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festivales

publicado el 5 de noviembre de 2008

Lo que quedará de Sitges

¿Qué quedará del festival de Sitges de este año? ¿La polémica de Martyrs y los críticos de estómagos débiles? ¿el paseo zombie? ¿La máquina del tiempo de Abel Ferrara? ¿Christiane Kubrick recogiendo el premio del festival? ¿la timidez de Charlie Kaufman? ¿la mirada imposible de Houellebecq? ¿El veto a los blogs en los pases de prensa?

A pesar de que este año Sitges se presentaba menos brillante y huérfano de grandes nombres, el festival ha mantenido el nivel y nos ha descubierto pequeñas maravillas de autores mal conocidos (Jennyfer Lynch o Pascal Laugier son ejemplos claros) y auténticas obras maestras de autores noveles (The Chaser). Sitges 2008 ha dejado de lado la etiqueta de festival de preestrenos y se ha lanzado a la búsqueda y captura de voces nuevas y propuestas interesantes, que es de lo que se trata. Hay excepciones, claro, en el caso del cine español especialmente graves (nada justifica que Sexy killer esté en sección oficial más que el nombre de su productora pero viendo el nivel de los filmes españoles de este año quizá no había más elección).

Para los organizadores y en una edición donde se atisbaba la crisis en el horizonte, lo más importante a la hora de hacer balances han sido los números. Las cifras no han variado respecto al año pasado: 50.000 entradas vendidas y 140.000 visitantes y nuestra impresión personal es que, si bien entre semana parecía que había menos gente que otros años, los fines de semana las colas se mantenían como cada año. Buenas películas, menos nombres propios y buena participación pueden resumir bastante bien un festival donde han destacado las salidas de tono de Abel Ferrara, muy enfadado con la prensa y con Werner Herzog por culpa del remake de Teniente Corrupto que rodó Ferrara y ahora adapta Herzog. Por su parte, ni A diferencia de Ferrara, ni la conmemoración del aniversario de 2001 Odisea en el espacio, ni la exposición dedicada a King Kong han dejado mucho poso, más que la imagen de la viuda del director, Christiane Kubrick, recogiendo un premio rodeada de su equipo. Sin embargo, ha sido interesante recuperar en pantalla grande filmes de ciencia ficción olvidados, como El hombre que cayó a la tierra. En el apartado de las polémicas tendremos que recordar también el desplante del festival a los blogs de cine fantástico, apartados este año del festival y de los privilegios de la prensa: habrá que ver como afecta esto a un certamen muy deudor de la opinión de sus fans: consumidores de blogs en su mayoría.

Para el año que viene el festival prepara un homenaje a Alien, el octavo pasajero, el filme de Ridley Scott que llevó la nueva carne a los cargueros espaciales y está pensando en serio dedicar un espacio a Los cazafantasmas (Ghostbusters), un guiño a su público en una edición donde sí que pintarán bastos a causa de la crisis.

Noir abrasivo y texturas grasientas

Surveillance (Jennifer Lynch, Estados Unidos, Alemania, Canadá, 2008)
Oficial Fantàstic a competición

El filme de la debutante J. Lynch se circunscribe a medio camino entre la 'road movie' con psicópata y el thriller desasosegante al que nos tenía acostumbrado su padre y productor del filme, Mr. David Lynch. Veintidós años después de ganar el festival con la obra maestra Blue Velvet, repite con su hija de la mano en tareas de productor, el fantástico tiene estas cosas. El filme de J. Lynch es una densa lección, para nada arbitraria, de 'noir' abrasivo mutado a las texturas grasientas de la 'American Gothic'. Una lección de guión meticuloso, parcialmente desestructurado, que sin embargo siempre se sustenta en el fluir del relato fílmico y no se expone como una impostura estética. El entramado de Surveillance es magistral, trabajado con delicadeza para eclosionar en un twist demoledor que lejos de resultar gratuito aporta un plus de relectura que trasciende lo mostrado, asimilado y digerido. J. Lynch luce como una poderosa realizadora y mus modos, su enorme visceralidad, siempre van acorde a un ejercicio de síntesis tras la cámara afín a la simplicidad del thriller más clásico (y básico).

La receta mágica para que esta cinta perdure en la memoria posee su ingrediente más valioso en la combinación de sencillez de su contenido y en el poder de seducción de una presentación dilatada, armónica, que remienda con pericia sus giros y retruécanos mediante un montaje impecable. Surveillance se erige, pues, en una pieza, muy orgánica y reconocible para el espectador, rematada en un desenlace que logra que parte de lo visto desaparezca y se geste el truco (la sorpresa) que el espectador intuye: a buen seguro Jennifer Lynch tomó buena nota de una obra tan caleidoscópica como El fuego camina conmigo, uno de esos filmes menores de David Lynch que con los años se ha convertido en una añeja pieza de culto. La magia de la mecánica, para algún cicatero, puede desgasar el producto si se cata con reiteración, pero en el cine, como en el ilusionismo, la puesta en escena y la ejecución de la idea conforman un arte que puede ramificarse en infinitas posibilidades. A mí personalmente no me satura ver el truco una y otra vez si su ejecución siempre me aporta un matiz sabroso -puede que esta disquisición funambulística esté algo contaminada por cierta novela de Cristopher Priest-. Con todo, Surveillance es un estupendo cócktail de 'horror movie', comedia grotesca y thriller virulento, a la sazón, una ópera prima que no lo parece debido al particular adn de la realizadora debutante; pero no se lleven a engaños, este filme posee una personalidad propia y se distancia de David Lynch más de lo que algunos cicateros desearían.

No dista, esta cinta tan estimable, de esa combinación de mala uva y sordidez recapitulada en accesos de violencia abisal y anómala, por tanto, emparentarlo con otros productos poco ortodoxos como The Devil's Reject de Rob Zombie o con clásicos modernos como el 'remake' Cap of Terror de Martin Scorsese no es baladí.

No pierdan detalle de la espléndida actuación de Bill Pullman dando vida a un enigmático agente de homicidios y a una Julia Ormond que al fin halla un papel a la medida de su morbosa expresión flamígera. Algunos viejos nostlagicos también se concederán alguna lagrimilla con la presencia de Michael Ironside ( o quizá no…)

Estas cintas (thrillers polvorientos o de densa humedad atmosférica) pueden desprender un patrón estilístico tan válido como la citada Blue Velvet. Se admiten otras sinergias cinematográficas que busquen parientes lejanos o próximos con Surveillance: judex@judexfanzine.net

¡Demonios!, creo que esta reseña cinematográfica más que un artículo parece una negra 'chistera'. L.R.

El boceto de un thriller

Anamorph (Henry Miller, Estados Unidos, 2007)
Oficial Fantàstic fuera de competición

Anamorph podría haber sido un excelente filme si su convencional guión hubiera estado a la altura de su buena factura y de sus poderosos primeros treinta minutos. Pero este filme no es más que un boceto especulativo que abre un interesante abanico de posibilidades para, acto seguido, cerrarlo en nuestras narices mediante un final facilón y condescendiente.

La idea de un asesino que trasforma los cuerpos de sus víctimas en obras de arte es harto interesante y toda la reflexión que se deriva acerca de perspectivas, luz y técnica resulta muy interesante. La lástima es que toda esa información, casi de clase de arte, debería haber tenido un recorrido más largo y trascendental tanto en el sugestivo cluedo como en la evolución del inspector de policía interpretado por un esforzado Willem Dafoe. Henry Miller tenía un filón formal para hibridar las circunstancias del atormentado protagonista -al que en el pasado le asesinaron la esposa- y el desarrollo del presente con el artista psicópata creando obras macabras personalizadas. Sin querer reestructurar el filme ni suplantar al guionista, la idea de la reconstrucción del pasado a través de la perspectiva macabra del presente hubiera colocado este thriller unos peldaños más arriba.

Por otro lado, las características de Anamorph se ven rápidamente ensombrecidas por el recuerdo de Seven y pese a un meritorio esfuerzo formal -la luminosidad del filme resulta inquietante- deja la sensación de que podría haber sido una cinta mucho más sugestiva y eficaz. Como poco, la construcción del personaje principal es francamente válida y sus resortes artístico-forenses muy agradecidos. Una lástima que la sesión resulte narrativamente precoz. Luis Rueda

¿Irónica bajada a los infiernos?

Beautiful (Junh Jai-hong, Corea del Sur, 2008)
Noves Visions

¿Puede la belleza, y en cierto modo el narcisismo recalcitrante, ser la desgracia de una joven? Este es el ambiguo interrogante de la película dirigida por Junh Jai-hong un discípulo casi mimético de Kim Ki Duk. La protagonista de Beautiful es cruelmente castigada por su belleza, sojuzgada con inquina, violada y finalmente confinada en una locura extrema… El planteamiento de Beautiful no es pragmático, ni consecuente, es peregrinamente vericista en su planteamiento, pero ejerce como acicate moral de enorme pedigrí en tanto fábula con la injusticia social y la venganza de una sociedad machista sin escrúpulos como protagonistas; este último, un target genérico que anhela poseer el trofeo de la belleza femenina aunque tenga que arriesgar su libertad y su ética.

Beautiful es un cuento cruel que concede a su delicada protagonista un papel redentor, una sacra tortura que la lleva a desnudarse de superficialidad hasta el punto de convertirse en paradigma de las capas más infortunadas y despreciadas de la sociedad surcoreana (prostituta), de los segmentos más incomprendidos de la adolescencia (bulímica) y erigirse en un eterno icono romántico (suicida). Por tanto Beautiful es tan cruel como innecesaria a nivel aleccionador, pero sin embargo deviene un cáustico melodrama que aporta interesantes capas de subversión y una mala leche prístina.

Un buen filme de Junh Jai-hon al que como poco habría que criticarle su adhesión punto por punto a los postulados estéticos y crepusculares del cine de Kim Ki Duk -en tareas de producción- si es que eso es en modo alguno criticable. Pese al tono amargo y lascivo del filme, uno procura creer que existe algo irónico en su impecable bajada a los infiernos, como poco, el análisis entomológico de la líbido masculina -insaciable- es poderosamente inquietante. Quizá la lectura más interesante sea aquella que sitúe a Beautiful en el magma sórdido, pero interesante, de la muy polémica cinta francocanadiense Martyrs. L.R.

Un filme blanco

Blindness (A ciegas) (Blindness, Fernando Mereilles, Estados Unidos, 2008)
Oficial Fantàstic fuera de competición

Fuera de la sección oficial a concurso se presentó la esperada adaptación que el director Fernando Mereilles ha hecho de "Ensayo de la ceguera" de José Saramago, novela que especula entorno a una aterradora posibilidad: en un futuro cercano una extraña epidemia deja a todo el mundo ciego. El filme, que fue recibido con tibieza en el festival de Cannes, lo tenía todo a su favor para convertirse en una buena película: una historia con garra, un argumento distópico (que siempre vende), Julianne Moore como cabeza de cartel – en el que también destacan Mark Ruffalo, Gael Garcia Bernal, Danny Glover, Sandra Oh y Alice Braga,-, sin olvidar a Fernando Mereilles, el director de Ciudad de Dios o El jardinero fiel, una elección quizá discutible pero de la que podía esperarse cierta originalidad y riesgo.

El resultado es flojo y bienintencionado. Todo el filme está supeditado a una discutible elección artística, una pirueta formal, que hace sospechar que Mereilles no se ha tomado el trabajo de llevar el material más allá del ejercicio de estilo. La historia de Saramago se presenta plana y sin vida, revestida de un cierto “buenismo” progre que parece que tenga que justificar cada acción de los protagonistas. A pesar de los esfuerzos de una fantástica Julianne Moore y de algunas secuencias que destacan de la tibieza general, el filme parece una versión descafeinada de Los hijos de los hombres, ésta sí, obra maestra. Plana, fácil y bobalicona, Blindness ganó incomprensiblemente el premio del público del festival. Marta Torres

Espejos rotos

The broken (Sean Ellis, Gran Bretaña / Francia, 2008)
Oficial Fantàstic a competició

Segunda película de Sean Ellis tras el pequeño filme de culto Cashback (Id., 2006), The broken es una propuesta relativamente insólita en el panorama del cine de género europeo contemporáneo. Inspirándose en buena medida en el cine de Alfred Hitchcock y bajo la estructura propia de un thriller, el director británico propone un ejercicio de terror minimalista, que tiene su mayor baza y al mismo tiempo su más gran defecto en un trabajo de puesta en escena esteticista y elaborado hasta el más mínimo detalle. Apoyado en un inquietante aunque por momentos excesivo tratamiento sonoro y en la excelente fotografía fría y oscura de Angus Hudson (uno de los pocos premios coherentes del palmarés de este año), la película no da ninguna respuesta ni ofrece tampoco ninguna solución al enigma que plantea: la paulatina e inquietante suplantación de los miembros de una familia media británica por parte de personas físicamente idénticas pero extrañas puede leerse como una relectura / actualización de La invasión de los ladrones de cuerpos (Invasion of the body snatchers, Don Siegel, 1956), pero puede tener también una explicación puramente sobrenatural, por lo que estaríamos delante de una relectura postmoderna del mito del doble (las personas suplantadas han cómo se rompía un espejo antes de ser asesinadas...). Jugando con la amnesia que padece la protagonista (Lena Headey) tras sufrir un aparatoso accidente de coche, Ellis rinde homenaje a la mítica escena de la ducha de Psicosis (Psycho, 1960), oculta información y juega con las elipsis y los saltos temporales en ocasiones de manera arbitraria y tramposa, aunque con un notable sentido del suspense, manteniendo el interés de los espectadores hasta un final no por previsible menos contundente, pero demasiado abierto. Pau Roig

Terror crepuscular

The burrowers (JT Petty, Estados Unidos, 2008)
Oficial Fantàstic a competición

Uno de los títulos más originales e arriesgados de la sección oficial. The burrowers propone un insólito, por riguroso, cruce entre dos géneros en principio tan antitéticos como el western y el cine de terror, con ligeros ecos de la anterior y reivindicable Temblores (Tremors, Ron Underwood, 1988). El conjunto, un tanto titubeante y discursivo en su primera mitad, centrada en la infructuosa búsqueda de una familia presuntamente raptada por los indios por parte de dos granjeros y un adolescente, gana enteros rápidamente gracias a un desarrollo implacable y a un largo y muy contundente clímax final. El director y guionista JT Petty -responsable entre otros títulos de la curiosa pero fallida tercera entrega de Mimic (Id., Guillermo del Toro, 1995)- se muestra mucho más seguro y eficaz en los momentos de inquietud y terror que en la recreación, crepuscular y hasta cierto punto desesperanzada, de los personajes y de las situaciones propias de las películas del oeste, con notables influencias de la obra maestra de John Ford Centauros del desierto (The searchers, 1956). El impagable dibujo de la mayoría de los personajes, especialmente el racista capitán de un regimiento de la caballería que más que ayudar entorpecerá con su prepotencia e ignorancia la búsqueda de los protagonistas, así como las notables interpretaciones del reparto, mantienen el interés de la propuesta hasta el crudo y terrible desenlace, el peor de todos los imaginables. Una atmósfera a la vez angustiante y triste se va apoderando poco a poco del relato, marcado por la sabia dosificación de las misteriosas -y muy originales- criaturas a las que hace referencia el título (que se podría traducir por algo así como “los madrigueras”), de las que prácticamente no se explica nada: viven bajo tierra y el sol las destruye como si fueran una especie de vampiros, pero lo peor del caso es que inmovilizan a sus víctimas con un extraño veneno, enterrándolas después durante cierto tiempo esperando el momento justo para devorarlas; el exterminio de los búfalos por parte del hombre blanco motivó el cambio de sus hábitos alimentarios. P.R.

Apagones lumínicos

City of Ember (Gil Kenan, Estados Unidos, 2008)
Película de clausura

Nadie se temía un producto para los más pequeños tan manido, insustancial y aburrido como City of Ember, más atendiendo a la premisa de que Monster House, la anterior película de Gil Kenan, era una auténtica delicia que un servidor degustó rodeado de centenares de pequeños más listos que el hambre. Creo sinceramente que el tono de City of Ember, muy disperso o quizá ambicioso, ni atraerá a los adultos ni entretendrá a los niños. Gil Kenan ha creado un mastodóntico, y caro, parque temático de brillante imaginería que no carece de interés con intermitencia, pero se sustenta en un hilo narrativo tan estirado, renuente y predecible que apenas si merece ser considerado. No es este un buen filme de aventuras fantásticas, ni podrá competir con la truculencia, genialidad infográfica e incluso fastuosidad de decorados de, pongamos, cualquier entrega de la saga de Harry Potter, todo y reconocer que esa idea de ciudad artificial -en la que la electricidad lo es todo- rodeada de una zona prohibida es interesante en su planteamiento (luego, me perdonarán, la idea se resquebraja y el tópico guión impera. Considerando que ese es el target al que va destinado este divertimento un tanto desaliñado no deberíamos condensar nuestra buena fe como espectadores únicamente en un excelente trabajo de diseño de producción.

City of Ember fue el título de clausura del festival, una elección un tanto arriesgada dada la naturaleza de la película, quizá los nombres de Bill Murray, Tim Robins y Martin Landau tengan un peso específico tan grande que no importa que sus papeles en el filme sean meramente anecdóticos. Con todo, es este un filme de pobre imaginería y torpe desarrollo. L.R.

Corea en rojo y negro

The chaser (Chungyeogja, Na Hong-jin, 2008)
Oficial Fantàstic a competición

Debut en la dirección de largometraje de Na Hong-jin, The chaser se inscribe en la mejor tradición del cine coreano, fiel hasta cierto punto a las reglas más o menos rígidas del género -en este caso del thriller- pero al mismo tiempo reflejo personalísimo y único de la personalidad y las obsesiones de sus realizadores. Con una estructura y un estilo hasta cierto punto similar al de la obra maestra de Bong Joon-Ho Memories of a murder (Salinui chueok, 2003) (ambos filmes centran su interés en la búsqueda y captura de un peligroso asesino, aunque utilizan estrategias narrativas y dramáticas distintas), Hong-jin propone un fascinante y desesperanzado ejercicio de estilo que aglutina con nervio el drama social más desgarrador con el psycho-thriller sin renunciar al humor, trascendiendo los propios márgenes de la historia narrada para ofrecer una visión terriblemente negativa de la sociedad coreana actual, marcada por la incompetencia policial, la inseguridad y la corrupción. El director dota el filme de un ritmo sostenido e implacable que no decae en ningún momento durante las dos horas de metraje, al mismo tiempo que lleva el guión hasta sus últimas consecuencias con un final que es el más terrible -por coherente con todo lo expuesto hasta entonces- de todos los finales posibles. Domina el conjunto una atmósfera a la vez naturalista y fantasmagórica, marcada tanto por el muy sólido dibujo de los personajes (todos son como fantasmas, tristes y solitarias sombras de seres humanos, solos y sin esperanza), como por una estilización tan poética como escalofriante de la violencia. Convertida ya con toda justicia en una de las películas del año (incluso hay un remake estadounidense previsto para el 2010), el hecho de que haya sido excluida del palmarés de la sección oficial del festival sólo puede calificarse de vergonzoso. Haber conseguido el galardón Orient Express a la mejor película oriental es apenas un premio de consolación. P.R.

Conductismo marcial

Chocolate (Prachya Pinkaew, Tailandia, 2007)
Orient Express

Cuando una película de artes marciales se desnuda de trascendencia, ofrece una serie de coreografías epatantes y combina con maestría algunos recursos dramáticos bien ubicados que enriquecen su desarrollo, ¿qué más se puede pedir? Esta bastarda versión de Rainman, de nombre Chocolate, es un bendito divertimento con niña autista karateka que hizo aplaudir al respetable en tantas ocasiones que si el filme hubiera durado una hora más y se hubieran ido ensamblado una tras otra coreografías todos lo hubiéramos dado por bueno.

Prachya Pinkaew sabe que su película tiene dos líneas bien definidas, el drama y la acción, a su favor hemos de decir que acierta de pleno al contrastar las dos tendencias emocionales de su filme mediante un tratamiento más cercano a la comedia que a la épica recalcitrante. Mejor que Kill Bill I, que cualquier película protagonizada por Tommy Jaa y sin duda una de esas experiencias que a uno le reconforta con el cine de entretenimiento. Ya era hora que alguien revisitara Juego con la muerte de Robert Clouse con brillantez, que hiciese que la película no terminara en la mítica última planta del edificio recorrido a golpe de 'nunchako' por Bruce Lee. Aquí, la cosa se prolonga en la fachada, ¡y de qué manera!: unos neones y un ejército de mafiosos cabreados contra una niña justiciera pueden conformar una de las secuencias de artes marciales más esplendorosas que uno recuerda haber visto en años. La pequeña Yanin 'Jeeja' Mitananda es una bomba. L.R.

Dos secuestradores, la stripper y una familia de caníbales

The cottage (Paul Andrew Williams, Gran Bretaña, 2008)
Oficial Fantàstic a competición

Por una vez, el programa de mano de Sitges se acercaba bastante a la realidad: ¿es posible mezclar los argumentos de Fargo (Id., Joel y Ethan Coen, 1996) y La matanza de Texas (The Texas chainsaw massacre, Tobe Hooper, 1974) sin salir trasquilado? Eso es lo que ha conseguido en buena medida Paul Andrew Williams con su segunda película, una mezcla delirante de comedia negra y terror sangriento que se sitúa por encima de la media gracias a un guión no especialmente original pero muy bien construido y brillante en muchos aspectos. El primero, unos diálogos divertidísimos y muy afilados, escritos por el propio director pero que en su mejor versión parecen directamente sacados de la mítica serie televisiva de los Monty Phyton. El segundo, un dibujo impagable y no menos descacharrante de situaciones y personajes, desde los dos ineptos hermanos protagonistas a la malcriada stripper que han decidido secuestrar, hijastra de un importante mafioso, pasando por el hermano de ésta, medio retrasado y cómplice de los secuestradores, y por una sangrienta pareja de matones chinos que deben abortar el rapto por la vía más rápida, sin mencionar el siniestro “carnicero” que acabará por apoderarse de la trama, claramente inspirado en el Leatherface de la película de Hooper y dueño y señor de una granja roñosa reconvertida en escalofriante matadero. El conjunto se sitúa más cerca de la parodia que del cine de terror propiamente dicho pero Williams imprime al relato un tempo endiablado y mantiene el interés de los espectadores hasta el final sin necesidad de concesiones ni subrayados, bien apoyado en las excelentes interpretaciones del reparto y en unos efectos de maquillaje muy contundentes. P.R.

Collejas en el patio

Crows Zero (Takashi Miike, Japón, 2007)
Oficial Fantàstic a competición

Este cruce bastardo -y violento- entre Rebeldes y la serie Al salir de clase por lo visto ha reventado la taquilla en Japón, cosa nada extraña si tenemos en cuenta que su elenco de efebos metidos a actores son algunos de los más bellos rostros que ha dado el 'Super Pop' versión nipona. Este producto ligero perpetrado por el incombustible Takashi Miike, con visos de cine de encargo, es un episodio frugal e intrascendente que adapta un manga de enorme éxito de Hiroshi Takashi: la fórmula es efectista, estamos en el territorio de las pandillas callejeras rondadas por las ratas más viejas e ineptas de la yakuza. Este melodrama callejero que podría haber sido más contenido tiende sin complejos al hi-tech, la vanalización de registros y las fugas musicales.

Crows Zero podría considerarse la visión fashion y radical de un clásico como West Side History incorporando cierta sustancia estética de Dead or Alive del propio Miike.

Si bien estamos ante un filme menor, falto de pretensiones, cabe señalar que apunta subtramas de interés, como la que une a su joven protagonista con un torpe yakuza o la que relata , mediante entreactos estimables, la decadencia de una familia de mafiosos que otorga a su hijo la incuestionable obligación de ser, además de un cafre pendenciero, un espabilado trepa de los bajos fondos. Por lo demás se suceden peleas a la carta, números musicales de R & B y ojos moraditos tras flequillos 'emo' que harán las delicias de las lolitas de Occidente y Oriente.

Como poco Crows Zero nos deja a las claras, una vez más, que Miike puede hacer cualquier cosa, estupidez o maravilla, y siempre sale indemne… Es como un tanque, pone la segunda marcha y filma hasta cuando echa la siesta. Con todo, me quedo con su registro para Big Bang Love: Juvenile A, la adolescencia carcelaria con permuta homosexual quizá aportaba matices más interesantes. L. R.

Dejà vú espacial

Dante 01 (Marc Caro, Francia, 2008)
Oficial Fantàstic a competición

A Marc Caro se le han escindido las ideas, quizá estén esparcidas por el espacio como la nave manicomio de su última aventura sci-fi, una película tan poco original y tan resobada que uno tiene la sensación de que debió verla en una sesión trampa del año pasado, o hace tres -y así nos podríamos remontarnos hasta el infinito. A esa sensación de reiteración hemos de sumar el ramillete de rostros habituales que siempre se cuelan -como secundarios- de rondón en las películas creadas por el fructífero tándem Caro-Jaunet. El francés, único responsable de Dante 01, parece desasistido, empecinado en redundar en tópicos de efervescencia 'eigthies'. Es este un filme convencional, más caduco que retro; una propuesta que adolece de muchas cosas, para empezar su look cartoonesco no encaja en relato pretendidamente tétrico, los efectos especiales parecen ideados en una tarde con un ordenador portátil; y por citar algún despropósito más, les diremos que la cinta resulta tan histérica y deudora de las épocas de 'Delicatessen' que uno siente un tanto de vergüenza ajena.

Dante 01 podría acabar como un Direct to Video decente si no fuera por que es harto más grato recuperar la excelente secuela de la saga Alien que M. Caro realizó alalimón con Jean Paul Jeunet o bien la estimulante La ciudad de los niños perdidos -cuento amargo de largo recorrido emocional-, puestos a escoger un menú Sci-fi que sirva para la evasión personal uno preferiría que le adobasen la broma con un poquito más de pepinillo o mostaza y menos discurso trillado en oropeles mesiánicos. No merece ni el empeño dedicarle su tiempo a no ser que usted busque una extraña sugestión-bucle o bien sea un incondicional del dueto de directores franceses. L. R.

Terror previsible

Donkey punch (Olly Blackburn, Gran Bretaña, 2008)
Méliès a competición

Muestra irrelevante del cambio de rumbo emprendido por el cine británico de género hacia terrenos mucho más crudos, realistas y pretendidamente críticos, Donkey punch cuenta una historia mil veces vista con anterioridad, mostrando la cara oculta y siniestra de un determinado tipo de turismo mucho más real y cercano de lo que puede parecer a simple vista. Un lujoso yate en medio del mar, siete jóvenes (cuatro chicos y tres chicas), alcohol, drogas y una videocámara son ingredientes que no deberían mezclarse a la ligera, porque no suelen conducir a nada bueno: la absurda muerte accidental de una de las chicas en pleno acto sexual desencadenará una previsible ola de muerte y destrucción, servida por el debutante Olly Blackburn con cierta voluntad de estilo y unos resultados superiores a lo esperable. De ritmo irregular pero con un clímax final bastante truculento, Donkey punch destaca positivamente por su sobriedad y su sencillez: más allá de la estupidez más o menos manifiesta y de la terrible inconsciencia de sus protagonistas, el filme no juega en ningún momento la carta del humor ni recurre a la violencia de manera efectista o tramposa, al mismo tiempo que no muestra ninguna condescendencia hacia sus patéticos personajes. Y quizá sea éste su principal problema: la brutal amoralidad del conjunto, la negación radical de cualquier esperanza o expectativa, es un recurso (demasiado) fácil que impide que el filme acabe de trascender los márgenes de su mínima anécdota argumental. P.R.

De Palma de estar por casa

Dorothy (Agnes Merlet, Francia, 2008)
Méliès a competición

A veces una mala película puede ser más placentera para el espectador que un filme aplaudido por la crítica. Es el caso de Dorothy, un filme de la realizadora francesa Agnes Merlet, candidata al Globo de Oro por su primer trabajo, Artemisia. Verla es una experiencia entre culpable e hipnótica. El filme es un producto de bajo presupuesto, repleto de tópicos y con soluciones visuales y narrativas vergonzantes, pero al mismo tiempo esconde algunas perlas fascinantes. Instantes conseguidos en un mar de lugares comunes e ideas peregrinas. Por que Dorothy es una mala película que bebe, sin embargo, de las fuentes más envenenadas del Brian de Palma de Doble Cuerpo o Hermanas, aunque pasados por el tamiz de una realizadora que tiende demasiado al melodrama y que no posee el agudo sentido estético ni atmosférico de sus maestros.

Dorothy es el nombre de una adolescente aquejada de personalidad múltiple a la que la ignorancia de su pueblo natal, aislado en una remota isla irlandesa, vincula a la posesión o incluso al contacto con los muertos. Una psiquiatra con problemas abandonará la seguridad de Dublin para viajar a esta remota isla para esclarecer las misteriosas circunstancias de una agresión cometida por Dorothy hacia un bebé que estaba a su cuidado. La psiquiatra se enfrenta entonces a la incomprensión o incluso al odio de los habitantes de la isla, a sus propios fantasmas al tiempo que cae en la fascinante trampa que Dorothy representa, a la vez víctima y verdugo de los pecados de toda una comunidad. No se dejen engañar por el argumento, ni la realización, ni el montaje, ni la interpretación está a la altura de una historia que sólo funciona cuando Agnes Merlet deja estar los convencionalismos y tira de desfachatez o de exceso. M.T.

Camino de ninguna parte

Eden lake (James Watkins, Reino Unido, 2008)

Injustamente galardonada con el Premio del Jurado, el debut en la dirección del británico James Watkins (nacido en 1978) es un survival horror que intenta ir un poco más allá de las premisas habituales de este subgénero de persecuciones y asesinatos en medio de la naturaleza. Eden lake no propone nada nuevo por lo que respecta a la historia (centrada en la lucha desigual e 'in crescendo' de una insufrible pareja de enamorados contra un grupo de adolescentes dispuestos a estropear su “romántico” fin de semana en el lago del título), ni tampoco a nivel estético, que contrapone la brutalidad de la historia con la belleza de los escenarios naturales por donde transcurre la acción, pero sí a nivel digamos dramático. Watkins obvia de manera deliberada y con mayor o menor fortuna los tics habituales de este tipo de producciones –aunque recurre a ellos cuando le interesa, caso de la gratuita escena del clavo en el pie– y centra su interés en la descripción distante y pretendidamente amoral, aunque en realidad terriblemente ambigua y no menos manipuladora, de un grupo de adolescentes sin valores ni escrúpulos de ninguna clase y capaces de hacer cualquier cosa para divertirse (o para vengar la muerte de su perro a manos del protagonista, que para el caso es casi lo mismo) mientras graban todo lo que ocurre con sus teléfonos móviles. La película podría haber sido una cortante reflexión sobre la falta de rumbo de los jóvenes en la sociedad contemporánea occidental y sobre el papel de los adultos en su educación y (sobre)protección, al mismo tiempo que un experimento crudo, sin concesiones, sobre los mecanismos de representación de la violencia en el cine y sobre los valores que transmite (o no), cuya máxima, parafraseando a Narciso Ibañez Serrador, podría ser ¿quién puede matar a un niño? El principal problema del conjunto radica en el hecho de que Watkins retrata el cabecilla de los adolescentes como si de un psicópata puro y duro se tratara, y así es visto por los espectadores, más como un tarado que como un adolescente prepotente y violento, pero adolescente al fin y al cabo. El resto de los chicos, poco y mal descritos, son poco más que ejecutores coaccionados de sus delirantes órdenes, y son también, precisamente, los que se llevarán la peor parte (punto en el que, polémicas aparte, el mensaje crítico del filme se confunde y difumina de manera un tanto peligrosa). P.R.

Bonito decorado, inexistente historia

Eden Log (Franck Vestiel, Francia, 2007)
Oficial Fantàstic a competición

La ciencia ficción puede ser sugestiva, abstracta, permite alterar convencionalismos y explorar creativamente. Parece que todo ello lo tenía muy claro Franck Vestiel cuando debió tirarse años decorando un hangar con placas, masilla, tapacubos, piezas de electrodomésticos y pértigas circenses, estimo que el siguiente paso debió ser escoger las texturas para un blanco y negro sorprendente y desasosegante, después el sonido, cuan importante es el tratamiento de sonido para un filme sofocante que recrea un laberinto en un complejo científico.

El entusiasta de Vestiel y sus socios, a buen seguro invirtieron meses en confeccionar ese interesante mundo, un set de lo más imaginativo que sería parte viva de la historia, y llega el día del rodaje, con un par de actores del método y una faena de maquillaje de órdago para unos extras que recrearan a unos extraños mutantes. Todo está preparado para rodar la película que podría cambiar la historia de la ciencia ficción europea. De pronto el script, que es la novia de un amigo, le dice al bueno de Franck Vestiel: 'Bien, está todo preparado, listos, espero que el guión esté a la altura´ a lo que Franck contesta, '¿Qué guión?'

Para que no diga, Sr. Vestiel, que desde Judex no damos ideas: vuelva a montar su filme insertando el 'making off', quizá apañe algo más interesante. L.R.

Un soplo de aire fresco

Exte: Hair extensions (Ekusuke, Sion Sono, Japón, 2007)
Orient Express

Autor de una extensa filmografía en España poco menos que desconocida (debutó en la dirección en 1990), el director japonés Sion Sono presentó en la sección “Orient express” una de las propuestas más radicales y estimulantes vistas en el festival. Mezcla delirante y totalmente desprejuiciada de (melo)drama grotesco, comedia femenino-adolescente, humor descerebrado, terror sangriento e intriga policial, Exte: Hair extensions bebe de múltiples fuentes y puede recordar a diversas películas anteriores del género -The ring (Ringu, Hideo Nakata, 1998), sustituyendo la larga cabellera negra y maldita de Sadako por toneladas y toneladas de pelo-, pero al mismo tiempo que se balancea entre la borrosa frontera de lo sublime y lo ridículo constituye el reflejo de un mundo personal único e intransferible. Sono mantiene en un principio la estructura tradicional de las producciones de terror japonesas: a grandes rasgos, el filme se centra en la venganza de ultratumba de una adolescente asesinada por una red de tráfico de órganos, cuyo cadáver estaba oculto en un contenedor de barco repleto de cabello humano destinado a la elaboración de extensiones. De manera recurrente pero siempre inesperada, sin embargo, el director rompe constantemente las expectativas de los espectadores -y también la propia lógica y coherencia de la narración-, dinamitando desde dentro las convenciones del género, sin renunciar además a momentos de extraordinaria tensión (la escena inicial del depósito de cadáveres, el primer asesinato en la peluquería). Más difícil todavía: la mezcla de géneros, tonos y atmósferas tiene su justa correspondencia en una dispersión / sucesión no menos exagerada de temas y referencias que van desde los maltratos infantiles al tráfico de órganos, pasando por la crítica al elevado precio de determinados cánones estéticos y de belleza y el retrato surrealista de las perversiones sexuales y el fetichismo (uno de los protagonistas, el más impagable de todos, trabaja en la morgue, va disfrazado con pelucas de mujer y se comporta como un niño pequeño afeminado y malcriado). La película no mantiene el mismo nivel de intensidad a lo largo de un metraje en exceso dilatado que desemboca en una resolución atropellada, incluso absurda, pero supone un soplo de aire fresco para un género (o subgénero) que empezaba ya a dar terribles síntomas de agotamiento. P.R.

El gran circo del Oeste

The God, the Bad, the Weird (Kim Jee-Woo, Corea, 2008)
Oficial Fantàstic a competición

El cine oriental no necesita ni permiso ni perdón para apropiarse de materiales ajenos, reinterpretarlos, darles la vuelta y presentarlos al comensal con salsa agridulce, hongkonesa o, en el caso que nos ocupa, coreana. The God, The Bad, The Weird es una de las películas mejor rodadas del festival de este año y, con permiso de Repo! The Genetic Opera, de las más espectaculares. El director de la exquisita Dos Hermanas, Kim Jee-Woo, cambia radicalmente de registro y nos presenta una película excesiva, autoparódica y hecha para gustar que lleva al terreno del wuxia las formas del 'Spaghetti Western' y en especial los filmes de Sergio Leone al que homenajean hasta en el título pero no el forma.

El filme sitúa la acción en la Manchuria ocupada por los japoneses y la hace girar entorno a un misterioso tesoro oculto en la tumba de un rey que enfrenta a un asesino a sueldo, un caza recompensas y un bandido de buen corazón. Los argumentos, los personajes y las escenas acrobáticas se acumulan y suceden sin tregua: hay ladrones, bandoleros, un poco de nostalgia por la tierra perdida, un poco de patriotismo coreano, algo de dramatismo, mucho humor y toneladas de acción funambulera. Precisamente es la acción lo que estructura y da sentido a un filme con un elevado sentido del espectáculo. La película empieza con un impresionante atraco a un tren, puntea el resto del metraje con escenas y luchas más o menos largas y termina con una trepidante persecución en el desierto que debe bastante a Indiana Jones. No es una obra maestra pero entretiene y mucho. Por cierto, ¡atención a la banda sonora! M.T.

Muerte de colores

Hansel & Gretel (Lee Eun-Soo, Corea, 2007)
Oficial Fantàstic a competición

Hansel & Gretel es una adaptación 'sui generis' aunque acertada a su modo del cuento de los Hermanos Grimm que persigue convertir el mundo infantil en objeto de terror. Una casa en medio de un bosque, caramelos y juguetes de vivos colores son un hermoso telón de fondo para un trabajo que quiere transformar el complejo de Peter Pan en una trampa mortal. Hansel & Grettel es un filme coreano de bella factura visual, inquietante en la mayor parte del metraje, aterrador a veces, que destaca por su envidiable libertad narrativa y su cuidada estética de cuento de hadas.

Lo firma un realizador muy joven, Yim Phil-Sung, que ya fue premiado en la edición 2005 de este festival por Antarctic Journal, su primer largometraje y un thriller diferente con elementos sobrenaturales ambientado en el continente blanco.

Hansel & Gretel, su segunda película, se aleja de las llanuras heladas de la Antártida y nos sumerge en las profundidades del bosque, un espacio laberíntico y freudiano, lleno de símbolos de fascinación y de muerte. A la manera de los cuentos, el protagonista atraviesa un umbral (hermosísima la escena en que la niña le guía a través del bosque en tinieblas) del que no le es posible regresar sin daño. A la manera de los gialli italianos, el filme nos regala escenas donde lo bello no está teñido con lo macabro, ni lo inocente con lo sardónico. El director Yim Phil-Sung da la vuelta al argumento original del cuento y nos hace temer por los adultos que tienen la mala suerte de encontrar una casa en medio del bosque habitada por tres niños encantadores. No obstante, el hechizo es momentáneo, al filme le sobran buenas intenciones y media hora de metraje que dedica a buscar explicaciones racionales para lo que hasta entonces era un siniestro poema sobre la infancia y el abismo que la separa del mundo adulto. Una lástima. M.T.

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