boto

estrenos

publicado el 17 de julio de 2014

Una revuelta es un lugar común



El amanecer del planeta de los simios es la secuela del segundo remake de una franquicia de los años 60 en la que no repite nadie del filme anterior (El origen del planeta de los simios, 2011), salvo el que se encarga de dar vida al simio protagonista a través de un aparato de efectos digitales, Andy Serkis. Es decir, menos que nada... la sombra de nada ... o mejor dicho, su reflejo.

Marta Torres | El planeta de los simios de 1968, la primera película, es un material extraño. Una máquina que saca petroleo del pesimismo. No solamente nos presenta a una humanidad vencida en manos de su precedente evolutivo, si no que parece sacar de ello una satisfacción morbosa. Es el material perfecto para una película hecha en plena guerra fría. El célebre filme de Franklin J. Schaffner entendió que debía ahondar en la metáfora y nos regaló una de las imágenes más simbólicas de aquella época y de la historia del cine: la estatua de la libertad enterrada en la arena. Quizá el paradigma del final infeliz que, aún así, contenta a un público con delectación masoquista.

Han pasado los años y nada ha conseguido recrear la potencia de aquella primera imagen. Las secuelas que le siguieron apenas tuvieron repercusión y el remake que hizo Tim Burton prefirió ahondar en la parte más bizarra y juguetona de la historia, diluyendo el sadismo del filme original en una bienintencionada película de aventuras. Parecía que el material se resistía a los mecanismos del blockbuster comercial, pero no hay que menospreciar a la industria del entretenimiento cuando necesita deseperadamente nuevas franquicias.

No fue hasta bien entrado el nuevo siglo que Rick Jaffa, un guionista en busca de ideas, dio con la clave. Basándose en un artículo sobre chimpancés adoptados como animales de compañía, Jaffa inventó a Caesar, el líder de la revolución simia, le dotó de carácter y de matices, y decidió empezar por el principio: explicar como nuestro planeta terminaba en manos de los monos. Después llamó a la Fox.

Así nació El orígen del planeta de los simios (2011, Rupert Wyatt), un filme sorprendente, inteligente y con personalidad propia. Gracias sobretodo a unos personajes bien diseñados y a unos efectos especiales creíbles (se usaron actores reales digitalizados en forma de simio), la película destilaba confianza en si misma por todos lados. Además, como todos sabíamos que el objetivo era llegar a la situación que nos retrataba el filme original de 1968, nos esperaban tantas películas como durada la guerra entre simios y humanos. La franquicia estaba echada.

El amanecer del planeta de los simios es la primera película que narra esta guerra entre simios y humanos. La primera, además, hecha desde el principio dentro del paraguas de la Fox. Quizá sea por este motivo que en esta entrega no repite casi nadie de la película anterior, a excepción del monete protagonista. El guión de Jaffa y Amanda Silver ha sido rehecho por Scott Z. Burns (El ultimátum de Bourne) y Mark Bomback (Lobezno Inmortal), mientras que el director ha sido reemplazado por Matt Reeves (Cloverfield), todos muy competentes, no lo dudo, pero el espíritu del filme anterior ha huído y sólo nos ha dejado con una amplísima retahíla de tópicos.

El amanecer del planeta de los simios es un paso más en ese camino hacia lo plúmbeo (heavy dark) que puso de moda Christopher Noal en Batman Beguins. Sin duda lo peor de la película es el aire oscuro y shakesperiano que han querido dar los guionistas a la obra, en forma de barniz forzado de sentimientos que los protagonistas se van encontrando convenientemente colocados a medida que van saltando pantallas. Un cliché por aquí, un lugar común por allí y una metáfora que explica todo: los humanos y los simios son sociedades enfrentadas porque son un espejo la una de la otra. Eso sí, por encima de todo están los valores familiares y la confianza mutua, que al fin y al cabo estamos hablando de un blockbuster de verano.

Hay algunos hallazgos, Matt Reeves es un gran director y los mejores instantes de la película, los momentos en que te deja adivinar lo que hubiera podido ser, provienen de escenas hechas al margen del guion, momentos en que la cámara respira y podemos captar algo de la esencia del bosque misterioso, o del poblado simio oculto entre brumas, a la manera de un Apocalypse Now simiesco o de un filme de terror sobrenatural. Las escenas de acción, con los simios manejando armas de fuego, son estremecedoras, pero son simples reflejos, atisbos en una historia que aburre por su simplicidad manifiesta y sus ínfulas de producto serio.

Además, su situación en medio de la trilogía coloca este filme en un no-lugar, un sitio que podría resultar fascinante, el mejor lugar para probar cosas nuevas, si no fuera porque debe obedecer los dictados de esta no-historia que es el marketing. Una lástima.


archivo