el espacio y debe rehacerse a sí mismo para sobrevivir, pero sobretodo, al renacimiento del propio cine, que recupera en esta película el espíritu maravillado de las primeras producciones cinematográficas, de aqui la mención a La invención de Hugo, rendido homenaje al cine de Méliès, heredero de las primeras proyecciones cinematográficas, las que se hacían en barracas de feria y equiparaban el cinematógrafo a un aparato casi mágico, misterioso. Gravity es un espectáculo en el mejor de los sentidos y es también una experiencia vital que nos lleva a un terreno en el que apenas nadie ha estado, al menos de forma física y tangible, el espacio.

Empieza la película con un majestuoso plano secuencia que nos muestra un paisaje tan hermoso como terrorífico, la ionosfera, donde operan las naves transbordadoras y las estaciones espaciales. En este espacio flotan, sujetos con correas blancas que parecen cordones umbilicales, los protagonistas de la historia: un astronauta que aborda su última misión (George Cloney) y una doctora sin experiencia en el espacio (Sandra Bullock). Un accidente fortuito, que tiene mucho que ver con la basura que los hombres dejamos en órbita, acaba con la misión y les deja a la deriva. Comienza aquí un viaje acelerado en pos del oxígeno, la vida y la línea de Kaman. Gravity nos lleva a un territorio suspendido y nos deja allí, angustiados. A la espera de que el remolino de los acontecimientos nos engulla. La película es una lucha sin filigranas argumentales por la supervivencia que se sirve de un guion minimalista y un casting compuesto por dos actores. El mecanismo es parecido al de películas que basan su fuerza en las restricciones físicas, Enterrado, de Rodrigo Cortés, sería un buen ejemplo, ya que comparte con ella no sólo la claustrofobia de encontrarse en un espacio sin apenas aire (Gravity llega a ser claustrofófica a pesar de la inmensidad del espacio) sino el objetivo de hacer sentir al espectador la angustia del protagonista y convertir su visionado en una experiencia física, en ocasiones cercana el pánico. De aquí el recurso a los largos travellings, el tiempo real y el punto de vista en ocasiones subjetivo, aunque a veces la sensación es que flotamos acompañando a los protagonistas, como fantasmas espaciales.

Sin embargo, el filme sería un mero artificio si no estuviera dotado también de una rara belleza, acompañada de forma sublime por la banda sonora de Steven Price. La película hace de la física newtoniana un arte, del espacio sin direcciones un limbo transformador lleno de iconos casi metafísicos (esa imagen del astronauta flotando en la estación internacional, como un recién nacido en una matriz), si no pudiera, por tanto, trascenderse a sí mismo.


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