publicado el 9 de mayo de 2019
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El western es un género en constante evolución, y ese es un signo que cobra mayor fuerza en este comienzo de siglo, filmes atípicos, críticos y de cariz renovador que van más allá de la estética de lo crepuscular (entiéndase a la manera de Sin perdón (Unforgiven, 1992) de Clint Eastwood) para construir nuevas perspectivas, nuevos caminos y como vía para analizar los resortes de la cultura americana desde sus orígenes hasta nuestros días.
Lluís Rueda | Películas que van un paso más allá del dibujo violento y pintoresco para ahondar en la construcción de un país y su idiosincrasia. Desde las capas raciales de Django desencadenado (Django Unchained, 2012) de Quentin Tarantino, al puritanismo diabólico de Brimstone. La hija del predicador (Brimstone, 2016) de Martin Koolhoven, a la idea de la lealtad llevada al límite en Slow West (2015) de John Maclean, a el aislamiento social de una América contemporánea pero igualmente salvaje representada en filmes de extraordinario calado como Comanchería (Hell or High Water, 2016) de David Mackenzie o Wind River (2017) de Taylor Sheridan. Los hermanos Sisters, película del francés Jacques Audiard (De óxido y hueso, Un profeta), adapta la novela homónima de Patrick deWitt con la idea y la voluntad de reducir la figura del bandido al mínimo común denominador del perdedor, del hombre de encaje residual en un presente distópico y que encara los cambios que representan nuevas ciudades florecientes como San Francisco y una sociedad totalmente predispuesta a sacudirse el polvo de los caminos y asentarse en una comunidad próspera. En ese sentido los hermanos Eli y Charlie Sisters (extraordinarios John C. Reilly y Joaquin Phoenix) se ven en la tesitura de secuestrar por orden de un Comodoro a un visionario científico-alquimista, Hermann Kermit Warm (Riz Ahmed), que posee una fórmula que puede cambiar el destino de todo el país. Pero como en un buen filme de personajes confrontados, emerge a figura de un curioso y culto investigador, John Morris (Jake Gyllenhal), que se erige en la bisagra perfecta para que ese grupo humano pueda plantearse como una posibilidad un futuro parnasiano e ideal a la manera utópica y trascendentalista tan en boga en la Norteamérica intelectual de 1851.
Es Los hermanos Sisters un poderoso western, su producción y dirección es una auténtica lección en los márgenes que, sin embargo, se replantea la mítica y la erótica del género y cuestiona las identidades de los héroes como solo el género noir podría permitirse, y es que la luz de la pradera, los caballos al límite, la pólvora y el alcohol son los últimos estertores de un mal viaje del que la película de Audiard (y la novela de Patrick DeWitt) intenta despertarse. Audiard huye de los grandes paisajes evocadores y centra su mirada en lo humano y su complejidad. Un extraordinario western que plantea la luz de la modernidad, inestable aún, incierta, pero esperanzadora, y que nos hace replantearnos los mitos efímeros y el romanticismo de un siglo y un país manchado de sangre y barbarie. La realización del director de Un profeta es espléndida, la muestra de la violencia, digna de Sam Peckinpah o el más desacomplejado Robert Aldrich, pero eso sí, con una inequívoca mística de “fin de fiesta” siempre presente y que nos transporta al arranque del clásico Hasta que llegó su hora (C'era una volta il West, 1968) de Sergio Leone, película en que la llegada del ferrocarril a una estación de madera en medio de la nada, ya nos adelanta que el mundo está cambiando y que los forajidos tienen los días contados.
Además de la espléndida banda sonora de Alexandre Desplat cabe reconocer la compleja y desconcertante interpretación de Joaquin Phoenix como el hermano díscolo y en perpetua redención, papel con el que el actor llega a unas cuotas de virtuosismo casi hipnóticas.
La película llega a su estreno abalada por diferentes premios internacionales como el premio al Mejor Director en el pasado Festival de Venecia, así como los de Mejor Director, Mejor Fotografía, Mejor Diseño de Producción y Mejor Sonido en los Premios César. Una espléndida propuesta en clave western.