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publicado el 28 de noviembre de 2011

Teorías de la luz y la sombra

Lluís Rueda | El cine del director canadiense David Cronenberg siempre se ha caracterizado por una exposición científica y, en cierto modo, entomológica de las pulsiones humanas, del mecanismo universal que nos lleva del sexo a la violencia y que a partir de una interactuación desnuda de prejuicios entre sus personajes nos conduce a la aceptación de nuevos códigos emocionales. Si en La Mosca (1986) la aceptación de una nueva naturaleza mutante era el germen de la teoría del superhombre niechtziano, en M. Butterfly (1993) la esquematización del sexo alternativo y la obsesión eran la via de aprendizaje hacia valores más íntimos y universales. Siempre ha convivido en el cine de Cronenbreg una incesante investigación del individuo que recompone su orden moral y busca con ahínco una libertad emocional casi mística, cuando no epifánica: es una constante en filmes tan poderosos como Videodrome (1983), Crash (1996), eXistenZ (1999) o Una historia de violencia (2005) (por citar algunos títulos referenciales).

En Un método peligroso, filme de exquisito clasicismo formal, el director de Spider se sumerge en los orígenes del psicoanálisis moderno con idénticas herramientas pero bajo la esquematización de un guión-tesina que por momentos nos embriaga de conceptos poderosos y cuya máxima función es asistir a la transformación de unos personajes que convergen en el origen de una idea fascinante y revolucionaria para más tarde, contaminados por su endeblez emocional y vital, caminar por caminos opuestos, irreconducibles. El hieriático Dr. Carl Gustav Jung, su paciente y más tarde entusiasta del psicoanálisis paliativo, Sabina Spielrein y un escéptico, sagaz e inquietante Sigmund Freund, son el triángulo protagonista de este filme que a través de la palabra y la gestión de los iconos del subsconciente dibuja una luz en el túnel que conforma una vía de investigación del miedo y la locura del hombre moderno.

La densidad retórica de la propuesta, en la que las ideas y teorías son expuestas como un virus que aniquila las emociones es, en Un método peligroso, un trabajo de orfebrería guionística alumbrado por el gran Christopher Hampton que adapta su propia obra de teatro 'The talking Cure' a su vez basada en la novela 'A most dangerous method', de John Kerr. Cronenberg gestiona este material aplicando su estilo frío e inquietante y apoyando su discurso fílmico en ciertos pilares incontestables; por un lado las magníficas actuaciones de, especialmente, Michael Fassbender (Jung) y una deslumbrante Keira Knightley como su paciente / objeto de deseo y catalizador de deseos ocultos, y por otro, una exposición de los acontecimientos académica que, sin embargo, se permite estallidos melodramáticos solo al abasto de maestros pretéritos como Elia Kazan, cómo nos recuerda el tramo final de Un método peligroso al de aquel clásico incontestable que es Esplendor en la hierba (1961). La cura, la transformación, la escisión de la moral y la exposición del miedo como vehículo liberador son esquejes de un itinerario humano de personajes revolucionarios que buscan transformar una sociedad en los umbrales de la Gran Guerra. Los demonios interiores son en este filme una metáfora apabullante que Cronenberg maneja para entretejer algo más complejo y universal, una idea que nos remite en cierto modo a lo acontecido en la mente enferma del protagonista de Spider, el dibujo subliminal de algo divino y prohibido que acontece en nuestra conducta y que a ojos de Jung puede dictaminarse en las conjeturas y arrastrar también al ocaso.

Quizá es en esa parcela donde Un método peligroso puede decepcionar un tanto, en la idea de que la trasformación de Jung, no nos alumbra una exposición más explícita de su fascinante mundo interior y de su interpretación de lo banal y lo ominoso catalizado a través del ser humano y sus miedos. Si bien en esta ocasión no se trataba de dibujar el vértigo del infierno creativo / teórico / visionario a la manera de El almuerzo desnudo (1991) uno se aleja de este filme, extraordinario en su complicado equilibrio narrativo (con pasajes epistolares fantásticos), con la sensación de que sus creadores manejan mucha más información y poseen más osadía de la que se atreven a mostrar. Por suerte siempre nos quedarán las teorías y el universo del Dr. Suizo -fascinantes-, lo que Cronenberg nos ha dado son rostros, motivaciones e ideas poderosas en el entramado de un melodrama de aséptica condición y tenaz calado. A destacar, como de costumbre, la excelente banda sonora del Howard Shore, de una exquisita delicadeza que sugestiona desde un segundo plano voluntario y que, si me permiten, 'marida' extraordinariamente con uno de los ítems más poderosos del filme, el 'Sigfrido' de Wagner.

    Título: Un método peligroso. Título original: A dangerous method. AKA: The talking cure. Dirección: David Cronenberg. Países: Reino Unido, Alemania y Canadá. Año: 2011. Duración: 99 min. Género: Drama. Reparto: Keira Knightley (Sabina Spielrein), Viggo Mortensen (Sigmund Freud), Michael Fassbender (Carl Gustav Jung), Vincent Cassel (Otto Gross), Sarah Gadon (Emma Jung). Guion: Christopher Hampton; basado en la novela “A most dangerous method” de John Kerr y la obra de teatro “The talking cure” de Christopher Hampton. Producción: Jeremy Thomas. Música: Howard Shore. Fotografía: Peter Suschitzky. Montaje: Ronald Sanders. Diseño de producción: James McAteer. Vestuario: Denise Cronenberg. Distribuidora: Universal Pictures International Spain.


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