publicado el 26 de enero de 2011
Lluís Rueda | El caso del director y guionista Paco Cabezas (Aparecido) es bien particular, cabe indicar que fue un cortometraje previo el que le hizo ganarse el derecho a poder levantar un filme tan ambicioso como Carne de Neón, comedia ácida, negra, ambientada en los bajos fondos y protagonizada por a un grupo de proxenetas que se nos presentan como simpáticos supervivientes de la calle. Este filme coral con aromas al cine de Guy Ritchie, tiene bien presente en todo momento su naturaleza de producto cien por cien patrio (especialmente en la chispa de los diálogos y el humor cruel) pero, a su vez, ofrece aromas a thriller anglosajón. En la parcela del diseño de producción Carne de Neón es sobresaliente, colorista, de trazo tebeístico y cabe señalar que en su formulación cromática también puede evocarnos al noir asiático...
La de Cabezas es una película plásticamente enfática y definitivamente fresca en su globalidad, algo bien escaso en el cine español de nuestros días, por otro lado excesivamente grave en su acercamiento al melodrama y mojigato cuando asume naturaleza de comedia. La idea de sintetizar comedia y drama en el corpus de un filme-denuncia sin caer en lo fácil es la mejor baza de esta convincente cinta. Fantásticos secundarios entre los que sobresale Ángela Molina dando vida a una vieja prostituta con alzeimer o Macarena Gómez como novia yonquidell chulo perdonavidas interpretado por Vicente Romero, sensacional como amigo y compinche del protagonista, Ricky (Mario Casas).
Acaso lo único que pudiera uno criticar de este filme transgresor y genuinamente moderno dentro del panorama del endogámico cine español sea precisamente que su desmesura, su ambición y su descaro a la hora de combinar géneros conlleva cierta irregularidad cuando se trata de sostener las escenas de transición, por otro lado algo dubitativas, que anidan como un inconveniente en el trazo de una montaña rusa desbocada hasta decir basta. Quizá, en el ramillete de personajes perdedores que maneja Cabezas algunos encajan con menor fuerza pero, en todo caso, lo que destacaría en Carne de Neón es que uno detecta sistemáticamente lo más internacional de nuestro cine; esos brochazos almodovarianos, algún apunte destilado a las comedias de Fernando Colomo, el pulso thrillesco del mejor Uribe narrador de bajos fondos, los especiados claroscuros del policíaco de Enrique Urbizu...y todo combina a pedir de boca dejando entrever la impronta de un cineasta con personalidad y sin prejuicios.
Curiosamente más allá de lo que uno pueda enjuiciar u opinar de entrada, el propio Paco Cabezas funciona con unos referentes muy claros en su testa y son, curiosamente, anglosajones. A tenor de su primer filme Aparecido decía en una entrevista: '...sólo recuerdo cinco o seis pelis que me dieron miedo de verdad, El Resplandor, Tiburón, En la Boca del Miedo... y ninguna de ellas enseñaba más de lo necesario'. Cito este extracto de una entrevista de la web Cine Fantastico.com por que, en otras ocasiones, al comentarle el parecido estético de su filme con RocknRolla (2008) de Guy Ritchie el realizador se escudaba en un cine mucho más pretérito y clásico. Entiendo que para alguien de su generación los referentes que cita resultan algo añejos y denotan un olfato de cinéfilo refinado. Sus referentes pues para Carne de Neón, según sus palabras, son Sydney Lummet y Sam Peckimpah. Desde estas líneas intuyo que el peso del cine de Ritchie es más determinante de lo que el propio Cabezas reconoce y que en sus declaraciones busca mostrar un pedigrí muy calculado. Lícito, por otro lado.
Pero si sorprendentes resultan las aristas de cine violento y el buen hacer en el terreno de la comedia hirilante, chusquera y en cierto modo deudora de la picaresca, no menos sorprendente resulta el buen tino a la hora de coquetear con el melodrama. Para Carne de Neón, Cabezas busca convertir a sus personajes en héroes de un western urbano y en cierto modo, Ricky (Mario Casas), no es más que la versión poligonera del Dallas (Matt Dillon) de Rebeldes (Outsiders, 1983) de Francis Ford Coppola. Su manera de encauzar un filme tan fibroso y alocado hacia el terreno del melodarama sin quemarse los dedos resulta ejemplar y convincente y, en ese sentido, cabe indicar que ha sabido potenciar el rol maternal de sus personajes femeninos de manera muy perspicaz en contraposición al de los tres personajes protagonistas, niños traviesos y veleidosos.
Asumiendo que el experimento muestra irregularidades y algún que otro bajón narrativo, cabe ser cómplice con su frescura y determinación. A tenor del buen recibimiento que el filme tuvo en el pasado Festival de Cine Fantástico de Sitges no cabe más que decir que Carne de Neón engancha a un público exigente, joven e inquieto. Paco Cabezas muestra un camino muy válido para el cine patrio, sus herramientas son demoledoras y su destreza apunta alto.