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publicado el 30 de abril de 2007

Perdidos en las catacumbas de Moscú

La carrera de la directora Luna (pseudónimo de la española María Lidón) es una de las más insólitas dentro del panorama cinematográfico internacional, tanto por la mediocridad y la falta de madurez de sus propuestas como por la aparente facilidad con la que ha conseguido el dinero necesario para llevarlas a cabo, principalmente fuera de España, con la participación de actores y actrices de cierto prestigio del todo impensables en filmes como el que ahora nos ocupa, probablemente el peor de todos los proyectados en el Festival de Sitges 2006, que se suma a los anteriores 'Stranded' ('Náufragos') (2001) y 'Yo, puta' (2005).

Pau Roig | Luna y la guionista Adela Ibañez parten de una idea argumental no del todo desdeñable (la desaparición de un prestigioso antropólogo en el subsuelo de una zona abandonada de Moscú sobre la que circulan numerosas leyendas terroríficas relacionadas con la existencia de las puertas del Infierno), pero el filme dinamita desde dentro las posibilidades de la historia con un tratamiento terriblemente infantil y vergonzante de personajes, ambientes y situaciones y con una factura visual desaliñada y feísta como pocas, un hecho aún más sorprendente teniendo en cuenta la partipación del prestigioso director de fotografía Ricardo Aranovich.

Pero el filme dinamita desde dentro las posibilidades de la historia con un tratamiento terriblemente infantil y vergonzante de personajes, ambientes y situaciones y con una factura visual desaliñada y feísta como pocas

La práctica totalidad del metraje se reduce a la penosa búsqueda del antropólogo en cuestión por parte de un amigo suyo de la infancia, Owen (Vincent Gallo, parece que ya definitivamente perdido para el cine), y de un grupo variopinto de personajes, a cuál más estúpido y absurdo (destaca por encima de todo la terrible inexpresividad de Val Kilmer: nunca un mafioso ruso había resultado tan aburrido y poco convicente), y, como de hecho ya ocurría en Náufragos, el filme da vueltas y más vueltas sobre sí mismo sin que la progresión dramática ni la presunta atmósfera inquietante que debería dominar el relato aparezcan en ningún momento: los personajes se pasean interminablemente por los mismos túneles y los mismos sótanos, una y otra vez, arriba y abajo, no pasa absolutamente nada y ni siquiera los diálogos, igualmente repetitivos y torpes, aportan ninguna información. Las localizaciones en diversos puntos de Rusia, principalmente iglesias y criptas centenarias, resultaban ideales para construir un oscuro y claustrofóbico filme de intriga y terror, pero la sorpresa final, el último (o mejor, el único) giro argumental de la trama, por llamarlo de alguna manera (el desenlace se ve a venir al cuarto de hora de metraje), carece encima de connotaciones sobrenaturales de ninguna clase y acaba por hundir los resultados finales en los terrenos de la tomadura de pelo.

    FICHA TÉCNICO-ARTÍSTICA
    España, 2006. 90 minutos. Color. Dirección: Luna Producción: José Magán Guión: Adela Ibañez Fotografía: Ricardo Aronovich Música: Javier Navarrete Dirección artística: Pepe Domínguez y Juan Tena Montaje: Elena Ruiz Interpretación: Val Kilmer (Andrey), Vincent Gallo (Owen), Oksana Akinshina (Lyuba), Joss Ackland (Tolstoy), Rade Serbedzija (Sergei Spassky), Joaquim de Almeida (Yuri), Sage Stallone (Vassily).


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