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publicado el 15 de agosto de 2008

Las dos caras del héroe

El regreso del caballero oscuro, ‘Batman’, de manos del realizador-guionista Christopher Nolan, además de resultar algo más que un 'blockbuster' con ínfulas, es la traslación perfecta de un universo marcado por la estrecha relación entre héroe y villano, por esa necesidad de simbiosis entre ambos que acaba precipitando en la némesis de un personaje corrompido como ‘Dos Caras’. La dualidad en el cine de Nolan, la lucha casi fraticida en una suerte de 'doppelgänger' necesario es bien conocida para aquellos que degustaron la espléndida 'El truco final: el prestigio' ('The Prestige', 2006). Pero acaso lo más interesante de esta cinta, quizá preñada de excesivos giros, se de en la ruptura de esa línea moral que separa al vengador-villano del héroe-bienhechor.

Lluís Rueda | Vaya por delante que, a mi criterio, la mejor traslación del héroe oscuro de la 'DC Comics' a la gran pantalla la llevó a cabo Tim Burton en Batman Returns (1992), y que las texturas expresionistas, de un grotesco circense, de dicha cinta nunca han sido superadas. Nos han sucedido años de fugas queer de mano del mediocre Joel Schumacher, cintas que han funcionado por la inercia del prestigio de la saga pero que han pasado por nuestra memoria sin pena ni gloria: lástima, por que George Cloney resultaba un Bruce Wayne con carisma (incluso con más 'charme' que Christian Bale). Hasta que no tomó Chirstopher Nolan las riendas de un nuevo proyecto, el caballero oscuro no ha podido moverse con comodidad por una viñeta la suficientemente vigorosa. La apuesta del director de Memento por Batman Begins resultó bien sencilla y acertada, apostar por un hiperrealismo que convirtiera Gotham en una metrópoli próxima y acentuar con cierto goticismo tangencial tanto la trama como el trazo grueso del personaje principal. Más cerca de John Carpenter que del propio Tim Burton, Batman Begins (2005), cautivó por su efervescencia, concreción argumental y línea estética, pero acaso ese nuevo resurgir del hombre murciélago necesitaba de una trama que le llevase a otro estrato anímico más profundo y le convirtiera en algo más interesante que un millonario que gusta de jueguecitos (en ese caso, es más salado Tony Stark-Downey Jr.). Con El caballero oscuro Nolan ha soltado su instinto como creador de personajes de cuidada ambigüedad y ha procurado un fascinante recorrido por las dos caras de un mismo héroe, un perfil que guarda cierta simetría con las facciones psicopáticas del que ya es el villano cinematográfico del siglo XXI, el impresionante, esperpéntico y aterrador Joker que ha creado como epílogo inquietante el fallecido actor australiano Heath Ledger.

Para qué negarlo, este Joker crea una empatía que nos incomoda tanto como nos arrebata el aliento, sus artimañas, su cerebro privilegiado y desde luego, su falta de apego por las cosas materiales hacen de él un personaje irresistible y dan un matiz inédito al cine de superhéroes, es decir, un Nuevo cine en el que por fin estamos de parte del villano, disfrutamos de ello y el mal acaba triunfando: ¿existe algo más hiperrealista, pesimista y valiente en el cine que nos llega desde Hollywood? La palabra es no, y que un filme de características tan desasosegantes haya desplazado del ranking de las películas más taquilleras de la historia a un filme como Titánic sólo quiere decir una cosa: somos en suma espectadores amorales, queremos ver un barco que se hunde con miles de personas y el rostro del mal mirándonos fijamente. Esta observación no es coyuntural a un análisis sociopolítico concreto ni a un desgastado discurso post-11S, ha sido así desde que Boris Karloff se puso masilla en los ojos y pasó por un Fu Manchú acaso tan psicópata como el Joker en La máscara de Fu Manchú (The Mask of Fu Manchu, 1932) de Charles Brabin.

Este nuevo Joker de proporciones dadaístas es la salsa del filme de Nolan, el contrapunto adecuado para un héroe de carisma desgasado que sin una trama motriz no pasaría de un extravagante OO7. Mucho tendrá que trabajar Nolan para encontrar un contrapunto de meridiana densidad ahora que Hedger ha traspasado. Por lo demás las constantes nihilistas del cine de Nolan están intactas, su gusto por el azar, por la dimensión fascinante del caos y su dibujo de la esquizofrenia individual son elementos irreprochables, valores que sobresalen por encima de un puñado de estrellas secundarias (Morgan Freman, Michael Caine, Maggie Gyllenhaal) que empequeñecen más, si cabe, el carisma discutible de un Christian Bale que se nos hace antipático como Bruce Wayne y que acaba resultando plano y romo como caballero oscuro. De esto sabía un rato Tim Burton cuando escogió a Michael Keaton para su díptico basado en las aventuras creadas por Bob Kane (quizá Batman no sea tan interesante como cabe pensar a priori, quizá no lo sea ningún superhéroe de cómic -Spiderman, Hulk, Daredevil-): ¿no son acaso la enésima simplificación de los atributos positivos del ser humano? Pardiéz, algo poco excitante ¿no creen?

Por lo demás, y sin ánimo de revelar nada que pueda echar al traste las decenas de sorpresas que el filme nos ofrece, cabe reflexionar sobre el riesgo que corre Nolan con un planteamiento de inicio más cercano al cine político de la década de 1970 (Sérpico (Serpico, 1973) de Sidney Lumet es un buen ejemplo), que a un digest de artes marciales y efectos epatantes. El realizador se esfuerza por componer un héroe institucional como el fiscal Harvey Dent interpretado por Aaron Eckhart, y relativizar la presencia de Batman, el caballero outsider y perdedor. Una idea de riesgo en la que Nolan muestra los entresijos del sistema, plantea reflexiones muy adultas y se olvida de que tiene entre las manos un filme con superhéroe durante casi la primera hora inicial: el riesgo del guión es preclaro, y de hecho el impaciente espectador adolescente corre la suerte de dormitar, pero cabe decirlo, el segundo acto del filme es tan espléndido e inspirado que haría aplaudir a una morsa. El caballero oscuro propone una línea argumental claramente deudora de un filme como Insomnia (Id. 2002) -co-guionado por Hillary Seitz [1]-. En él, el detective Will Dormer (Al Pacino) es el responsable del asesinato de dos policías y busca llegar a un trato con el asesino de una adolescente al que persigue, Walter Finch (Robin Williams). Ambos buscan acordar una salida y salir indemnes de la justicia. El discurso de Finch es absolutamente cabal y no parece sujeto a la idea de chantaje, para él se trata de que dos supervivientes que aúnan sus fuerzas.

El discurso del Joker (Edge) es claramente deudor del de Walter Finch, propone una tercera vía que relativiza la amoralidad y cuestiona el sistema. En el caso del Joker, su prurito faustiano y la proclama de un nuevo orden en el que sobrevivirán los más fuertes y los más listos le conceden claramente un perfil tan mesiánico y operístico como el de V (Hugo Weaving) en V de Vendeta (V for Vendeta, 2001) de James McTeigue. Nolan parece, en ese sentido haber llevado a sus últimas consecuencias las cuitas conspirativas elaboradas por Alan More para el cómic que inspiró la citada película. Si bien el Gotham de Bob Clark no se diría, a priori, una metrópoli claramente fascista... el Joker si que podría ser un émulo de ese V inspirado en el revolucionario Guy Fawkes, un anarquista sin valores amante de la dinamita y que parece aburrirse en la asepsia del bon vivant que representa Waine Enterprises.

En resumen: filme de superhéroes, de acción, que, como debe ser en un producto mainstrem, acude al golpe de efecto manido y ofrece los pertinentes fuegos de artificio (puro entertainment), un relato cargado de aromas noir que huye claramente de la extravagancia y el distanciamiento burtoniano: elección que acarrea cierta propensión al grand gingnol y a la extrañeza: nunca Batman ha sido un protagonista más desplazado en su propia aventura. Por otro lado, tenemos una cinta consistente que traslada un discurso muy personal a una saga demasiado exprimida, cine valiente que se reserva la licencia de resituar los límites del orden y la justicia y, lo más importante, nos concede la libertad de transitar por el reino del caos y salir con la moral indemne.
¡Hasta siempre, irresistible Joker! Tú sí nos has dado una lección racional.

  • [1]. Guionista de Earl Bird Special (2001) de MarK Jean y nominada por Insomnia por 'The Academy of Science Fiction, Fantasy & Horror Film Usa'. Como coguionistas del film figuran Nikolaj Frobenius y Erik Skjoldbjaerg.

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