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publicado el 10 de septiembre de 2005

Lluís Rueda | R-POINT (2004) ES UN FILME QUE BAJO SU APARIENCIA COMERCIAL ofrece un esquema narrativo de inquietante pulsión. El realizador surcoreano Kong Su-chang consigue, con una armonía bastante precisa, conjugar dos géneros como el bélico y el fantástico sirviéndose de la clásica ghost story y, a su vez, construir una feroz retrato de la conducta humana. La cinta ofrece una primera hora francamente brillante, en la que destaca un trabajo de atmósferas muy logrado y un sentido del ritmo moderadamente pausado, algo muy acertado ya que el filme administra sus dosis de horror minando su minucioso dietario narrativo de “minas antipersona”. El realizador surcoreano especula en todo momento con la naturaleza de “aquello” que amenaza a los soldados destinados al enclave Romeo Point y eso, a veces, favorece el clímax, pero en ocasiones roza el exceso. Especialmente gratuitas y forzadas resultan aquellas secuencias tratadas con un filtro rojo, que en plano subjetivo, sugieren la presencia de un depredador que acecha a los soldados, un elemento de despiste que aparece periódicamente hasta la práctica conclusión de la trama.

R-Point es un filme de fantasmas en el que prima el horror psicológico y la acción pasa a ser totalmente secundaria, pero que, en ocasiones, se ve perjudicado, malogrado, por las concesiones que su director hace de ciertos clichés que imperan en el fantástico norteamericano y, cada vez más, desdibujan el modus operandi asiático (la auténtica panacea del terror de finales de la década pasada y principios de la presente). No obstante, la vehemencia con la que Su-chang defiende el material de su filme es encomiable, pese a sus vitriólicos apuntes de action movie hongkonesa o sus desdeñables adhesiones al catálogo de muñequitas de ultratumba estilo Ringu, el filme aguanta el pulso hasta al final y casi sale airoso. Es una lástima haber henchido sobremanera la recta final de la cinta con tanta traca y serpentina, de lo contrario estaríamos hablando de una obra redonda. A veces uno tiene la sensación de que los cineastas de horror surcoreanos viven excesivamente pendientes de sus vecinos de Tokio y Hong Kong.

En resumen, R-Point ofrece instantes realmente inquietantes, cuando no sobrecogedores, es un ejercicio cinematográfico que pese a desconcertarnos con arduos malabarismos no impide que el espectador deje de apreciar el excepcional número de su pista central.


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