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publicado el 2 de junio de 2005

Acerca del cine discontinuo

Juan Carlos Matilla | Tras clausurar la edición de 2003 del Festival de Sitges, han tenido que pasar dos años para que disfrutemos del thriller 11:14, destino fatal (11:14, 2003), debut en la realización del joven cineasta estadounidense Greg Marcks quien, gracias a la colaboración de la actriz Hilary Swank (quien también aquí ejerce labores de producción), ha podido llevar a buen puerto uno de los proyectos independientes más agradables de las últimas temporadas. Tenso y a la vez liviano ejercicio de estilo, el filme de Marcks utiliza una estructura temporal discontinua para narrarnos una serie de acontecimientos de cariz criminal que están íntimamente ligados entre sí a partir de un trágico episodio que ocurre a las 11:14 horas del título.

De Reservoir dogs (1992), de Quentin Tarantino, a Memento (2000), de Christopher Nolan, pasando por Amores perros (2000) o Sospechosos habituales (The Usual Suspects, 1995), de Bryan Singer, lo cierto es que el cine contemporáneo (en especial el policiaco) ha hecho de la narración discontinua una de sus principales herramientas narrativas. Y lo cierto es que esta estructura resulta de una gran efectividad a la hora de explorar las múltiples caras de la realidad, la relatividad temporal y, sobre todo, el análisis de los múltiples laberintos de la voluntad humana. A pesar de que ciertas voces sostienen que esta fórmula está del todo agotada, considero que la narración discontinua no sólo está plenamente justificada sino que ya se ha convertido en un mecanismo sólido y plenamente asentado en la gramática cinematográfica actual que quizás debiera ampliarse en un futuro hacia perspectivas más arriesgadas y experimentales (como exploraba a la perfección una obra maestra del cine fantástico reciente como Donnie Darko, 2001, de Richard Kelly). Quizás, lo único criticable de este tipo de filmes es que muchos de ellos sólo existen en función de la excelencia del juego narrativo que proponen, por lo que, una vez que el director muestra todas las cartas, la película se desvanece por completo.

En mi opinión, las características narrativas de un filme como 11:14 provocan que su éxito o fracaso dependa de dos factores esenciales: el primero radica en la pericia del director a la hora de dotar de coherencia y brillantez el manido mecanismo narrativo basado en la constante recapitulación temporal y los continuos cambios de punto de vista; el segundo rasgo tiene que ver con el enfoque del director que debería huir de la falsa pretenciosidad y forzada densidad dramática para abrazar tonos irónicos y festivos, que faciliten la aceptación del alambicado engranaje narrativo por parte del espectador. Afortunadamente, el filme de Marcks comparte ambos rasgos de estilo por lo que acaba siendo un producto no muy original pero perfectamente hilvanado, coherente y bastante sobrio (sobre todo si lo comparamos con otros filmes similares) que además disfruta de un saludable tono sarcástico y excelentes momentos de humor negro, factores que otorgan una agradable ligereza al conjunto y un evidente distanciamiento irónico por parte del director.

El filme de Marcks acaba siendo un producto no muy original pero perfectamente hilvanado, coherente y bastante sobrio (sobre todo si lo comparamos con otros filmes similares) que además disfruta de un saludable tono sarcástico y excelentes momentos de humor negro, factores que otorgan una agradable ligereza al conjunto y un evidente distanciamiento irónico por parte del director.

Además de lo ya expuesto, habría que apuntar que las principales bazas del filme de Marcks son su buen pulso narrativo, su excelente trabajo lumínico (que extrae todo el atractivo y misterio propio de la nocturnidad), su coherencia externa, su acertado trabajo de montaje, sus elaboradas escenas en las que el cambio de punto de vista nunca traiciona el conjunto del relato y algunos excelentes detalles de puesta en escena, sobre todo relacionados con algunos planos o determinados ángulos, en apariencia gratuitos, que, gracias a la peculiar estructura de puzzle, acaban adquiriendo sentido. En resumen, un filme sobrio, agradable y entretenido que contiene más cualidades y detalles valiosos de lo que en apariencia pueda parecer.


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