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publicado el 17 de octubre de 2014

El hexaedro del buen salvaje



El hombre moderno, urbano y sometido a las reglas cotidianas anhela el imaginario del buen salvaje, perder el control y volver a sus orígenes. En esa tesitura tantas veces revisitada por la literatura, el cine y artes varias, se sitúa el filme argentino más taquillero y exitoso de los últimos veintiicinco años. Estamos ante un compuesto de seis piezas y de amplio reparto coral dirigido y escrito por Damián Szifrón que roza lo sobresaliente y que llega a hechizar incluso en sus momentos más endebles, estos reiterativos y autoconscientes de verbigracia pero siempre eficaces. La película coproducida por Pedro y Agustín Almodovaar y un plantel de actores entre los que destacan Ricardo Darín, Darío Grandinetti o Leonardo Sbraglia arranca con el poderoso scketch Pasternack, una pieza redonda que se sitúa en el interior de un avión y nos pone en antecedentes acerca del tono del filme y la evidencia de que su guion es una auténtica filigrana. Hacía mucho tiempo que el arranque de un filme no se consensuaba en una sala con tantas carcajadas. El tono es preclaro, mala uva, humor negro y situaciones descacharrantes.

Lluis Rueda | Tras los créditos arranca Las Ratas, una historia de venganza dubitatiba en un bar de carretera que se diluye un tanto pero acaricia momentos propios del más lucido Berlanga en su tramo final, negrísimo y casi noir. El dúo de actrices conformado por Julieta Zylberbeg y Rita Cortese como empleadas de perfil homicida está simplemente fantástico. El final agridulce pone la guinda adecuada y resitúa el tono. Los guiños a alguna película icónica de los estudios Ealing británicos convierten Las Ratas en una bisagra más que interesante en el conjunto.

A continuación la mejor pieza de todo el filme, El más fuerte. Se trata de una road movie de bolsillo con aires a El diablo sobre ruedas (1971, Steven Spielberg), en que se concentra la acción más descerebrada del film. Leonardo Sbraglia está de dulce como urbanita que pierde los estribos al volante de su volvo ante la actitud provocadora de un conductor rural. Una pieza maestra que evoca a Perros de Paja (Sam Peckinpah, 1971) y otros tantos survivals psicológicos. Desternillante, brutal e incómoda a partes iguales.

Acaso la siguiente história, Bombita, puede leerse como la más iconográfica del filme, en parte por el gancho que siempre aporta Ricardo Darín, y por que en esta ocasión su personaje fluctúa entre un padre de familia superado por la burocracia absurda y kafkiana y el Bill Foster (Michael Douglas) de Un día de Furia (1992, Joel Schumacher). Eficaz, de un suspense bien dosificado per con algún pespunte-coletilla final excesivamente surrealista. Con todo, me permitirán, es una auténtica bombita.

A continuación llega La propuesta, una magnífica pieza sobre sobornos, fiscales, abogados, millonarios y falsos culpables que evoca sin complejos al cine de Raúl Ruiz con escasos elementos. En este punto el filme llega a su cumbre guionística, aquí la puesta en escena es secundaria, los actores están pulcramente dirigidos pero es el guion, los dialógos, los que dibujan a la percepción las miserias del ser humano. Una crítica feroz al sistema, a la corrupción sistemática, a la ausencia absoluta de valores y a la trampa vestida de legislación. Un short filme excepcional.

Por que cabe decir que cada uno de estos pequeños regalos salvajes funcionan con una autonomía aplastante, todos a un nivel diferente, pero sorprendentemente en conjunto incluso ganan dimensión. El orden no es baladí, es precisaente parte del ritmo de la función.

Por último, acaso la historia más demencial y desmadrada. Hasta que la muerte nos separe. Lo que comienza como una boda fastuosa en un hotel entre una joven adinerada y su prometido acaba en una auténtica bajada a los infiernos. Los demonios de los celos, el engaño, las apariencias sociales y una novia desatada como una auténtica salvaje emocional son los elementos para orquestar una traca de situaciones extremas en las que el sexo y la mentira lo son prácticamente todo. Toda una metáfora de lo bien que nos iría a todos si nos deshiciésemos de ciertos corsés morales. Una fiesta de sangre y champagne.

Relatos salvajes compite como candidata a los Oscars por Argentina y ha cosechado un enorme éxito de crítica y público en todos los festivales en los que se ha proyectado: Cannes, Toronto, San Sebastián, etc. En el reciente Festival Internacional de Cinema Fantàstic de Catalunya. Sitges 2014 no fue diferente, su pase entusiasmó al público. Una excelente comedia hexaédrica, imprescindible.

    Película: Relatos salvajes. Dirección y guion: Damián Szifron. Países: Argentina y España. Año: 2014. Duración: 122 min. Género: Comedia negra. Interpretación: Ricardo Darín (Simón), Oscar Martínez (Mauricio), Darío Grandinetti (Salgado), Rita Cortese (cocinera), Julieta Zylberberg (moza), Erica Rivas (Romina), Leonardo Sbaraglia (Diego). Producción: Hugo Sigman, Pedro Almodóvar, Agustín Almodóvar, Matias Mosteirin y Esther García. Música: Gustavo Santaolalla. Fotografía: Javier Juliá.Montaje: Damián Szifron y Pablo Barbieri. Diseño de producción: Clara Notari.Vestuario: Ruth Fischerman.


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