publicado el 11 de abril de 2011
Tras un sorprendente descanso en el 2008 el festival itinerante estadounidense After Dark volvió a celebrarse entre el 9 y el 15 de enero del 2009, con un balance global ligeramente superior al de la edición anterior (no era muy difícil, la verdad). La principal novedad respecto a los dos primeros festivales –junto con la más que discutible inclusión de la tercera entrega de El efecto mariposa (The butterfly effect, Eric Bress y J. Mackye Gruber, 2004)– radicó en la apuesta decidida de la organización tanto por las óperas primas como por la producción propia: destaca en este sentido Perkins 14 (Craig Singer, 2009), cuyo guión y reparto fueron elegidos por el público a través de Internet, aunque para el Profesor la verdadera sorpresa, la perla oculta de esta edición fue From within (Phedon Papamichael, 2008).
1. El hospital del terror
![]() |
Autopsy |
El Profesor tenía auténtico pánico ante el debut de unos de los peores guionistas consagrados al género de los últimos años y estuvo a punto de sufrir un ataque de nervios minutos antes de la proyección, pero la verdad es que la ópera prima de Adam Gierasch, escritor de bodrios como Cocodrilo (Crocodile, 2000), La masacre de Toolbox (The toolbox murders, 2003) Mortuary (Id., 2007), dirigidas por Tobe Hooper, y La madre del mal (La terza madre, Dario Argento, 2007) no resulta tan espantosa como era de preveer. Autopsy es una modesta producción independiente que en ningún momento oculta su condición de divertimento o, si se prefiere, de ejercicio de estilo deliberadamente delirante e incluso arbitrario sobre los más trillados recursos del terror adolescente. La trama se centra en las improbables evoluciones de un grupo de amigos atrapados en un misterioso hospital que en realidad está cerrado al público: es propiedad de un médico enloquecido (el cada día más devaluado Robert Patrick) obsesionado en curar la enfermedad que padece su esposa por todos los medios a su alcance y con la ayuda de dos delincuentes psicóticos y de una enfermera igual de trastornada que él. Sin la menor relación con títulos clásicos en los que a priori se podía haber inspirado –Ojos sin rostro (Les yeux sans visage, Georges Franju, 1959) a la cabeza, en menor medida Gritos en la noche (Jesús Franco, 1961)– la película no evoluciona de ninguna manera desde su situación de partida: la trama se limita a una trepidante pero gratuita sucesión de muertes violentas y persecuciones interminables que contempla el laberíntico hospital casi como un personaje más de la trama, de manera que los impresionantes, y contundentes, efectos especiales y de maquillaje de Gary J. Tunnicliffe se acaban erigiendo en excesivos protagonistas de la función.
2. Atrapado en el tiempo
La tercera entrega de la serie iniciada por Eric Bress y J. Mackye Gruber en el 2004 tampoco hacia presagiar nada bueno, pero por lo menos supera el nivel de sosería e inoperancia de la enterior, filmada por John R. Leonetti en el 2006 directamente para el mercado del dvd y la televisión por cable. The Butterfly effect 3: Revelations (Seth Grossman, 2009) sigue incidiendo en la posibilidad de realizar viajes en el pasado (y en el terrible peligro que entraña la alteración de hechos ya ocurridos), aunque al menos se toma la molestia de construir una historia nueva y con personajes distintos: el protagonista, Sam Reide (Chris Carmack), tiene el poder de viajar hacia atrás en el tiempo y haciéndose pasar por vidente utiliza su don para ayudar a la policía a aclarar crímenes sin resolver. Todo marcha bien hasta que Rebecca Brown (Mia Serafino) le pide que vuelva al pasado para aclarar definitivamente la muerte de su hermana, antigua novia de Sam: el descubrimiento de un diario la ha convencido de que el hombre acusado de su asesinato es inocente. Pese a la oposición de su hermana (Rachel Miner), Sam decidirá investigar los hechos y descubrirá las andanzas de un implacable asesino en serie capaz de trasladarse en el tiempo igual que él, aunque no podrá evitar intervenir en ellos: la alteración del pasado alterará el presente de manera terrible y cada vez que Sam regrese para intentar arreglar las cosas será peor. El ritmo endiablado que Grossman imprime al relato mantiene el interés de los espectadores hasta el final, pero a poco que se analice con un poco de rigor el guión de Holly Brix se revela como una sucesión de arbitrariedades repleta de cabos sueltos.
3. El caníbal de Tasmania
![]() |
Dying breed |
Ópera prima de Jody Dwyer, Dying breed plantea una modesta vuelta de tuerca a los presupuestos del llamado survival horror o horror de supervivencia (títulos en los que un grupo de personas aisladas en medio de la naturaleza debe hacer frente a una amenaza que los supera por completo) centrada en una demasiado delirante trama de canibalismo. El filme bebe tanto de la crónica negra australiana durante la dominación británica (a principios del siglo XIX existía en la isla una siniestra prisión de la que era imposible escapar y en la que cada día morían multitud de presos por las penosas condiciones en las que estaban confinados) como de un personaje real pronto transmutado en leyenda (y protagonista ese mismo año de Van Diemen’s land de Jonathan auf der Heide). Nos referimos a Alexandre Pierce, conocido como “Pieman”, condenado a muerte en 1824 por sus prácticas de canibalismo tras haberse fugado de la penitenciaría. Sin renunciar a algunas de las más estimulantes constantes del horror australiano (véase la visualización ominosa de la naturaleza, convertida casi en un personaje de características sobrenaturales), Dwyer y los guionistas Michael Boughen y Rod Morris hacen de la falta de pretensiones la mejor virtud de un conjunto con escenas de gran truculencia y nada veladas notas de humor negro pero incapaz de aportar nada al género. El protagonismo de un grupo de amigos jóvenes que han viajado hasta una remota zona de Australia con el objetivo de demostrar la existencia de una raza animal que se cree extinguida, el tigre de Tasmania, tampoco ayuda mucho.
4. Suicidios y fanatismo religioso
![]() |
From within |
From within, el mejor film de la tercera edición del festival, parece en principio otra vuelta de tuerca más a los estilemas y recursos del horror adolescente. La película trasciende una historia sobrenatural hasta cierto punto previsible pero gratamente delirante y contundente (todo gira alrededor de una antigua maldición: varios alumnos del instituto de una ciudad estadounidense se han suicidado de manera inexplicable), para ofrecer una negra diatriba contra el fanatismo religioso, sinónimo de incultura, que anida todavía en los rincones más profundos de la Norteamérica rural, dando lugar a explosiones incontroladas de intolerancia. En una de sus escasas incursiones en la dirección, el director de fotografía de origen griego Phedon Papamichael firma un sencillo ejercicio de estilo que en determinados momentos adolece de cierta falta de nervio y de un ritmo excesivamente lánguido pero que saca un notable rendimiento de las localizaciones naturales en las que transcurre la acción (los frondosos bosques y el lago cercano a la ciudad, visualizados de manera irreal y fantasmagórica) y consigue momentos de gran tensión mediante el encuadre y la profundidad de campo, prescindiendo de sustos gratuitos y efectos especiales sangrientos. Sorprendentemente elaborado viniendo del responsable de los libretos de The gravedancers (Mike Mendez, 2006) y El grito 3 (The grudge 3, Toby Wilkins, 2009), el guión de Brad Keene muestra especial atención en la descripción plausible y atenta de los distintos protagonistas (con la excepción del más que improbable hermano del primer suicida, origen de la maldición) y remata la trama con un final terrible que justifica el quizá excesivo metraje que conduce hasta él.
5. Aprendices de psicópatas
![]() |
Perkins 14 |
Perkins 14, ya lo hemos apuntado, es la primera película producida íntegramente por After Dark, y su guión y reparto fueron elegidos por el público a través de Internet. Parte de una idea truculenta y original, aunque quizá un tanto pasada de vueltas: en venganza por el brutal asesinato de sus padres mucho tiempo atrás, Perkins (Richard Brake) ha mantenido encerrados durante diez años a los catorce niños a los que hace referencia el título, maltratándolos y experimentando con diferentes tipos de drogas hasta convertirlos en invencibles máquinas de matar. Accidentalmente liberados por el policía local Dwayne Hopper (Patrick O’Kane), pronto empezarán a masacrar sin piedad a sus familiares y conocidos como si se tratara de los infectados de 28 días después (28 days later, Danny Boyle, 2002): dotados de una fuerza sobrehumana y de gran rapidez de movimientos, ni siquiera las balas pueden destruirlos. Lástima que un libreto tan delirante –y potencialmente excesivo– cayera en las manos de un realizador carente de la suficiente pericia y personalidad: demasiado imitativo, el trabajo del director de Dark ride (Id., 2006) no consigue ir más allá de una desangelada mezcla del filme de Danny Boyle con Asalto a la comisaría del distrito 13 (Assault on precint 13, John Carpenter, 1976), con los supervivientes de la masacre encerrados en la comisaría de Stone Cove intentando en vano hacer frente a la amenaza y a sus propios miedos.
6. La terrible verdad sobre la vida en el campo
Torpe, aburrida, absurda y muchas otras cosas más pero ninguna buena: Slaughter (Stewart Hopewell, 2009) pretende una aproximación original y truculenta a los misterios de la Norteamérica profunda pero a duras penas llega a la condición de chiste malo: no por la (bienvenida) ausencia de momentos especialmente desagradables y notas humorísticas, ni siquiera por adoptar una estructura y un desarrollo más propios de un thriller o incluso de un psycho melodrama que de un filme de horror de supervivencia. La amistad entre dos mujeres jóvenes –Faith (Amy Shiels) se ha trasladado a la ciudad huyendo del acoso de un novio maltratador, Lola (Lucy Holt) es una atractiva y promiscua granjera que parece tenir la vida solucionada y que la invitará a vivir con ella en una granja aislada– evoluciona con exasperante lentidud y manifiesta torpeza hasta un giro final pretendidamente truculento que podría ser cualquier otro. Durante los primeros sesenta minutos de metraje prácticamente no ocurre nada pese a los esfuerzos del director y guionista Stewart Hopewell por sembrar dudas y yuxtaponer pistas falsas –todo lo referente a las misteriosas evoluciones del padre de Lola (David Sterne)–, y cuando los efectos especiales sangrientos hacen acto de presencia ya es demasiado tarde.
7. No matarás… A tu familia
![]() |
Du saram-yida |
Para terminar, Du saram-yida (distribuida con el título anglosajón Voices) es la extraña adaptación de un cómic manga de Kang Kyung-ok centrado en el miedo progresivo que experimenta una joven estudiante (Jin Seo-Yun) a ser asesinada por alguien de su entorno más cercano: tras el asesinato de una tía suya el mismo día de su boda a manos de su hermana, Ga-in Kim observará con creciente terror el extraño comportamiento de sus padres y de sus amigos y amigas más cercanos. Más confusa y desconcertante a medida que se acerca a una resolución que, la verdad, no soluciona casi nada, Du saram-yida cuenta con un impecable look visual pero adolece de un ritmo demasiado contemplativo y de un tratamiento narrativo en exceso disperso (¿se trata de un filme de venganzas sobrenaturales, de psicópatas vengativos, o es el mismísimo Lucifer quién se pasea por el inevitable instituto de turno bajo el aspecto de un estudiante misterioso e introvertido que trata de ayudar a la protagonista?). El guión acumula tantos giros sorprendentes y vueltas de tuerca que acaban por despistar al espectador y diluyen progresivamente el clima enrarecido del prometedor inicio, alejado sin que sirva de precedente de los más trillados recursos del terror oriental puestos de moda por filmes como The ring (El círculo) (Ringu, Hideo Nakata, 1998) o La maldición (Ju-on, Takashi Shimizu, 2002).