publicado el 21 de junio de 2007
Pau Roig | The room
MELINDA(CAROLINE VEYT) VIVE CON SUS PADRES Y SUS HERMANOS, uno de ellos disminuido psíquico y paralítico, en una casa aislada en medio del campo. La aparición de una misteriosa habitación en el piso superior de la casa, que aparentemente comunica con otro mundo u otra dimensión, provocará la progresiva desaparición de todos los miembros de la familia y pondrá de manifiesto todos los secretos que han intentando mantener ocultos durante años.
He aquí una producción belga con un punto de partida extraño y desconcertante, malogrado casi de entrada por la confusión entre pretenciosidad y voluntad artística, ambigüedad y sin sentido de qué hace gala el debutante Giles Daoust
He aquí una producción belga con un punto de partida extraño y desconcertante, malogrado casi de entrada por la confusión entre pretenciosidad y voluntad artística, ambigüedad y sin sentido de qué hace gala el debutante Giles Daoust, y por un argumento, encima grosero y de bastante mal gusto, que resulta ininteligible de puro absurdo. En lugar de una (previsible) metáfora de la descomposición e hipocresía familiar, la habitación fantasma del título se revela al final como un sueño o proyección mental del joven disminuido, Alex (Pascal Duquenne), quién antes de quedarse en una silla de ruedas dejó embarazada a su hermana mayor, Melinda, quién accedió a acostarse con él, según sus propias palabras, "porqué nunca lo había probado". Responsable casi único del filme, Daoust firma un trabajo de puesta en escena tan preciocista como vacuo, juega a la confusión entre sueño y realidad sin ningún fin concreto y presenta a una serie de personajes histéricos cercanos a la caricatura que deambulan por la casa sin hacer nada, al mismo tiempo que, sin justificación alguna, rinde homenaje a El resplandor (The shining, Stanley Kubrick, 1980).