publicado el 1 de julio de 2010
¿Y SI EL DESEO FUERA ALGO MEDIBLE Y CUANTIFICABLE? Y de ser así ¿Qué pasaría si pudiera controlarse con la precisión de un código genético? Este es, a grandes rasgos, la cuestión que da vida a la última novela de José Carlos Somoza, El cebo, una obra que se interroga sobre los mecanismos de la ficción (la trampa, la manipulación, el deseo…) y nos muestra las oscuras profundidades del placer.
El cebo, como la mayor parte de la obra de este escritor nacido en La Habana pero criado en Madrid, es una novela que fabula con una posibilidad terrible (en este caso la posibilidad de controlar científicamente los deseos) y crea con ello una realidad alternativa a la nuestra: a veces distópica pero siempre sugerente y oscura. Podría clasificarse por tanto como novela de ciencia ficción (en la medida en que es ciencia ficción David Cronenberg o Ballard) y también como un thriller (el motor de la acción es la persecución de un peligroso asesino) o incluso como una novela negra, de la que hereda su visión desesperanzada sobre el género humano y sus oscuras motivaciones, además de la certeza de que las relaciones sociales no son más que máscaras, puro teatro y no precisamente una comedia.
José Carlos Somoza es un autor algo inclasificable. Sus obras emplean todos los mecanismos del best-seller de carácter fantástico o la novela de misterio: sus novelas buscan enganchar al espectador, pero con algunos aditivos interesantes. Sus temas son absolutamente originales y el autor no es remiso a llevarlos a sus últimas consecuencias, por muy extrañas, ilógicas o difíciles de creer que parezcan a primera vista, si bien es cierto que le ayuda una prosa atractiva y por encima de la media en este tipo de autores de la mal llamada literatura popular. El segundo añadido es quizá consecuencia del primero, Somoza roza pero aún no es un autor ampliamente conocido entre el gran público, por lo que sus obras podrían definirse básicamente como best-sellers de culto, interesantes por la recreación del mundo que proponen. Cada libro de Somoza es capaz de abrir caminos nuevos a la reflexión y a la imaginación, algo muy difícil en la época de remakes que vivimos.
La novela que nos atañe se plantea como un thriller al uso pero con un añadido inquietante: en un futuro cercano, la policía utilizará a hombres y mujeres especialmente entrenados, los cebos, para manipular y usar en su provecho los deseos más ocultos de los seres humanos que persiguen. El gobierno los emplea para infiltrarse en organizaciones terroristas o dar caza a criminales de diversa índole. Para ello, los cebos se sirven de una psicología radicalmente nueva, exacta como una ecuación matemática, que postula que el motor de la psique humana es el deseo y que éste adopta una forma concreta y cuantificable, similar a un código genético: el psinoma. Existe un número limitado de formas o perfiles que puede adoptar este deseo y cada perfil responde siempre de la misma manera a un estímulo concreto (un tono de voz, la manera de mover el cuerpo, el escenario, el vestuario) sin que el individuo pueda hacer nada para evitarlo. Los cebos pueden “enganchar” y hasta destruir a sus víctimas representando un papel (una máscara) en su presencia. A esta inquietante posibilidad, Somoza añade un apunte revelador, que es a la vez homenaje a uno de sus autores favoritos y un juego metaliterario: los cebos utilizan las obras de Shakespeare para crear sus máscaras manipuladoras. De esta manera el texto es una novela de ciencia ficción, un thriller con aromas a cine negro y una reflexión sobre la ficción como manipulación de nuestros deseos más inconfesados.
En este aspecto, la obra guarda bastantes puntos en común con una novela anterior del mismo autor: Clara en la penumbra, quizá su mejor libro, en la que se fabula con la posibilidad de que los seres humanos sean usados como lienzos para convertirse en obras de arte. En ambas obras, el arte o el teatro sustituyen a la vida, la máscara y la simulación dejan de ser accesorios para convertirse en la médula de lo que es ser humano. A la manera de la nueva carne de Cronenberg, las novelas de Somoza están habitadas por seres entregados en cuerpo y alma al artificio y de la misma manera que en la ciencia ficción "más clásica" los hombres juegan a contaminar sus carnes con añadidos mecánicos, en las novelas de Somoza estos mismos seres se transforman en arte, en engaño, en una trampa, en un cebo.