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publicado el 29 de julio de 2008

Lluís Rueda | Entrevista a Park Chan-wook:

La cybercomedia romántica

Charlamos con el director sudcoreano Park Chan-wook, tras su espléndida trilogía sobre la violencia conformada por tres títulos como Simpathy for Mr. Vengance, Old Boy y Simpathy for Lady Vengeance, el realizador vuelve a seducirnos con un filme que parte de los esquemas de la comedia romántica clásica y se diluye en una marciana y disparatada fábula protagonizada por una niña que se cree un cyborg. Chan-wook tiene muy presente en su colorista cuento lisérgico clásicos como Eduardo Manostijeras o El mago de Oz y busca el desarrollo de una crítica ácida acerca de la alienación, el amor y la amistad. El filme, que en ocasiones roza lo desestabilizador, también se pasea con descaro por la fuga caprichosa. No es difícil reconocer en Soy un Cyborg todos los referentes culturales que siempre ha atesorado el universo del realizador: hablamos de personajes confinados en un hospital mental, de mujeres en redención y de la plasmación dolorosa del amor verdadero entendido como asunción de la sinrazón y el infantilismo.

'Soy un Cyborg' es película con un fuerte contraste entre lo frívolo o humorístico y las enfermedades, algo más serio…

Por fuera sí, esta película está tratando un tema ligero, visualmente puede parecer fría y distanciada, pero a la vez es vívida y comunica sensaciones intensas. En mi tratamiento, los pacientes del filme no parecen enfermos, casi se diría que son actores que impostan. He procurado hacer una radiografía muy seria del ser humano. Otro ejemplo de contraste es la escena final en que la pareja protagonista se ve muy feliz, pero en realidad todo sigue igual, no ha habido una transformación y los protagonistas siguen siendo enfermos. Ella es como una bomba nuclear que puede explotar en cualquier momento y acabar con el mundo. Dentro del filme, lo que mostramos es totalmente diferente a lectura de la realidad, ese es el contraste que yo buscaba.

Ha renunciado usted a cierta violencia a la que nos tenía acostumbrado, especialmente en su trilogía de la venganza.

En Soy un Cyborg también hay escenas violentas. Por ejemplo, hay una secuencia concreta en que se produce un tiroteo y la protagonista dispara contra los médicos del centro de salud mental. Es una escena muy violenta, desde luego, pero el público sabe que no es real, quizá esa sea la diferencia respecto a otros de mis filmes. La violencia forma parte de la fantasía de la protagonista y se muestra más aséptica. Yo creo que es algo divertido para el público, como una excursión por un parque temático.

En sus películas, en muchas ocasiones, los personajes suelen caer en la paranoia debido a un hecho traumático. No se si ese enfoque estaba previsto, en todo caso nos gustaría saber que le atrae de este tema.

Yo creo que me atraen este tipo de personajes paranoicos, a veces me preguntan que diferencia hay entre yo y Bong Joon-ho (director de Memories of Murder y The Host). En las películas de Joon-ho los personajes son estúpidos, se comportan como tal, y en las mías son extraños y enigmáticos.

Me gustaría saber si detrás de la película se oculta una metáfora acerca de la anorexia o, si bien, habla sobre la perdida de la inocencia.

No quería tratar el tema de la anorexia, sigo insistiendo en que es una metáfora: la protagonista arriesga su vida por no comer, ella cree que es una máquina y busca alternativas para cargar energías –lo que conlleva situaciones grotescas-, en su mundo esa lógica impera y ella no necesita ni dietas convencionales, ni le obsesiona la comida, simplemente no se alimenta de un modo normal y está a punto de morir por ello.

El psiquiátrico es un sitio aislado pero conformado por una pequeña comunidad. No sé si el filme tiene lecturas políticas que hablen sobre el confinamiento o si se deja entrever cierta crítica a formulas políticas como el comunismo.

En realidad no hay detrás ningún objetivo político. La única realidad de sumisión o desacuerdo que se da es entre los pacientes y los médicos, pero son estamentos muy básicos para aplicar segundas lecturas. En el fondo es como en Toy History, cuando los pacientes están con los médicos dan un perfil depresivo, pero cuando están ociosos, reviven y crean mundos fantásticos donde todos pueden sentirse partícipes. Las reglas del juego las marcan ellos mismos, como los niños, casi diría que los médicos son los padres y los pacientes unos traviesos pequeños.


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