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publicado el 30 de septiembre de 2006

Lluís Rueda | HACE ALGUNOS AÑOS, UN MODESTO FILME DE AJUSTADO PRESUPUESTO titulado May nos sorprendió gratamente en una sesión del Festival Internacional de Cine de Catalunya, Sitges 2002. El realizador de aquel filme, Lucky McKee, dejó al público sin respiración con la sencilla historia de una joven inadaptada que busca un compañero sentimental a través de un inacabable remiendo de cadáveres. Este frankesteniano planteamiento argumental nos descubrió a un director con notable talento para la dirección actrices y un absoluto control del universo visual y temático afín al terror de bajo presupuesto, amén de cierta debilidad por la comedia teenager.

Tras su colaboración como realizador en la serie de televisión creada por Mick Garris "Masters of Horror" con el episodio Sick Girl, inopinadamente, llega a nuestros videoclubs el filme The Woods, un intento para dotar de cierta trascendencia a un género como el brujeril, que, de estar de moda, algo cuestionable, es gracias a las televisivas Embrujadas(Charmed).

The Woods es un híbrido improbable y, digámoslo ya, fallido entre el cine de internados con jovencitas díscolas y la trilogía de “Las tres Madres” que tan bien supo plasmar cinematográficamente Darío Argento. Tras su sugerente título se esconde un discurso excesivamente tópico, lleno de terrenos comunes y abundantes giros argumentales, que diluye parcialmente el talento de McKee. Acaso el tramo final del filme, algo más desinhibido y esperpéntico, aporta un claro entre tanta bagatela prepúber y tanto personaje de manual. Curiosamente, lo más brillante de The Woods coincide con la aparición de Bruce Campbell, actor que encarna por enésima vez a ese mediocre hombre común que, con un hacha en la mano, se erige en azote contra el mal –véase Posesión Infernal.

El filme ofrece un meridiano entretenimiento cuando ajusta su dispersión argumental a terrenos más propios de la imaginería hipnótica de Darío Argento, aunque el joven director canadiense, todo sea dicho, renuncie a la lisérgia pop y a la frenética conceptualización del maestro italiano. The Woods no es Suspiria(1977), ni tan siquiera Phenomena (1985), su universo de “brujitas uniformadas” en el fondo es tan cándido y afectado que incluso pasa por alto el frenesí hormonal, el pertinente apunte sadiano o la clásica escena lésbica. Una curiosidad: observarán que el término 'chocho rojo' en su versión doblada al castellano se convierte, sorprendentemente, en 'pubis de fuego'; es lo más picantón que encontrarán en esta academia de brujas castas. El enigma que rodea al bosque del filme es otro asunto al que les invito a adentrarse con una ambición cauta, el reclamo del título no obedece más que a una trama secundaria venida a bien para insertar unos efectos especiales obligados pero dignos.


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