publicado el 20 de mayo de 2006
Lluís Rueda | En 1986 el debutante Fred Dekker dirigió El terror llama a su puerta (Nigth of the Creeps) una inteligente y divertida película en la que unos gusanos viscosos venidos de otro planeta se introducían en el celebro de los chicos del campus de la Universidad de Corman (¿?) para convertirlos en zombies. Los dos estudiantes que luchaban por controlar la plaga, Romero y Carpenter (¿?), podrían encajar a la perfección en el filme del también debutante James Gunn responsable del guión y la realización de La plaga.
De identica guisa a El terror llama a su puerta luce La plaga, un filme que bebe sin tapujos de la serie B añeja de filmes como The Day of the Triffids (1963) de Steve Sekely y Freddie Francis o la simpar Mutiny in Outher Space (1965) de Hugo Grimaldi.
James Gunn debutó a como guionista y realizador bajo la batuta de Lloyd Kaufman en la famosa productora Troma y eso se nota en el acabado simpático y desvergonzado de un filme que, hemos de dejarlo claro, está alejado de cualquier pretensión y abonado desde el primer al último fotograma al tópico más manido. La plaga no aporta ni una sola idea nueva, pero esa certeza incontestable también libera al espectador de prejuicios y le hace partícipe de la broma y de la enjundia grotesca que destila la cinta.
Humor carpenteriano de dudosa carpintería, mutantes con sentimientos, mujeres nido del tamaño de una inmensa bola de sebo, víctimas níveas tomando baños-trampa y cientos de babosas dispuestas a desvirgar agujeros son poco menos que los principales reclamos de este auténtico digest. El filme se mueve con descaro entre una provocación orgiástica deudora de Society (1989) de Brian Yuzna y el retrato rural de una América poblada de nerds y de héroes con uniforme. Por cierto, en este último apartado cabe mencionar la presencia del actor Nathan Fillion (el sheriff cachas del filme), que se ha hecho un hueco en este tipo de productos gracias a su estelar papel en la serie de culto Firefly, donde interpreta al irónico y “hansoliano” Captain Mal.
Humor carpenteriano de dudosa carpintería, mutantes con sentimientos, mujeres nido del tamaño de una inmensa bola de sebo, víctimas níveas tomando baños-trampa y cientos de babosas dispuestas a desvirgar agujeros son poco menos que los principales reclamos de este auténtico digest.
La plaga no defraudará a aquellos que han pasado media vida consumiendo exploits y horror formulario, de hecho extraña como un filme tan graciosamente estereotipado no ha ido a parar directamente a las estanterías de un videoclub junto a otros “directs to video” como Undead (2003) de Michael y Peter Spierig.
La cierto es que se echaba en falta un poco de viscosidad y humor grueso en estos tiempos que corren de fantasmas japoneses y thrillers de medio pelo. Les recomiendo que hagan un ejercicio de descompresión y se abonen a la carcajada fácil. Créanme, en ocasiones es muy saludable dejarse el cerebro en casa y acudir al cine más cercano.