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publicado el 7 de julio de 2006

El fantasma enamorado

Marta Torres | Tailandia representa un caso a la vez excesivo y sintomático dentro de la producción cinematográfica mundial. A finales de la década de 1980 y principios de la década de 1990, las salas del país estaban literalmente invadidas por grandes producciones hollywoodienses. Mientras, los antaño prolíficos estudios tailandeses se volcaban en la pornografía, mucho más rentable, o en las películas para adolescentes.

Dentro de este vasto desierto creativo surgieron un grupo de cineastas procedentes del mundo de la publicidad, conocedores de las nuevas tendencias audiovisuales y con influencias tanto del cine norteamericano como de las producciones orientales (sobre todo las realizadas en Hong Kong). En 1997, y con pocos meses de diferencia, se estrenaron Fun Bar Karaoke, de Pen-Ek Ratanaruang, y Daeng Bireley’s and Young Gangsters, de Nonzee Nimibutr. La primera fue presentada en el Festival de Cine de Berlín y la segunda, una película de gangsters a lo John Woo ambientada en el Bangkok de la década de 1950, arrasó en la taquilla tailandesa.

Nang Nak es la segunda película de Nonzee Nimibutr y viene a rubricar la recuperación de las realizaciones tailandesas. Este filme también representa la cara más taquillera y comercial de esta nueva ola del cine tailandés

Nang Nak es la segunda película de Nonzee Nimibutr y viene a rubricar la recuperación de las realizaciones tailandesas, ya indiscutiblemente al nivel de las producciones internacionales. Este filme también representa la cara más taquillera y comercial de esta nueva ola del cine tailandés, que también incluye a los directores Ratanaruang (Last Life in the Universe, 2003), Wisit Sasanatieng (Citizen Dog, 2004) y Apichatpong Weerasethakul (Tropical Malady, 2004), que encarnaría al autor más personal y que ya es carne de festivales. [1]

Nang Nak ('señorita Nak' en tailandés) es la enésima adaptación –existe incluso una ópera– de la leyenda más popular de Tailandia. A pesar de tratar un tema tan manido y que ha sido adaptado en numerosas ocasiones desde el cine mudo hasta la actualidad, la película ha sido todo un taquillazo en su país y ha ganado numerosos premios entre los que destaca el premio Nacional de Cine tailandés a la mejor película.

La leyenda que narra el filme es la historia de Mae Nak Phra Khanong, una joven que vivió en el Bangkok del siglo XIX y que murió en el momento del parto mientras su marido, que era soldado, estaba ausente. De acuerdo con la tradición popular de Tailandia, las mujeres que mueren embarazadas se convierten en un poderoso espíritu muy parecido al vampiro de tradición europea. Mae Nak, aún enamorada de su esposo, permanece entre los vivos y sobrevive matando y chupando la sangre de los que eran sus vecinos. Cuando el marido vuelve a casa se encuentra con un pueblo aterrorizado y a su mujer esperándolo en el hogar junto a su bebé. De esta forma, el joven soldado convive con su esposa muerta sin sospechar absolutamente nada.

La opción del realizador consiste en reforzar los elementos románticos de la historia y dejar de lado las interpretaciones más truculentas. El resultado es una negra historia de amor con elementos sobrenaturales.

Nimibutr toma este material y lo convierte en una fascinante y oscura revisión del cine de fantasmas oriental. La opción del realizador consiste en reforzar los elementos románticos de la historia y dejar de lado las interpretaciones más truculentas, que, todo es decirlo, hubieran dado más de sí en una historia de estas características. El resultado es una historia de amor con elementos sobrenaturales. El eje por el que transita la historia es el de la fatalidad como destino inexorable: los jóvenes amantes están condenados a separarse o bien a vivir rodeados de miedo y de muerte. La suya es una historia de amor terrorífica, triste e inevitable.

Aunque a mi juicio, lo mejor de la película no está en la historia de amor, narrada de forma fría y algo simplista, sino en el retrato casi antropológico que hace de las supersticiones y del miedo. En este sentido, es un acierto que Nimibutr haya situado la acción lejos de Bangkok, en un poblado situado en medio de la selva. Una de las constantes de Nang Nak es la conexión, se diría que de raíz animista, entre el mundo de los vivos y una naturaleza omnipresente, misteriosa y hostil, llena de símbolos y preñada de espíritus: el eclipse de sol que aparece al principio de la película es una buena muestra de ello, junto a la atroz tormenta que azota la choza donde Mae Nak está pariendo o los largos planos de los canales y la selva. Este universo mágico se completa gracias a un uso inteligente del montaje en paralelo, que se usa en las escenas donde se quiere remarcar el poder evocador de los sueños, las conexiones psíquicas e incluso la fatalidad que persigue a los dos amantes.

Por otra parte, el filme emplea, de forma inteligente, los ritos, brujerías y figuras mágicas de la tradición tailandesa (amuletos, rezos, curanderas y monjes budistas) a los que el director se acerca con un punto de extrañeza, más cercano al de un turista de ciudad que al de un nativo. Quizá debido a esto, emplea elementos que se acercan al imaginario de los filmes de terror occidentales más clásicos: la exhumación de la muerta recuerda a las películas de vampiros mientras que la venganza del pueblo contra Mae Nak tiene mucho que ver con El doctor Frankenstein (1931) de James Whale.

De esta forma, un suave, aunque constante, temor supersticioso da forma a un filme que se adentra en lo más oscuro de la mitología tailandesa. Los largos y claustrofóbicos paseos de la cámara sobrevolando los estrechos canales, rodeados de una selva tupida, el interior de las chozas de madera, medio comidas por la selva, la profunda soledad de las aldeas, lejos, lejísimos del bullicio de las ciudades, sitúan a Nang Nak en el epicentro de una antigua cultura campesina, aterrorizada por la oscuridad, la brujería y el culto a los antepasados.

  • [1]. Nonzee Nimibutr fue también el impulsor de la productora Film Bangkok, integrada por los antiguos trabajadores de la agencia de publicidad que regentaba. Bajo este nombre se realizaron Las lágrimas del tigre negro, (2000) de Wisit Sasanatieng, y las películas de los hermanos Pang, Bangkok Dangerous (1999) y la genial The Eye (2002).

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