publicado el 21 de diciembre de 2007
Marta Torres | Si no dispusiéramos de ningún antecedente saldaríamos la crítica de Cuentos de Terramar (Gedo Senki) con un simple párrafo: película de animación japonesa de fantasía acerca de la lucha entre el bien y el mal, con ladrones, magos, reyes y campesinos. Algo convencional, a ratos muy bella y a ratos algo confusa. Un producto bien realizado aunque no demasiado original. No obstante, y tristemente dados los resultados, Cuentos de Terramar no es una película cualquiera. Se trata de la primera adaptación seria del ciclo de Terramar de la escritora estadounidense Úrsula K. Le Guin a cargo, además de los prestigiosos estudios Ghibli y avalada por el maestro Hayao Miyazaki, artífice, entre otras maravillas, de El viaje de Chihiro, La princesa Mononoke, El castillo en el aire o Mi vecino Totoro.
La historia de esta adaptación empezó hace unos 20 años. La escritora Úrsula K. Le Guin recibió una oferta de Hayao Miyazaki para adaptar su famosa trilogía acerca de Terramar. Úrsula se negó sin conocer su trabajo y no cambió de idea hasta unos años después, cuando tuvo la oportunidad de ver Mi vecino Totoro. Finalmente, después de años de correspondencia y de aplazamientos, en agosto de 2005, Hayao Miyazaki y la escritora se reunieron para hablar de la adaptación. En esa reunión Hayao expresó su deseo de abandonar la realización y dejar el proyecto en manos de su hijo, Goro Miyazaki, que no contaba con ninguna experiencia como director de filmes de animación, si bien Hayao se comprometió a supervisar todo el proyecto.
Sin saber a ciencia cierta cual a sido finalmente la participación de Hayao en el filme, si realmente la supervisó o, como piensa la escritora, no tomó parte en la realización de la película, lo cierto es que el resultado final no tiene el sello al que nos tiene acostumbrados Miyazaki, el guión y los personajes son confusos, y, sobretodo, carecen de la precisión formal y el delicado gusto por el detalle de los filmes de Hayao. Es probable, además, que Cuentos de Terramar no guste a los incondicionales de las novelas puesto que ni los personajes ni la historia responden a los originales. Dejando este punto de lado, a mi juicio, una película no debería juzgarse por su menor o mayor fidelidad al material original, sí que es cierto que no aprovecha las posibilidades que ofrecía la historia de Ged, Arren, Therru y Tenar (los protagonistas del ciclo de Terramar) mientras potencia incomprensiblemente todo lo que de convencional tiene la historia. Se salvan las descripciones de la vida cotidiana de los protagonistas, algún apunte de horror, o las hermosas secuencias donde aparecen los dragones, además de la música original, de connotaciones celtas.