publicado el 5 de julio de 2005
Lluís Rueda | TRAS EL ÉXITO DE TAQUILLA OBTENIDO CON PHANTASMA , el director estadounidense Don Coscarelli ha mantenido durante años una irregular carrera (marcada por completo por la presencia de innecesarias secuelas de su filme más celebrado). El cine de Coscarelli parece predestinado al Direct to Video (al menos en el mercado español) y, quizás por ello, parece haber decidido enjuagar su carrera de toda condescendencia con la industria y haberse reinventado como un autor decididamente pulp y a contracorriente además de erigirse en valiente bastión de la trastienda contracultural. Al menos, esa es la lectura que hacemos tras echar un vistazo a su última locura, la irreverente y abracadabrante Bubba Ho-Tep (2002).
El filme, escrito por el mismo Coscarelli (adaptación de un relato de Joe R. Lansdale), se centra en las desventuras de dos ancianos achacosos confinados en una residencia. El primero dice ser el mismísimo Elvis Presley (y está magníficamente interpretado por Bruce Posesión Infernal Campbell), y el otro afirma ser el presidente Kennedy a pesar de no compartir el mismo color de su piel. La aburrida vida en la residencia dará un giro de ciento ochenta grados cuando una noche descubren que una antigua momia egipcia vestida de cowboy (sic) aparece para abastecerse de las rendidas almas de los residentes. La psicotronía de la propuesta contrasta con el rigor con que Coscarelli perfila a sus personajes y con el amplio conocimiento que el director tiene de los resortes del género. Coscarelli nos ofrece una melancólica reflexión sobre la crisis de identidad bien revestida por todo el imaginario de la de serie Z. El director se propone, con éxito, “tunear” las catacumbas cinéfagas del cine de bajo presupuesto, estilizando su propuesta en un acabado exquisito que firmaría el mismísimo Tim Burton de Ed Wood.
Es, pues, Bubba Ho-Tep una propuesta nada desdeñable a pesar de su artificiosidad, un filme que brilla en sus excesos y que siempre encuentra un equilibrio simpático entre su humor de geriátrico y sus entretelas de cartón piedra. Quedémonos con algunas de las perlas de su guión: “No preguntes que puede hacer tu residencia por ti, pregúntate que puedes hacer tú por tu residencia”, dice el alter ego de Presley parafraseando a Kennedy.