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FICHA TÈCNICA

Háblame

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director:

Danny Philippou, Michael Philippou

año:

2023

nacionalidad:

Australia

productores:

Causeway Films, A24

estreno en España:

10 de agosto de 2023

95 minutos

De “fiesta” con los muertos



Lluís Rueda | Existen películas de terror que subordinan su naturaleza a una suma de estudiadísimas plasmaciones técnicas, guiones abigarrados en una fórmula precisa y una concatenación de referentes bien ensamblados, amén de las siempre consabidas jump scares colocadas en el instante preciso. Háblame podría catalogarse como canónica en ese sentido, ya que su naturaleza es desacomplejada, diría que incluso rotundamente festivalera. Sin embargo, la propuesta de los debutantes Danny Philippou y Michael Philippou destila algo anómalo, una suerte de naturaleza mesmérica que pocas películas en los últimos años han sido capaces de generar; se me ocurrren “clásicos del género” recientes como It Follows (David Robert Mitchel, 2014), La Bruja (The Witch. Robert Eggers, 2015), Gretel & Hansel (Oz Perkins, 2020) o Men (Alex Garland, 2022), por citar algunas bien conocidas.

Sin embargo, cabe señalar que esta ópera prima se desmarca de la retórica tosca y violenta que nos ha ofrecido el cine de horror australiano en las últimas décadas; desde la saga Wolf Creek creada por Greg McLean a contundentes propuestas como Hounds of Love (Ben Young, 2017) o Killing Ground (Damien Power, 2016), para explorar sin complejos las mecánicas de películas relacionadas con leyendas urbanas, creepypastas y un horror juvenil que en los últimos años se ha reformulado con acierto mediante propuestas como la espléndida Historias de miedo para contar en la oscuridad (Scary Stories to Tell in the Dark. André Øvredal, 2019) o la exitosa trilogía de películas de Netflix Fear Street (Leigh Janiak. 2021). En esa línea pseudo-slasher, Háblame, arranca de un modo contundente y particularmente salvaje: véase esa fiesta en que un joven ataca a su hermano para después automutilarse la cabeza con un cuchillo. Esa tónica desasosegante, de algo que induce a la autólisis, se despliega mediante una idea similar a la empleada en Pesadilla en Elm Street (A Nightmare on Elm Street. Wes Craven, 1984), un ente del más allá que regresa, tras previa invitación, para atormentar a la juventud. Pero a diferencia de la saga creada por Craven, el filme apenas transita por el “otro lado”, aunque la morada de los muertos se concentre puntualmente en alguna aparición epatante al comienzo del filme. El nervio de Háblame y su propósito, es el de desestabilizar con lo no mostrado, perpetuar el mal en los rostros poseídos y canalizar la amenaza sobrenatural en la automutilación, la torsión, en el poner al límite el cuerpo en sesiones tan parejas a las de la ouija como a las experiencias posmorten que, recordarán, se daban en la mítica película de Joel Schumacher, Línea mortal (Fatliners, 1990).

Pero si el elemento iconográfico de la saga de Wes Craven era el guante afilado del demonio onírico Freddie Krueger, aquí el detonante del mal, el portal, es la mano embalsamada de un vidente. Y la idea funciona a la perfección en cuanto la experiencia se torna en una especie de droga peligrosa que crea orgías fantasmagóricas y coquetea con fenómenos como la aplicación TikTok; es decir, la sobrexposición de los jóvenes a lo digital, ese sí, el perfecto elemento desestabilizador, tanto como el sueño y la frustración personal adolescente en Pesadilla en Elm Street.

Háblame sostiene tres cuartos de hora iniciales magistrales, terroríficos y casi perfectos, mostrando reiteradas sesiones de viajes al más allá montadas como auténticas bacanales esotéricas, a ritmo de rap, alcohol y siempre expansivas a las redes digitales. Esa condición de pieza alocada se traslada al espectador como una experiencia compartida y capaz de provocar una sugestión pocas veces lograda en el cine de terror de esta década. Hasta ahí, la experiencia cinematográfica es de primer nivel y, en mi opinión, Háblame es, sin lugar a dudas, el filme de terror de la temporada; de obligada visión, de imprescindible disfrute. Sin embargo, y dado que pocas óperas primas aciertan a la primera, cabe señalar que una vez hemos entrado en el eficaz juego, cual modernos nigromantes, la progresión del filme se resiente, ya incapaz de inventar nada y, sobre todo, lastrada por un desenlace melodramático poco eficaz, pespuntado de excesivos giros, estirado en exceso y forzadísimo hasta llegar al algo previsible twist final.

Pero, sin duda, obviando el tratamiento del personaje de Mia (y su dependencia de la muerte a través de la figura de su madre fallecida), o la presencia insustancial del misterioso padre en un papel cambiante hasta lo irrisorio, todo lo demás es pura inspiración. Aprieten esa inquietante mano rígida, aguanten la respiración y traten de jugar con la retahila de espectros que los acertadísimos Danny y Michael Philippou esconden en su estupenda película. El fenómeno ha calado tan fuerte este verano del 2023 que la productora y distribuidora A24 ya ha anunciado una secuela.


Artículo publicado el 9 de agosto de 2023

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