publicado el 1 de noviembre de 2022
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Tales from the Occult |
Una de las escenas más significativas de este Sitges 2022 corresponde a una película menor. Se trata de un mediometraje de Fruit Chan, The Mall, para una antología de terror hongkonesa, Tales from the Occult. La escena muestra los rescoldos de la explosión de un coche perderse en la noche y da que pensar en lo que queda del cine hecho en Hong Kong, ahora ahogado por la crisis económica, la pandemia y la política China sobre la antigua colonia británica. Tales from the Occult es un filme hecho con poquísimos medios que tiene como material principal las leyendas urbanas de la ciudad: centros comerciales, influencers, redes sociales, mercado inmobiliario y su principal baza es el simple hecho de existir. Que se haya rodado ya es importante por sí mismo, implica la voluntad del cine hongkonés de sobrevivir a pesar de la lúcida mirada que tiene sobre su futuro, y que evocan las cenizas que se elevan al cielo nocturno.
El cine de terror tiene una curiosa conexión con la realidad. Es capaz de anticipar horrores futuros, quizá porque puede ignorar el realismo más basto. El miedo, liberado del aquí y el ahora, es una guía excelente para adivinar las corrientes ocultas de nuestra época. ¿Y qué nos dice Sitges 2022 de los miedos contemporáneos? Lo cierto es que ha habido pocas películas de terror este año, con algunas excepciones, y las que se han presentado han quedado muy lejos de las corrientes principales del festival, y por tanto de los premios. Son terroríficas Speak no Evil, La Tour, incluso Mantícora, aunque no sea explícitamente de género. La única película de terror premiada, en la categoría Noves Visions, ha sido la genial Jerk, pero se trata de la adaptación de una obra de teatro francesa de hace más de una década sobre las fantasías de un asesino en serie, ya volveremos sobre ella. El cine de horror que ha triunfado este año en Sitges ha sido el más lúdico, divertido pero poco interesante. Sisu, de Jalmari Helander, el filme ganador, es una película de acción de un cazatesoros enfrentado a las tropas nazis. Cine bélico y western. El Premio Especial del Jurado es Project Wolf Hunting (Kim Hong-sun), sobre un sangriento motín en un barco de prisioneros coreano. Gore y acción. La mejor dirección ha sido para Tereza Nvotová por Nightsiren, una película sobre la intolerancia y el machismo en un pequeño entorno rural. La película aborda el miedo al diferente, unas supuestas brujas en la película, pero ni por asomo lo hace desde una perspectiva terrorífica.
La nada al final del camino
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Jerk |
¿Y qué nos han contado las verdaderas historias de terror en Sitges 2022? Los filmes terroríficos de Sitges 2022 son de un profundo nihilismo, tanto por el contenido como por su desarrollo formal. Jerk, por ejemplo, de la directora francesa Gisèle Vienne, despoja a la historia de todos los recursos visuales y narrativos típicos del subgénero de los asesinos en serie. No hay en la pantalla nada más que un actor y sus marionetas con las que recrea lo que nos cuenta. Al final del espectáculo incluso prescinde de ese apoyo visual y se limita a la voz de un ventrílocuo. A pesar de ello, la obra es dura, a veces difícil de soportar para un espectador no acostumbrado al terror. Jerk tiene su principal virtud en la ausencia de adornos, en la sequedad –brutalidad– formal que lo deja todo a la imaginación. Jerk nos hace mirar de frente a la maldad, y nos descubre que esta es frívola, superficial y egocéntrica. Vacía.
Por su parte, Speak No Evil es un filme dirigido por el danés Christian Tafdrup en base a un guion escrito por él y su hermano Mads Tafdrup. En Sitges la presentaron como el filme danés más incómodo de la historia, lo que ya dice mucho de sus intenciones considerando que Lars von Trier o Dreyer son directores daneses. En todo caso, la película sí que pretende conectar con los terrores contemporáneos y quizá por eso no consiguió absolutamente ningún premio aunque sí provocó reacciones entre la audiencia, algunas muy extremas. Lejos han quedado los tiempos en que el festival alentaba la polémica. La han comparado con Funny Games, aunque en mi opinión tiene más puntos de contacto con La casa de Jack, de Lars von Trier. La película trata sobre los límites que somos capaces de imponer a los demás, es decir, sobre la tolerancia a los comportamientos ajenos. ¿Qué somos capaces de soportar antes de reaccionar? Esta pregunta que puede parecer sutil e incluso sofisticada esconde un abanico de posibilidades que van desde la buena educación hasta el auge de la extrema derecha. En cierto modo, Roman Polanski se preguntaba algo parecido en El pianista sobre el holocausto judío. La película ha sido acusada de ser de extrema derecha, aunque personalmente opino lo contrario. En todo caso, es un filme de lecturas ambiguas que es muy cruel con sus protagonistas, al margen de si estos son buenas o malas personas, lo que le coloca un poco al margen de los gustos actuales por los finales satisfactorios. Como en La casa de Jack, une la crueldad extrema a la belleza formal e incluso al arte (en una de las escenas más duras del filme suena una bella melodía italiana); y como en Jerk, también apunta a la banalidad del mal.
La Tour, de Guillaume Nicloux, completa el trío de terrores contemporáneos de Sitges 2022. Un bloque de apartamentos de las afueras de una ciudad francesa pierde de golpe el contacto con el mundo, quizá viaja a otra dimensión, la historia no lo aclara; por lo que sus habitantes deberán luchar por los escasos recursos disponibles y sobrevivir. La Tour apunta muchas ideas que no desarrolla del todo (salvajismo, canibalismo, crueldad, escasez de recursos, guetos…) y no deja que empatices demasiado con sus personajes. La película es una mirada sostenida al abismo del fin del mundo, cuya respuesta, claro, es otra vez la nada.
Las tres películas comparten este pesimismo lacerante hacia las relaciones humanas. Los asesinos en serie de Jerk deshumanizan a sus víctimas hasta el punto de cambiarles el nombre y la identidad, Speak No Evil habla de lobos y corderos, mientras que La Tour construye un escenario donde las relaciones humanas son casi imposibles. Las tres sugieren el terror al abismo, el vacío que evoca la escena del principio del artículo y contra la cual, como en The Tales of the Occult, solo se puede seguir rodando. Es la respuesta que ofrece Pearl, de Ti West, un filme que funciona como una precuela de X y que cuenta con la luminosa presencia de Mia Goth como asesina en ciernes, premiada como mejor actriz, es la hermosa Irati, de Paul Urkijo, premio del público del festival, o incluso la sorprendente Jacky Caillou, de Lucas Delangle, un filme detallista y bellísimo sobre una mujer licántropo y un aprendiz de curandero. Ninguna trata sobre el terror, aunque si del género. Enfrentarse al abismo implica también saber apartar la mirada.