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publicado el 20 de junio de 2006

El horror aguarda en la Polaroid

Lluís Rueda | Excelente premisa argumental la que nos propone Shutter (2004), jugar con las imágenes fantasmales que aparecen fortuitamente en algunas fotografías para desarrollar un filme de terror que cumple una a una todas las premisas del género y que, sobre todo, no engaña a nadie: tanto su mecánica como su contenido beben de los resortes más clásicos del horror cinematográfico.

En un momento en que las espectrogénesis, psicofonías y demás parcelas esotéricas parecen vivir una segunda juventud en el medio televisivo, gracias a programas verité que coquetean con la ficción, el encaje de Shutter en el panorama audivisual se antoja de lo más atinado. El plató televisivo cuajado de paracientíficos se había quedado pequeño hace tiempo, como campo de ficción resulta demasiado rígido y, quizás por ello, había sido objeto de parodias tan descerebradas y geniales como la que Takeshi Miike nos propuso en Llamada Perdida (Chakushin ari, 2003)

Las cinematogafrías asiáticas más relevantes (Japón, Corea, Honk Kong y ahora Tailandia) nos llevan años de ventaja en el arte de reirse de sus propios fantasmas y quizás debido a ello generan, como rosquillas, inventores de pesadillas brillantes e irreverentes. Algunos de estos talentos, como los jóvenes realizadores tailandeses Parkpoom Wongpoom y Banjong Pisanthanakum, pueden contarse entre ese grupo de privilegiados directores que poseen un talento especial para construir películas terroríficas sin salirse un renglón de los códigos previamente estipulados por la tradición popular, la leyenda urbana y las fantasmagorías de ficción (catódicas o cinematográficas).

Era cuestión de tiempo que un filme retomara estos temas debatidos a media luz y les dieran una dimensión arquetípica acorde a la gran pantalla. El filme tailandés, es un producto directo, de vocación comercial pero que ofrece una cuidadísima factura y un acabado particularmente sobrio. Fiel al esquema del suspense dilatado, tan propio del terror asiático, y al efectismo sonoro imprevisible, Shutter es un filme que se disfruta desde los títulos de crédito hasta el último fotograma, y es que pese a su charme de producto sofisticado la cinta es un plato combinado con buena materia prima ante el que no debemos tener una actitud de gourmet caprichoso.

Parkpoom Wongpoom y Banjong Pisanthanakum, pueden contarse entre ese grupo de privilegiados directores que poseen un talento especial para cnstruir películas terroríficas sin salirse un renglón de los códigos previamente estipulados por la tradición popular, la leyenda urbana y las fantasmagorías de ficción (catódicas o cinematográficas)

Parkpoom Wongpoom y Banjong Pisanthanakum hacen del argumento de su filme una investigación esotérica en la que lo oculto siempre busca una génesis racional. Así, el fantasma de una chica atropellada puede ser como esas fotografías misteriosas, una señal, un mensaje para revelarnos algo mucho más brutal que viene del pasado.

La cinematografía tailandesa está en un gran momento creativo, lo atestiguan singulares piezas maestras como Tropical Malady(Sud pralad, 2004) de Apichatpong Weerasethakul o también productos comerciales como The eye (Gin gwai, 2002)de Oxide Pang Chun y Danny Pang u Ong-bak (2003) de Prachya Pinkaew. Una escuela exquisita la tailandesa, con unos códigos precisos que la hacen estar en un punto intermedio entre la particularidad nipona y la autoría europea sin perder de vista el potencial de su propio folclore (muy rico en leyendas funestas). Shutter ha sido un éxito de taquilla en Asia y promete una ejemplar carrera comercial en su periplo occidental, su lenguaje es aséptico y de una universalidad consciente que le permite entrar sin complejos en cualquier mercado. Si el cine de terror es para usted un ring donde encajar sustos como derechazos certeros, esta es su película, eso sí, no confíe en ciertas mañas, ni en supuestos tongos, a veces el último asalto puede ser el definitivo: en este caso por K.O.

Shutter es buen cine de horror sin aditivos, con un planteamiento escénico ejemplar y una utilización del fuera de campo de enorme eficacia.


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