publicado el 30 de octubre de 2008
Marta Torres | Fabrice Du Welz es un director francés de origen belga. Es alto, simpático y guapetón y quedaría muy bien en la portada de cualquier revista de cine sino fuera por que ha optado por despreciar los límites del cine comercial y los gustos del público francés. Se destapó en Sitges hace cuatro años con la genial Calvaire, un filme atípico de terror rural y ahora regresa con una historia ambientada en Tailandia, justo después del desastre del tsunami. Vinyan es un filme atmosférico y agobiante sobre la imposibilidad, para una madre, interpretada por Emmanuelle Béart, de aceptar la muerte de su hijo. El estreno oficial es esta misma noche y el director no deja de recorrer nervioso los jardines del hotel mientras concede una entrevista tras otra.
Decías que no querías hacer otro 'Calvaire', ¿crees que lo has conseguido?
Yo en realidad quería moverme hacia adelante y experimentar con otro tipo de película. Lo primero fue el cambio de escenario. Cuando decidí asentar la historia de Vinyan en una Tailandia post-apocalíptica estaba buscando otra aproximación, más dramática y menos tragicómica, que era el caso de Calvaire. En la película estoy hablando de la pérdida y de la imposibilidad de recuperar lo perdido, de los deseos imposibles. El tratamiento es también más experimental que en Calvaire.
Tu intención inicial era hacer un 'remake' de '¿Quién puede matar a un niño?' de Chicho Ibáñez Serrador pero la película ha evolucionado de otra manera, ¿qué has añadido de ti mismo, de tu propia experiencia?
Chicho fue mi punto de partida, adoro su película y en un primer momento pensé en hacer un 'remake' de ¿Quién puede matar a un niño? pero Vinyan ha acabado siendo algo completamente diferente. Lo que me impresionó de la película de Chicho fue que los monstruos eran los niños, algo que me pareció saludable, especialmente ahora cuando lo políticamente correcto es norma habitual. Pero el tratamiento de Vinyan es completamente diferente. Es una película de fantasmas aunque en ella los muertos no penetran en el mundo de los vivos sino que es al revés, son los vivos los que quieren penetrar en el mundo de los muertos porque rechazan la muerte de su hijo. Esto ocurre especialmente en el momento en que la película cambia. Vinyan empieza de manera bastante realista y en un momento dado el filme penetra en la obsesión de los personajes y se convierte en la materialización de su obsesión en la pantalla, se vuelve algo tangible y orgánico, incluso sexual. Es completamente diferente al filme de Chicho porque, aunque realmente adoro ese filme, es más realista y es más comercial. Vinyan no es un filme comercial.
¿En qué ha influido Tailandia, a la hora de hacer la película?
Es un proceso largo. La primera vez que fui a Tailandia fue el año pasado para escribir el guión. No conocía Tailandia y fue un gran 'shock'. Estuve seis meses allí y conocí a un montón de gente… y entendí que tenía que adaptarme yo a ellos y no al revés. En Vinyan había seis occidentales y el resto del equipo eran tailandeses. Tuvimos que adaptarnos a sus normas y a sus métodos. Rezábamos cada mañana y en cada localización, comíamos con ellos… para mi es una película tailandesa. Le he dado la humedad, el olor, la fiebre de mi Tailandia, de mi representación de Tailandia.
¿Tuviste muchos problemas durante el rodaje?
Tuvimos muchos problemas logísticos, con los monzones, con el humo, con los chicos, con los insectos, con la humedad, pero fue muy, muy excitante.
En la rueda de prensa comentabas que no se pueden hacer películas como en los años setenta, ¿qué tipo de películas se tienen que hacer ahora?
El mercado es completamente diferente. Es una pura fantasía hacer películas como en los años setenta, como hacía Herzog con un gran presupuesto y mucho tiempo de grabación. Hoy el mercado es muy limitado, todo el mundo sabe qué tipo de película quiere ver, las categorías y los géneros prevalecen y no se apuesta por la experimentación. Aunque Vinyan es un filme experimental, he intentado romper códigos narrativos y estéticos. No se si he tenido éxito pero lo he intentado.
¿Te sientes a contracorriente, sobretodo en cuanto al mercado francés?
Sí, absolutamente. Lo huelo, lo leo… algunos críticos en Francia no entienden lo que intento hacer. Creo que hay diferentes maneras de tratar “lo maravilloso” en Francia y en España. Probablemente se trate de un hecho cultural: a los franceses les gusta más el realismo y cuando aparece “lo maravilloso” se produce un distanciamiento claro. Aunque sí la película funciona como un cuento la gente se pierde menos. En España el público disfruta más de este tipo de películas. Me gustaría hacer llegar este tipo de películas al gran público pero quizá he perdido el tiempo y debería irme a Los Ángeles a rodar estúpidos 'remakes'. Es difícil porque hay un completo desencuentro entre lo que hago y el público francés.
Pascal Laugier, Bustillo… ¿Hay una nueva generación de directores de terror en Francia?
No creo que haya ni una nueva generación ni una nueva manera de contar el horror en Francia ya que todos estos directores son completamente diferentes entre sí. Pascal Laugier es completamente diferente de Alexandre Bustillo y él es completamente diferente a mí… Quizás podríamos tener en común el mismo 'background'; hemos crecido con las mismas películas pero hemos desarrollado diferentes personalidades; quizás tengamos el mismo objetivo: encontrar la manera de llegar a la audiencia, quizás tengamos una actitud similar, algo provocadora e incluso quizás hayamos hemos puesto el límite de lo que se puede mostrar muy arriba… quizás no.