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publicado el 28 de julio de 2008

Puedo y no quiero

Javier Córcoles | Era de esperar que, ante el aluvión de películas de superhéroes que han inundado los cines durante los últimos años, acabase apareciendo un film que las parodiase. Al fin y al cabo, reírse de hombres adultos que deciden enfundarse unas mayas para combatir el crimen no es una labor harto complicada. Hancock es una superproducción veraniega protagonizada por Will Smith que pretende arrasar las taquillas de todo el mundo con un superhéroe alcohólico, irresponsable y grosero, la (supuesta) antítesis de personajes como Superman o Spiderman.

Si echamos un vistazo a los estrenos más exitosos de los últimos ocho años, podremos comprobar como las películas protagonizadas por superhéroes han campado a sus anchas por los primeros puestos del box office. Hollywood ha encontrado la gallina de los huevos de oro en los cómics de la Marvel y la DC, adaptando al celuloide las páginas de decenas de estos personajes. Así, muchos esperábamos la llegada de un film que parodiase esta avalancha de superpoderes, dobles identidades y buenas intenciones. Un film que, partiendo de todos los lugares comunes que hay en todas estas películas y publicaciones, fuese capaz de ofrecer una mirada fresca y maliciosa hacia tan trillado género. Pero parece que tendremos que esperar a otra ocasión.

Los superhéroes son las personas que nos gustaría llegar a ser: son valientes, inteligentes, hábiles, responsables y, sobretodo, respetados y admirados por la población que defienden. Pese a que éste último aspecto sea cuestionable en más de una publicación o film (como, por ejemplo, Spiderman), es la base principal de la fantasía superheroica (consciente o inconsciente) del lector medio. Así, Hancock, un superhéroe con problemas con las adicciones y la población a la que protege en contra parece, a priori, un alejamiento claro de ésta ensoñación. Sin duda, es un punto de partida prometedor para realizar una buena parodia.

Hancock, en los primeros minutos de película, se nos presenta como un héroe más que cuestionable: pese a su valentía es vago, bebe en exceso y siente un absoluto desprecio por la propiedad privada. Esto le ha acarreado tener a la opinión pública en contra, siendo criticado constantemente por las fuerzas policiales y los medios de comunicación. Por este motivo, un asesor de imagen de carácter soñador (vamos, que al igual que un superhéroes también pretende salvar al mundo) se ofrecerá para convertir a Hancock en un protector de la comunidad respetable y aplaudido por las masas.

Así, Hancock, la película, parte de una premisa harto interesante, que juega con la desmitificación y la subversión de los tópicos. De hecho, la primera media hora de película es divertida, mostrando algunas ideas interesantes. Incluso Will Smith hace menos de Will Smith que de costumbre, lo que es de agradecer. Pero cuando todas estas ideas tienen que empezar a desarrollarse, una vez superado el primer tercio del metraje, parece que hayan caído en tierra yerma. Todos los elementos que atraían al espectador en un principio, como la decadencia del protagonista, desaparecen de la historia para dar paso a una endeble historia de amor pseudo-mitológica que no se sabe nunca muy bien hacia donde va. Hancock no profundiza en ninguno de los interesantes elementos que había sobre el plantel para decantarse por tesituras más dramáticas; y estas resultan tan endebles que acaban haciendo naufragar el film. La película, de repente, intenta convertirse en todo lo que estaba parodiando, y lo hace sin fuerza ni garra, evidenciando las carencias del guión. Y por si fuera poco, la incomprensible puesta en escena, repleta de zooms y cámaras en mano al más puro estilo cinema verité, le da la puntilla al resultado final.

Así, Hancock se acaba revelando como un quiero y no puedo (o, mejor dicho, como un puedo y no quiero), como una oportunidad perdida. Una pena, ya que lo que podría haber sido una notable parodia del género superheróico se acaba convirtiendo en una mala película de superhéroes. Pero supongo que las restrictivas imposiciones de una superproducción con miras a ser el 'blockbuster' del verano no pueden permitir mucho más. Seguiremos esperando, ya que esta avalancha de películas de hombres superpoderosos va a continuar durante un tiempo. Esperemos que en breve llegue otra revisión paródica del género y, esta vez, lo haga con más “gracia”.


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