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publicado el 7 de abril de 2014

Pau Roig | Festival MOT

David Roas:
"El monstruo tiene que dar miedo, es una amenaza, no puede ser tu vecino ni tu compañero de pupitre"


David Roas en el vermut literario del MOT

En los tiempos de crisis y confusión que vivimos no podemos más que celebrar que los ayuntamientos de Girona y Olot hayan unido esfuerzos para organizar del 1 al 12 de abril un festival literario de primer orden y clara vocación internacional, abierto además a otras disciplinas como el cine, la televisión o el cómic. Con la presencia de 15 autores nacionales e internacionales y más de cuarenta actos programados, desde conferencias y presentaciones hasta exposiciones, menús gastronómicos, sesiones de cine y vermuts literarios, el MOT nace además con la idea de quedarse: la voluntad de los organizadores es repetir la cita dedicándola cada año a un género diferente.

Albert Sánchez Piñol, autor de éxitos editoriales como La pell freda o Victus, responsable de la sesión inaugural "Els monstres fantástics d’avui" (Los monstruos fantásticos hoy), Cristina Férnandez Cubas, la joven autora rusa Anna Starobinets o el escritor mexicano Ignacio Padilla han sido algunos de los nombres destacados del certamen, que también ha contado entre otros con el editor Jacobo Siruela, Èlia Barceló, Fernando Iwasaki, Félix J. Palma, José Manuel Cabado Trabado, Marc Pastor, Víctor Martínez-Gil, Carles Batlle o el director del Festival de cinema fantàstic de Sitges, Àngel Sala, protagonista junto al periodista Pep Prieto y al profesor especializado en cine Iván Pintor de una animada mesa redonda sobre “Literatura y cine fantástico”. El encargado de dirigir el cotarro ha sido el escritor y profesor de Teoría de la Literatura y Literatura Comparada en la Universitat Autònoma David Roas (Barcelona, 1965), autor de los libros de cuentos y microrelatos Los dichos de un necio (1996), Horrores cotidianos (2007), Distorsiones (2010, ganador del VIII Premio Setenil al mejor libro de cuentos publicado en España), e Intuiciones y delirios (2012), y de la novela La estrategia del koala (2013). Especialista en literatura fantástica, ha publicado, entre otros, los ensayos La sombra del cuervo. Edgar Allan Poe y la literatura fantástica española del siglo XIX (2011) y Tras los límites de lo real. Una definición de lo fantástico (2011; IV Premio Málaga de Ensayo).

Si no me equivoco, el festival MOT 2014 es un encargo.

Sí, la idea de “Lo fantástico” surgió de los organizadores, y en buena medida gracias al éxito del congreso que organicé en noviembre del 2012 en la Universitat Autònoma de Barcelona, al que La Vanguardia dedicó dos páginas de su suplemento de cultura [“Visiones de lo Fantástico en la cultura española contemporánea. I Congreso Internacional sobre lo fantástico en narrativa, teatro, cine, televisión, cómic y videojuegos”], y también de Albert Sánchez Piñol, que recomendó mi nombre, tuve la suerte de ser el elegido.

¿Hubo alguna condición previa, alguna imposición?

No, enseguida nos entendimos. Ellos querían un festival para promover Girona y Olot pero sabían que no se podía tirar solo ni con escritores locales ni sólo catalanes, tenían claro que lo más importante era darle visibilidad al festival, que cada año será sobre un género diferente, y me pidieron que hiciera propuestas: querían trabajar con nombres que tentaron pero que no acabaron de caer –Stephen King fue uno de los primeros–, yo les recomendé una serie de escritores y en ningún momento me dijeron este sí o este no… Digamos que los autores catalanes y españoles fueron propuestas mías y las dos estrellas estaban dentro de una lista más amplia que gestionaron los propios organizadores… No querían un festival sobre “Lo fantástico” estricto, y mi idea fue buscar a gente que representara bien “Lo fantástico”, la ciencia ficción y el fantasy.

¿No son tres géneros distintos?

Los organizadores tampoco lo tenían muy claro, su idea de “Lo fantástico” era bastante parecida a la que se ha aplicado en el cine: una cosa que iba entre Stephen King y J. R. R. Tolkien con la ciencia ficción de por medio. Acepté que entrara todo con la condición de dejar los conceptos claros, por eso hemos colgado unos plafones en la sede del festival con mi definición de cada cosa para guiar un poco a la gente. Quería dejar claro que Cristina Fernández Cubas no está haciendo lo mismo que Elia Barceló, y que Elia Barceló no está haciendo lo mismo que Carles Batlle…


¿Es un problema la falta de definición de “Lo fantástico” de cara al público?

Sí, lo que más cuesta es hacer ver al lector no especializado que esa cosa que estamos acostumbrados a llamar “Lo fantástico” en las librerías y las editoriales no es exactamente lo que ellos piensan: Tolkien no es fantástico, es literatura maravillosa, lo que hace E. T. A. Hoffmann, o Piñol o lo que hago yo es literatura fantástica, mientras que Asimov y Ballard se mueven más en la ciencia ficción. Mi idea de lo fantástico siempre es la de una historia muy cotidiana dónde lo imposible irrumpe provocando un efecto de inquietud. La ciencia ficción, con muchas variables, trabaja siempre con el marco de lo posible; más allá de los híbridos, la ciencia ficción nunca trabaja con lo imposible, trabaja con lo posible dentro de un marco que la ciencia del momento permite, no sólo la ciencia futura, también la actual (H. G. Wells trabajaba en el presente de su época victoriana), mientras que el fantasy o lo maravilloso presenta mundos inventados en los que cualquier cosa es posible.


Àngel Sala (Festival de Sitges) participó en una mesa redonda del MOT

El MOT no es sólo un festival literario sino que abarca también otras disciplinas…

Sí, es una cosa que tenía muy clara, fue insistencia mía: aunque es un festival literario yo no quería que fueran dos semanas dedicadas sólo a la literatura; inicialmente había programadas conferencias sobre cine que al final se sustituyeron por la mesa redonda con Ángel Sala, porque intentamos fichar a directores y todos están rodando o montando… Meter al menos un día de cine o un día de cómic me parecía necesario porqué no podemos hablar de lo fantástico sin ver lo que está pasando en otras disciplinas. La idea principal es que el público que venga vea que la literatura no es una cajita cerrada, otra cajita el cine y otra el cómic, sino que hay mutuas relaciones y mutuas interferencias… Ahora mismo es imposible escribir sin la referencia del cine: yo no entiendo que un escritor diga que el cine no lo ha influido si lo lleva consumiendo desde que ha nacido.


Pero la teoría sobre la literatura fantástica y la teoría sobre el cine fantástico parecen ir por caminos divergentes…

El cine tiene un gran problema, que está contaminando también a la literatura y a otras artes, y es que ha tratado de borrar sus límites utilizando un término que al final sólo genera confusión, que si cine de fantástico y/o de terror, que si cine tal… Star trek no puede estar en la misma casilla que Tiburón y las dos junto a La caída de la casa Usher de Roger Corman, por citar un clásico, son películas que se parecen en muy poquito o en casi nada. El cine de terror quizá es el que está un poco más claro, porqué al menos hay un efecto en común, pero ¿qué es el cine fantástico?


Según tu teoría el miedo es un ingrediente fundamental de “Lo fantástico”.

Para mí sí, pero un miedo que hay que evaluar, en el sentido que un relato fantástico no tiene que ser necesariamente una historia de sustos. La irrupción de lo imposible hace que te cuestiones tu idea de la realidad, y eso provoca inquietud, aunque en clase y en conferencias hay gente que sostiene que Carta a una señorita en París de Julio Cortázar, sobre un vomitador de conejitos, no provoca miedo; a lo mejor no te pone los pelos de punta pero si piensas que eso no puede ser pero está ocurriendo hay una sensación de inquietud. Hay muchos miedos, ese no es el miedo que te puede producir La matanza de Texas o Hannibal Lecter, que es un asesino real, o el miedo de Cuando ruge la marabunta o de Tiburón, que no sé si sería fantástico…

Entonces el torture porn no entraría en la categoría de “Lo fantástico”…

Para mí no. Aunque es una exageración brutal, en Saw no hay nada de imposible, no hay nada que altere la estructura la realidad. Antes se empleaba mucho el término sobrenatural, que no me gusta porque remite a lo religioso; a mi me funciona el término imposible y Saw puede ser terrorífica pero no es imposible. Produce un miedo de carácter natural pero no hay un conflicto real / irreal. Este conflicto a veces se puede manifestar de forma muy horrible, como en una película de vampiros o zombis a la vieja usanza, ahí se junta todo, pero hay otras veces que no, que lo fantástico produce una inquietud que yo llamo metafísica porque va más allá de tener miedo a que venga un psicópata a matarte. Pero a veces los miedos se juntan, como en La noche de Halloween o la primera Pesadilla en Elm Street

El MOT ha escogido “Lo fantástico” en su primera edición porque es un género que está de moda, pero quizá más por la televisión y el cine que por la literatura.

Me lo han preguntado en varias entrevistas pero no sé porque se ha escogido el género fantástico en concreto, creo que los organizadores han visto que esa cosa llamada fantástico, en sus más diversas manifestaciones, está muy viva. Es evidente que el cine y la televisión es lo más inmediato y lo que más consumidores tiene, pero ahora hay muy buena gente haciendo literatura fantástica en catalán, en castellano y en otras lenguas. Con Juego de tronos, The walking dead o la saga Crepúsculo, que jode pero es una historia de vampiros, fantástica, es verdad que se ha creado mucho interés, pero no sé si la gente que ve Juego de tronos luego se va a comprar las novelas… A algún lector le despertará curiosidad por la literatura, seguro; ayer mismo en la conferencia de Cristina Fernández Cubas [sus cuentos son de lectura obligatoria en secundaria en Catalunya este año], vinieron un grupo de estudiantes expresamente desde Tossa de Mar… No venían obligadas y con 16 o 17 años estaban encantadas con los cuentos, y eso que la literatura de Cristina, que para mí es la mejor, es bastante compleja.

¿Podemos hablar de un “fantástico adolescente”, así entre comillas, que banaliza el género ya desde el boom que supuso Stephen King?

Eso es lo que hace daño. La literatura ha empezado a explotar productos cinematográficos como Memorias de un zombi adolescente y la palabra exacta es banalización: el monstruo tiene que dar miedo, es una amenaza, no puede ser tu vecino ni tu compañero de pupitre y que encima te enamores y te quieras casar con él… Además con la ideología mormona que hay detrás de Crepúsculo, porqué es un vampiro que no folla, que sólo tendrá sexo cuando se case, que será la perfección absoluta como en un cuento Disney sobre príncipes azules… El protagonista de Memorias de un zombi adolescente, filme que incumple todos los códigos posibles, en realidad no es un zombi, es un adolescente depresivo que oye a Radiohead, tiene incluso el mismo flequillo de modernillo, y ni siquiera se le ve corrupto o putrefacto. Son historias de amor adolescente que han llenado de vampiros y de zombis, que es lo que toca, dentro de nada las harán en la Edad Media… Yo por eso hablo de la castración del monstruo, lo hemos cortado, ya no tiene ningún poder.

Las adaptaciones de Peter Jackson de los libros de Tolkien también pueden haber contribuido a esta banalización…

Lo que inicialmente parecía que quería hacer Peter Jackson se ha acabado convirtiendo en un producto, una marca, haciendo comestibles sus ingredientes para todo tipo de público y primando más el espectáculo… Pero me preocupa menos que lo que está pasando con la literatura sobretodo a partir del éxito de Orgullo, prejuicio y zombis.


Ya ha salido una novela ambientada en la guerra civil con zombis, variaciones de El lazarillo de Tormes, Fortunata y Jacinta… De verdad me admira que estos productos vendan, que la gente los compre en masa aunque después no vaya a leerlos, que sean rentables.

Al lado de propuestas de este tipo, la literatura fantástica genuina parece que ha perdido un poco de peso.

Claro, es mucho más fácil leer novelas de fantasy. Todo esto empieza ya cuando se publican las Crónicas de la Dragonlance, los post-Tolkien abrieron el camino y después vinieron Michael Moorcock y George R. R. Martin, entre otros, que hacían novelas épicas medievales trasladadas a un mundo de fantasía. Stephen King sería un caso un poco distinto, porque cuando se pone serio hace cosas muy buenas y eso que hace literatura de consumo fácil. El problema son más sus imitadores, esos sí que hacen daño, por un lado porque hacen literatura “comestible” y por el otro porque ocupan un espacio muy grande. Lo fantástico que sigue la corriente anglosajona a mí no me interesa demasiado, prefiero que tenga un estilo propio: hablo de Fernández Cubas, Fernando Iwasaki, de gente de mi generación que hacemos literatura fantástica en la que puedes percibir algunos elementos previos, algunas conexiones, pero que es una literatura no voy a decir elevada pero sí que tiene un punto de complejidad, no es fácil de leer para un lector medio-bajo.


David Roas en el MOT

¿Ha perdido un poco la capacidad crítica y reflexiva el fantástico más mayoritario?

Creo que sí, ya no hay esa preocupación, pero también hay una literatura quizá más minoritaria que se sigue cuestionando constantemente qué pasa con la realidad y con el ser humano… Lo que interesa ahora es otra cosa: Juego de tronos empieza pareciendo no sé qué pero para mí no es más que un culebrón medieval, pero tampoco lo critico, me parece muy bien que la gente escriba y lea lo que le dé la gana. Me acuerdo de cuando salió Michael Crichton; todo el mundo lo ponía verde pero me leí Parque jurásico antes de que saliera la película y me lo pasé como un enano, me pareció genial, el tipo escribe muy bien pero es un tipo de literatura que olvidas rápidamente. La buena literatura o el buen cine es aquél que lo ves o lo lees y tiempo después sigue allí, martilleándote el cerebro.

Una de las principales características del género fantástico sería su capacidad de representar nuestro mundo a través de un mundo que no es el nuestro pero que en el fondo sí que lo es.

Lo fantástico insinúa que esa realidad extraña podría ser la nuestra, la ciencia ficción explora de otras formas de realidad a través de la ciencia, pero en el fondo ambos géneros cuestionan la realidad en la que vivimos. Quizá lo maravilloso sí que va por otro lado, creando mundos alternos, de los tres hermanos que forman lo fantástico a mí es el que menos me interesa. De joven leí a Tolkien y me gustó pero me pasa un poco lo mismo que con Star trek: en el fondo es una especie de novela de caballerías, con princesas y todo el rollo y cuando la terminas de ver o de leer, adiós muy buenas. Pero las que te hacen pensar, pienso por ejemplo en Donnie Darko, una película que da muchas vueltas al problema del tiempo… Cuando un escritor, un director o un dibujante de cómics da en el clavo ves que no se trata sólo de una historia en la que están pasando cosas raras, sino que estas cosas raras hablan de nuestra realidad.

¿Estás contento con la experiencia que está suponiendo el MOT?

Mucho. No quería que esto no fuera ni un congreso súper académico ni tampoco un festivalito de amiguetes que vienen a hablar de sus cosas, que estuviera abierto a muchos públicos distintos. En los tres días que llevamos ha venido gente y ha estado muy bien, Albert Sánchez Piñol llenó el día de la presentación y con Cristina Fernández Cubas, entre semana y con lluvia, había más de media sala… Sobretodo, creo que es un gran acierto haber traído el festival fuera de Barcelona (o fuera de Madrid), que no sean siempre las capitales las que vayan por delante. Lo suyo sería atraer gente que no sólo venga de Girona o de Olot o de otros sitios cercanos, que venga gente de Barcelona, de Madrid o de Valencia, y si el festival sigue funcionando tan bien como hasta ahora eso se va a conseguir.

Es curioso que te hayan puesto al frente del festival poco después de la publicación de tu primera obra no fantástica, la novela La estrategia del koala

Eso son azares maravillosos, pero bueno, en la novela hay algunos momentos que podríamos considerar fantásticos… Este año también saldrá un libro de cuentos, y de los nueve que lo forman la mitad son fantásticos y la otra mitad más grotescos. La estrategia del koala surge de una necesidad que yo tenía de explorar Galicia y no quería hacerlo desde lo fantástico, me parecía tópico y previsible.

Muchos de tus textos se sitúan más bien en la órbita de lo grotesco, de la crítica o la burla hacia esta realidad horrible que nos ha tocado vivir.

No lo sé, con cuatro libros de cuentos y una novela en la calle todavía me siguen poniendo del lado de lo fantástico. En Distorsiones, por ejemplo, sólo la mitad de los relatos son fantásticos. Lo fantástico me interesa mucho como exploración de los límites de la realidad y como una manera de transgredir esos límites, pero también el humor, otro de mis canales de expresión, supone una transgresión y por eso hay veces que me escoro más hacia lo grotesco y lo humorístico, como un “toque”. En la novela me ha pasado un poco lo mismo, es una novela muy política pero también muy grotesca: hay veces que para retratar la realidad, una realidad tan loca como la que vivimos, la única forma de hacerlo es a través del humor, pero un humor con un punto oscuro.


El libro de cuentos al que haces referencia es Welcome to Inkaland y otras crónicas peruanas, ¿no?

Sí, saldrá en otoño. Es un libro de cuentos ambientado en Perú, porque me colgué con ese país en dos estancias, sobretodo en la última, cuando estuve dos meses viviendo en Lima... Es una forma de explorar algo que yo nunca había hecho, y es que todos los cuentos están ligados: se pueden leer por separado pero si el lector los lee del primero al último va a leer un viaje por Perú desde Lima al Machu Picchu y luego de vuelta a casa. He tenido que recurrir a lo fantástico y a lo grotesco para poder entender o intentar ver lo que es la realidad del extraño que visita un país con el que parece que tenemos muchos puntos en común, empezando por el idioma, pero que en realidad…

Luego hay dos antologías que siguen inéditas en España, la primera es un libro de homenaje a Stephen King.

No entren al 1408. Antología en español tributo a Stephen King (La biblioteca de Babel, 2013) salió en Ecuador y ahora saldrá en México, en España la he intentado colocar pero de momento no ha habido suerte. Después está 201 (Ediciones Altazor, 2013), que he compilado junto a José Donayre, un libro de 99 microrelatos ambientados en una habitación que me persigue en casi todos los hoteles en los que me he alojado. Ya estamos haciendo la segunda parte con los 102 microrelatos que faltaban para llegar hasta los 201, pero todavía estamos buscando editor, es un momento muy difícil.


En este contexto, cuando todo está tan parado, un festival como el MOT parece casi un milagro…

Tiene un presupuesto bueno y ha podido traer a Anna Starobinets desde Rusia y a Ignacio Padilla de México y a gente de mucho nivel de España y Cataluña. En un momento así montar una cosa como ésta es genial y, quiero recalcarlo, aún más montarla en Girona y Olot, teniendo claro que había que internacionalizarlo al máximo. Si no, hubiera quedado mal, un festival “petitet i de casa nostra” que no hubiera tenido la repercusión que está teniendo. Ninguno de los autores invitados, además, hace una literatura muy parecida al otro; hay coincidencias, obviamente, pero entre Félix J. Palma, explorando el mundo victoriano, y Cristina Fernández Cubas hay mucha distancia. Todos hacemos algo distinto y eso es bueno.

Algún proyecto sobre lo fantástico no literario que puedas avanzarnos…

Haremos otro congreso en la Universitat Autònoma de Barcelona el 10, 11 y 12 diciembre, “Las mil caras del monstruo”, abierto a cualquier representación fantástica del monstruo (no entrarán serial killers ni animales en un sentido natural) y abierto también a todas las lenguas. Tenemos muchas propuestas, queremos que venga gente de la literatura y el cine de Cataluña, España, Francia, Estados Unidos… El tema da para mucho, vivimos una época perfecta para los monstruos.

¿Algún ensayo en perspectiva?

Es un secreto, pero estoy trabajando sobre la recepción de la obra de H. P. Lovecraft en España y Cataluña, que creo que es algo que todavía no se ha hecho y que merece un estudio, pero no tanto ver cuánto se ha publicado sino cómo llega, qué llega, cómo influye, qué hacen la literatura y el cine en español y catalán...


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