Zombies y colegialas

Japón está sucumbiendo a una pandemia global que lleva a los hombres a convertirse en zombies con desórdenes hormonales. La infección que propagan afecta a las mujeres que mueren tras ser inseminadas contra voluntad. Un grupo de esas chicas se refugia en una cabaña para huir del ataque zombie mientras el mundo se encamina hacia el apocalipsis.

Lluís Rueda | Sólo en el Tokio de ficción pueden desencadenarse acontecimientos tan psicotrónicos como los que propone Naoyuki Tomomatsu con Reipu Zonbi: Lust of He Dead, un filme de zombis con características muy particulares: hablamos de muertos vivientes masculinos que atacan a jovencitas colegialas. Pero estos infectados no desean precisamente su carne para saciar su hambre, son zombis violadores que buscan a toda costa insertar en las inocentes lolitas su simiente venenosa. Bien, estamos ante una comedia ácida de alto voltaje con altas dosis de acción que hará las delicias de los amantes del género splatter mas gonzo e hilarante.

Donde hay zombies también hay aguerridos resistentes dispuestos a combatirlos, en este caso bellas jovencitas comandadas por la reina del subgénero 'erotic splatter' genuínamente nipón, Asami, Reipu Zonbi: Lust of the Dead da exactamente lo que promete en su cartel, litros de sangre, katanas, no muertos calenturientos y una banda sonora genuinamente trash. ¿Erotismo? Desde luego, pero en esta ocasión no tan explícito como en otros filmes del realizador como Eat the Schoolgirl (1999).

No pierdan detalle de los efectos especiales que muestra el filme, cortesía de Yoshihiro Nishimura, caseros pero llenos de encanto, y de un desenlace desternillante y absolutamente desconcertante.

Pueden hacer todas las cábalas que deseen sobre las intenciones del filme, es bastante obvio que Naoyuki Tomomatsu utiliza esta comedia insana para deslizar una solapada crítica hacia los 'hombres elegantes' de Tokio que utilizan a jovencitas inocentes para satisfacer sus más íntimas pulsiones, pero la exposición de cualquier lectura resulta tan insípida dada la explosión de desvergüenza fílmica que más vale disfrutar de la sesión sin ningún tipo de prejuicios. Carcajadas y fuertes emociones más que aseguradas. Un festin de fetichismo y hemoglobina por el autor de Vampire Girl vs. Frankestein Girl (2009).