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FICHA TÈCNICA

Presence

Presence

director:

Steven Soderbergh

año:

2024

nacionalidad:

Estados Unidos

productores:

Extension 765

estreno en España:

7 de marzo de 2025

85 minutos

Presencia dispersa

Steven Soderbergh (Contagio, No Sudden Move, Kimi) se abona al relato gótico moderno y intimista con un filme de radical mecánica, Presence. Que al realizador de Ocean Eleven no se le resiste ningún género es algo obvio, como también es cierto que en sus filmes más prodigiosos suele manejar ideas complejas, personajes cambiantes y coreografías ampulosas, siempre con acierto, con registros muy personales basados en montajes rápidos, perspectivas insospechadas y una innata propensión al narcisismo visual.

Lluís Rueda | Con Presence se propone desbaratar su discurso para construir otro acomodo creativo, simple y poco experimental, puede que teniendo en mente su proyecto minimalista Indie Bubble (2005). Para ello el realizador se fija en los prelados de Suspense (The Innocents. Jack Clayton, 1961) o La escalera de caracol (The Spiral Staircase. Robert Siodmak, 1946) tomando como principio innegociable un punto de vista subjetivo que arranca con hipnótica eficacia, pero acaba por colapsar tanto la metódica del suspense como la paciencia de un espectador que se refugia con pasión en el argumento fantasmagórico, otra filigrana de guion del gran David Koepp. Por cierto, sus giros maestros son imprescindibles para reanimar el filme. Una lástima que Soderbegh se empantane en decisiones artísticas discutibles, más cuando y, a tenor de lo dicho, su fuerte es la capacidad para gestionar sus películas con un apabullante abanico de recursos técnicos e inspiradoras mezclas de estilo, especialmente las de corte más depalmiano.

En todo caso, cabe decir que el retrato de la familia de clase media alta atrapada en una casa con fantasma es sugestivo y la parcela actoral luce impecable. Diálogos acertados (de nuevo Koepp) y situaciones convenientes, como en la exposición del complejo de edipo entre madre e hijo, un dispositivo bien pertinente en el conjunto.

Esta ópera en sombras que aspira al nivel del mejor Kiyoshi Kurosawa o al más intuitivo Mike Flanagan se autodestruye desde ángulos inusuales, convirtiéndose en un ejercicio pesado, obtuso y de vacía parsimonia. Sin embargo, más allá de su captura errática de lo sobrenatural, expone en segundo plano un relato criminal harto poderoso que redime en lo global. Un adolescente manipulador se apodera de la función, deslizando ecos a Michael Haneke allí donde poco más esperábamos. Esto le permite cerrar el filme convenientemente y salvar la función.

No hay milagro cinematográfico esta vez, hay detalles suntuosos, zarpazos de genio y un trenzado de guion que funciona a ratos, y es que la discutible decisión del punto de vista subjetivo niega una orquestación más precisa. Un abuso estilístico concienzudo que perjudica en exceso todo lo acontecido, incluso lo no mostrado, justo aquello que debería haber sido el asunto terrorífico del filme: el acomodo del fantasma en los espacios, en la profundidad de campo. En todo caso conviene disfrutarla en los márgenes, Presence es como la anunciación de algo poderoso que está por llegar, algo que, con Soderbegh tras la cámara, siempre es más que probable.


Artículo publicado el 5 de marzo de 2025

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